La huella ecológica del automóvil
- Se reduce la huella utilizando vehículos más respetuosos con el medio ambiente (bicicleta, a pie, transporte público) y cambiando la forma de conducir (sin frenazos ni acelerones, ajustando la velocidad a los límites...)
29 octubre 2013
Mientras conducimos hacia el trabajo o simplemente a comprar el pan o también cuando se amplía una carretera, pero también cuando se enciende la luz de nuestra vivienda o se consumen alimentos, etcétera, los seres humanos estamos contaminando y gastando unos recursos que el planeta tarda en regenerar. La huella ecológica es un indicador biofísico de sostenibilidad que trata de calcular este impacto humano y se define como "la superficie ecológicamente productiva necesaria para producir los recursos consumidos por un habitante medio de la sociedad analizada, así como la necesaria para absorver los residuos que genera". Esta incluye bosques, tierras cultivadas, pastos, mar productivo, etc. y se mide en hectáreas globales (hag).
En España se calcula que la huella ecológica del ciudadano equivalió en 2005 a 6,4 hag, con un crecimiento diario de 2,7 metros cuadrados diarios. Esta es 2,6 veces superior a la biocapacidad disponible en nuestro país. Es decir, que harían falta 2,6 veces el territorio español actual para compensar el consumo que realizamos. Y se prevé llegar hasta 8 hag por persona para 2020.
El transporte es, según un informe del Ministerio de Medio Ambiente, el segundo componente más importante de la huella ecológica (23,4%) solo por detrás de la fabricación de bienes de consumo. Los ciudadanos podemos reducir nuestro huella ecológica; por ejemplo, modificando nuestra forma de desplazarnos, utilizando más los transportes públicos o el tren o la bicicleta frente al transporte privado, o conduciendo de forma menos agresiva, adecuando la velocidad a los límites o al tráfico existente, circulando sin frenazos ni acelerones, comprando vehículos más respetuosos con el medio ambiente.
En algunas webs existen calculadoras que muestran el CO2 emitido por cada kilómetro recorrido según el tipo de vehículo utilizado; e incluso, cuánto dióxido de carbono se acumula a lo largo de un año de utilizar el automóvil en esas condiciones y en esas distancias. Algunas van, incluso, más allá y calculan la superficie forestal necesaria para compensar esas emisiones y su coste.