El tiempo de los accidentes
- el invierno, pese a soportar índices de movilidad mucho más bajos que otras estaciones del año, se cobra un importante número de vidas en la carretera y una alta siniestralidad
28 noviembre 2016
Si analizamos las estadísticas, comprobamos que el invierno, pese a soportar índices de movilidad mucho más bajos que otras estaciones del año, se cobra un importante número de vidas en la carretera y una alta siniestralidad. El 31% de los fallecidos a 30 días corresponden a siniestros durante el invierno, y algo menos, un 30%, a heridos hospitalizados.
Y es que conducir con climatología adversa añade un plus de peligrosidad a la conducción, dificulta las maniobras, lleva a situaciones delicadas y, a veces, dificíles de gestionar, sobre todo si no se hace una conducción mucho más prudente.
La lluvia es, sin duda, la situación climatológica que más incidencia negativa tiene en la siniestralidad. En los últimos tres años, con lluvia fuerte, o simplemente lloviznando, se produjeron 11.655 accidentes, cuya consecuencia final fueron 187 víctimas mortales, 1.041 heridos hospitalizados y nada menos que 15.318 heridos que no necesitaron hospitalización. Curiosamente, las cifras más altas no se producen con lluvia fuerte, sino cuando llovizna: quizá por suelo más resbaladizo y porque, probablemente, es cuando el conductor no toma las precauciones que pone en práctica cuando la lluvia es importante. Hubo 9.835 accidentes con poca lluvia frente a 1.820, por ejemplo; o 150 muertos en accidentres cuando lloviznaba frente a los 37 cuando la lluvia era fuerte.
La niebla, más riesgo
La segunda causa de mayor siniestralidad con mal tiempo es la niebla, que estuvo detrás de 38 muertos en los últimos tres años, sobre todo cuando es intensa, con 28 fallecidos frente a los 10 que se han producido con niebla ligera. Estas cifras pese a que los accidentes con niebla intensa han sido muchos menos (377) que con niebla ligera (693).
El viento, por sorprendente que pueda parecer, es la tercera causa de siniestralidad, con 30 víctimas en las carreteras; y le sigue el granizo, cuarto factor de riesgo, poco habitual, pero que se ha cobrado 15 víctimas mortales en los últimos años y que causa de 217 accidentes. Como último factor de siniestralidad, la nieve, con 308 accidentes y 8 víctimas mortales.
En definitiva, el invierno, el suelo mojado, resbaladizo, las rachas de aire por sorpresa, las imprudencias al volante cuando el suelo no está para ‘florituras’, la velocidad no adaptada a las circunstancias del asfalto, la mala visibilidad, etcétera han generado en tres años casi 15.00 accidentes y se han cobrado 278 víctimas mortales y 1.357 heridos que nececitaron hospitalización.
De otra manera: es lo que requiere la conducción cuando la climatología no es la mejor. Y adaptarse al terreno, a las circunstancias. Conducir de forma diferente. Estas son las claves:
• Adaptar la velocidad al estado del suelo, la visibilidad, siempre menor a la habitual.
• Aumentar la distancia de seguridad para tener mayor capacidad de reacción.
• Llevar los neumáticos en perfecto estado: de lo contrario, los derrapes o distancia de frenado aumentarán.
• Evitar frenadas bruscas. Con suelo mojado, húmedo, nieve, hielo… ¡la distancia de frenado aumenta de forma importante!
• Llevar siempre las luces encendidas. Conviene revisarlas para este período crítico.
• Hacer las maniobras sin brusquedad.
• Cuidar el buen funcionamiento del sistema de aireación interior para desempañar eficazmente los cristales.
• Naturalmente, llevar cadenas…¡Nunca se sabe!