20 años de control de la velocidad
- Efectivos en el calmado de la velocidad y la reducción de la siniestralidad.
17 diciembre 2024
De 4.480 fallecidos en carretera en 2003 a 2.466 en 2008 (con un aumento del 22% del parque móvil en este periodo), en España la instalación de radares fijos, fue fundamental para la reducción de más de un 45% de las víctimas mortales en vías interurbanas.
Y, a pesar de su mala fama, los ciudadanos parecían en 2008 “muy o bastante de acuerdo” con los controles de velocidad mediante radares, según una encuesta de la DGT en febrero de ese año.
La alta siniestralidad exigió en ese momento la puesta en marcha de unas ‘Medidas especiales de seguridad vial 2004-2005’, que fueron el germen y la esencia del Plan Estratégico de Seguridad Vial 2005-2008 (PESV), en el que se incluía el plan para el aumento del número de radares fijos en las vías rápidas y en las carreteras secundarias de nuestro país.
500 puntos de control. En junio de 2005 se ponían en marcha los primeros 37 radares fijos de un plan que preveía la instalación de 500 en tres años (2005-2007). El plan finalmente se concluyó en el verano de 2008, cuando entraron en servicio los últimos 190 puntos de control de velocidad, fijando su número en 521 (271 en autopista y autovía y 250 en carretera convencional), y que se sumaban a los casi 300 radares móviles operados por los guardias de la ATGC (Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil).
El objetivo claro era reducir una siniestralidad vial que había alcanzado los 5.399 fallecidos en 2003 (en vías urbanas e interurbanas), cuando el parque de vehículos era de 27 millones y la velocidad era factor concurrente en el 23% de los casi 100.000 siniestros que se produjeron ese año (ocasionando el 28% del total de fallecidos).
“La velocidad está presente en el 30 por ciento de los accidentes con víctimas en las vías convencionales y en el 20 por ciento en las vías rápidas y autopistas; la velocidad inadecuada está detrás del 40 por ciento de los accidentes mortales en carretera por salida de la vía y en algo así como el 25 por ciento de las colisiones”, aseguraba Pere Navarro, director general de Tráfico en mayo de 2005, cuando ya anunciaba la evolución de los radares fijos a los radares de tramo: “Estamos trabajando en una experiencia piloto de control de velocidad por tramos de carretera que es: lectura de matrícula aquí, lectura de matrícula al cabo de cinco kilómetros, conocemos el punto kilométrico, conocemos el tiempo por el reloj de satélite, tenemos la velocidad media; y además de la velocidad puntual del radar esto nos permitiría conocer velocidades medias, y controlar tramos de carretera”.
Pero, además de atajar la siniestralidad en las carreteras, el primer plan de radares fijos de España también quería conseguir una disminución drástica tanto de los grandes excesos de velocidad como de la velocidad media de circulación en carretera. Y, sobre todo, lograr un cambio en el comportamiento de los conductores, potenciando conductas menos arriesgadas.
Se consiguió: “En cualquier caso, los conductores son ahora más prudentes al volante”, aseguraba el informe de evaluación del Plan Estatal de Seguridad Vial 2005-2008.
Velocidades medias más bajas. Reducir la velocidad media de las vías es un aspecto imprescindible para reducir los riesgos por velocidad inadecuada, ya que, según el estudio SARTRE (Actitudes Sociales frente al Riesgo Vial en Europa) referido a esos años, el 73% de los conductores españoles admitía rebasar con asiduidad los límites de velocidad y el 78% opinaba que la velocidad excesiva es un factor que frecuentemente provoca accidentes.
El éxito del Plan de Instalación de Radares Fijos 2005-2007 se presentó en verano de 2008: En 2007 la velocidad media había bajado de 116,7Km/h a 113,8 km/h, 3 km desde la puesta en marcha del plan.
La importancia de este descenso se comprende a la vista de la conclusión del estudio de Nilsson (Power Model): “Una reducción del 5% en la velocidad media supone una reducción aproximada del 10% de los accidentes con heridos y del 20% de los accidentes mortales”.
Además, también hubo un efecto positivo en la reducción de los grandes excesos de velocidad (circular a más de 140 km/h), que pasaron del 7% en 2005 al 1% en 2008.
Hoy, 20 años después de aquel primer plan, los radares de control de velocidad, en continua evolución tecnológica, se alían con las asistencias a la conducción de los vehículos para intentar alcanzar el objetivo de disminuir las víctimas de siniestros viales.
Sin embargo, son sólo instrumentos cuyo fin último es aumentar la sensibilización de los conductores, y que, hoy, siguen siendo fundamentales para la gestión de la seguridad vial.
El Plan de Radares 2005-2007 se enmarcaba dentro de una planificación de medidas que se extenderían a lo largo de cinco años y de las que se encontraban el permiso por puntos, el refuerzo de los mecanismos de vigilancia y control, o la agilización del procedimiento sancionador. La evaluación de este paquete de medidas -realizada en 2009- tuvo una conclusión muy positiva: Se habían cumplido los objetivos.
Entre 2003 y 2008 se produjo una reducción del 42,6% en el número de víctimas mortales en siniestros de tráfico. Así, con la rebaja de un 13% de la mortalidad en 2009 (1.897 personas) se superó -con un año de adelanto- el reto de reducir en un 50% las víctimas mortales para 2010. El descenso fue de un 52,5%.
La suma del plan de radares y del permiso por puntos permitió una bajada de las velocidades medias y, sobre todo, un cambio determinante en la tendencia de la siniestralidad. En los dos primeros años de aplicación del permiso por puntos, más de un 40% de las sanciones y más de un 35% de los puntos detraídos lo fueron por causa de excesos de velocidad.
Estas actuaciones se respaldaron además con un incremento de la labor realizada por la ATGC para la que el plan preveía aumento de plantilla y del número de vehículos camuflados, y la progresiva implementación del proyecto PRIDE (Programa de Informatización de Denuncias), que permitiería a los guardias la tramitación de denuncias en tiempo real.
Todo ello completado con una tramitación más ágil de las denuncias gracias a la creación del Centro Estatal de Tratamiento de Denuncias Automatizadas (CTDA) que mejoró el tiempo de notificación de las multas, de 2 meses en 2007 a 14 días en 2008.