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Esta diligencia, del tipo galera, transportaba viajeros.  La tartana era un tipo de transporte para recorridos más cortos.

da, el vehículo normal hasta 30 millas   LOS VIAJES SE                          ¡Qué precios!
antes de llegar a Madrid”.               HACÍAN EN
                                         DILIGENCIA Y SE                        ¡Cómo han cambiado los precios! An-
  Por la guerra –cuenta Blanco–, “el     TARDABA DOCE                           dersen cuenta que, en Cartagena (Mur-
único camino para ir a Andalucía era     DÍAS DE MADRID A                       cia), “por todo, comida y alojamiento,
a través de Extremadura”. También        SEVILLA                                pagábamos dieciséis reales diarios (4
había tramos que se evitaban por                                                pesetas): unos nueve marcos dane-
los bandoleros. Hans Christian An-      ger –que también visitó el autor–,      ses”. Dumas, por su parte, cuenta
dersen atravesó España en 1866 y        donde “no podía pensarse ir en co-      cuánto costaba una cena en Ocaña y
dejó sus impresiones en el libro        che, pues aquí no había tal. Las ca-    de qué se componía: “La cena de Oca-
“Viaje por España”. Andersen            lles de Tánger evocan el cauce seco     ña (…) componíase de una sopa aza-
cuenta que “La zona, desde Alicante     de un río cuyo fondo estuviese cubier-  franada, un poco de vaca, y un pollo tí-
hasta Murcia y desde allí hasta Car-    to de piedras, escombros y basuras” y   sico, a cuya derecha brillaba uno de
tagena, tenía tan mala fama como los    la carretera “si es que podía llamár-   esos platos de garbanzos, de los que
montes de Sierra Morena”.               sele tal, evocaba la estrecha senda de  ya he tenido el honor de hablaros; a cu-
                                        un páramo”.                             ya izquierda humeaba un plato de co-
  Por ello, en tramos como de Má-                                               les, de las que no os hablaré cierta-
laga a Granada, a la diligencia se        El polvo es un tema recurrente en     mente. La cena terminaba con una de
unían soldados armados para “velar      los viajeros. Andersen cuenta que la    esas ensaladas imposibles y que nadan
por nuestra seguridad, por el trecho    diligencia de Barcelona “venía llena    en el agua; cuando estos diferentes ob-
más solitario”. ¿El motivo? “Aún no     de barro y polvo; parecía el fantasma   jetos hubieron desaparecido, yo me
había transcurrido un año desde que     del coche que habíamos visto dos días   volví hacia el mozo.
aconteciera el último asalto, actual-   antes. Los caballos chorreaban agua     –¿Con que es decir que no hay más?...
mente no se hablaba de otra cosa”.      y la carrocería venía macadamizada      pregunté.
                                        de polvo. Los pasajeros descendían      –Nada, señores, nada, respondió.
CARRETERAS POLVORIENTAS.                como pacientes de un hospital, el pol-  –¿Y cuánto importa esta excelente ce-
                                        vo colgándoles del cabello...”.         na?...
En época de Felipe V, Carlos III y                                              –Tres pesetas, señor, respondió Jocris-
Fernando VI se proyectaron la ma-                                               se”.
yoría de las carreteras generales. Y
de 1814 a 1829 se construyó, mejoró     Las carreteras eran polvorientas y los viajes, largos y pesados.
y completó gran parte de la actual
red de carreteras, invirtiendo cerca
de 63 millones de reales de vellón
(96.000 €). Pese a ello, caminos y ca-
rreteras presentan un estado des-
igual. Según Andersen, la carretera
hacia Elche (Alicante) “era tan an-
cha que diez diligencias, una junto a
otra, podrían correr por ella; pero a
trechos estaba empedrada y lisa y, a
trechos, sumamente accidentada. El
camino iba de mal en peor; concorda-
ba con las peores descripciones que
uno hubiese leído acerca de las carre-
teras españolas. Era exactamente co-
mo rodar sobre millas de pantano de-
secado”. Y describe la que llegaba a
Valencia desde Barcelona como “or-
lada de zanjas”.

  Por no hablar de zonas como Tán-

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