“Las muertes, lesiones y discapacidades en las vías se pueden evitar en un 90 %”
- En Latinoamérica, el coste de la siniestralidad vial supone entre el 2 y el 4 % del Producto Interior Bruto
15 octubre 2025
Un día de abril de 2005, la vida de Alma Chávez Guth cambió de forma imprevista y dramática: su sobrina Marisol, de 20 años, falleció víctima de un conductor ebrio. Ocurrió en Jalisco, México. Ese día tomó conciencia de que todas las personas podemos morir o quedar con secuelas terribles debido a un siniestro vial. Pero, también entendió que estas tragedias sí pueden evitarse. Y a esta labor ha dedicado los últimos veinte años de su vida, siempre repitiéndose una frase: “Tu recuerdo me impulsa”.
¿Cómo le explica a las personas que no han sufrido una pérdida como la suya que no deben aceptar los siniestros viales como algo inevitable?
Desde el año 2004 los organismos internacionales empezaron a hablar de que los siniestros viales no son accidentes porque se pueden evitar. Esto ha sido particularmente difícil de entender en Latinoamérica dada la cosmovisión que tenemos por esa mezcla de razas, cultura y religión. Ello nos hace pensar que debemos aceptar las tragedias porque no hay nada que hacer para revertirlas. Pero, la evidencia científica mundial en salud pública nos indica que las muertes, lesiones y discapacidades en las vías se pueden evitar en un 90 % con gobiernos comprometidos con la vida, la salud y la seguridad. La ciudadanía debe conocer el sufrimiento que supone la pérdida de un ser querido, aunque muchas veces no lo percibe hasta que no le ha tocado estar involucrado en un siniestro vial grave, y es por ello particularmente difícil avanzar en nuestra agenda de Cero Muertes Viales.
¿Es la atención a las víctimas de los siniestros viales una asignatura pendiente en muchos países? ¿Cómo se realiza esa atención en México?
En Iberoamérica existe una gran deuda pendiente para las víctimas directas e indirectas de los siniestros de tránsito. En nuestros sistemas penales se consideran homicidios “imprudenciales” y las penas que se pagan son mínimas, o de plano logran los victimarios no pagar por el gran daño hecho porque hay un gran enemigo de la justicia en nuestros países que se llama corrupción. Ello da pie a la impunidad.

¿Cree que es posible alcanzar el objetivo de Cero Víctimas que impulsan desde FICVI?
Ha sido extremadamente difícil la reducción de siniestros viales graves no sólo a nivel de América Latina, sino en todo el mundo. Ya vamos en la mitad del Segundo Decenio de Acción por la Seguridad Vial decretado por la Organización de las Naciones Unidas, cuya meta es la reducción del 50 % de muertes y lesiones en el tránsito, y los resultados no son los esperados. No lo vamos a lograr otra vez. Sin embargo, desde FICVI no dejaremos de alzar la voz en la región por los que ya no están, por los que viven día a día una discapacidad total y permanente, por los que claman justicia, por esos padres, madres, hijos, hermanos, amigos que se quedaron con los brazos vacíos. Su recuerdo nos impulsa. Sus vidas, sueños, ilusiones y esperanzas truncadas que el sistema pretende invisibilizar, para nosotros cuentan. Recordemos que no son números en una estadística fría.
¿En qué punto se encuentra la seguridad vial en Iberoamérica? ¿Existen muchas diferencias entre unos países y otros?
Queda mucho por hacer. Tenemos escenarios similares en nuestros países. Nos falta legislación y fiscalización adecuada. La corrupción y complicidad no ayudan a frenar estas desgracias y la impunidad deja en total abandono a víctimas y familiares.
¿Cree que las sociedades escuchan lo suficiente la voz de las víctimas?
En nuestra región no, falta mucho para que las víctimas viales tengan un lugar en el imaginario colectivo. Y es que Latinoamérica tiene muchos retos que superar como la pobreza, la criminalidad, los homicidios, los desaparecidos, las enfermedades y las desgracias naturales que llenan las agendas públicas, mediáticas y sociales.

¿Qué otras medidas deberían adoptar los diferentes gobiernos para reducir la siniestralidad vial? ¿Cree que está entre las prioridades políticas?
No hay que descubrir el hilo negro. Basta ver las evidencias científicas mundiales en reducción de muertes y lesiones en las vías y aplicarlas. Basta conocer el Sistema Seguro y trabajar en infraestructuras, vehículos seguros y usuarios vulnerables. Hay que tener legislación adecuada y autoridad que la aplique sin corrupción, con cero tolerancia, que el que la hace la paga. Lamentablemente, el tema de la movilidad segura y la seguridad vial no forma parte de las agendas gubernamentales de la región.
¿Por qué la seguridad vial requiere el compromiso de toda la sociedad? ¿Queda mucho camino por recorrer?
Es preciso ese compromiso por la vida, la salud y la seguridad, ya que ello significa impacto en nuestra calidad de vida y un futuro esperanzador para las nuevas generaciones que hoy optan por medios de movilidad no motorizada. A los adultos nos tocó el boom del automóvil no sólo como medio de transporte, sino como símbolo de estatus social y ahora que las guerras se dan por el petróleo y que el mundo sabe que estamos acabando con el planeta, es preciso una política pública en movilidad sostenible que impulse un transporte público eficiente y se proteja a los usuarios más vulnerables de las vías.
¿Una movilidad segura debe ser necesariamente sostenible?
Definitivamente. No podemos seguir acabando con el planeta y, por ende, con nosotros mismos con esas emisiones tóxicas que traen tantas enfermedades y muertes.
¿Qué considera más efectivo: las sanciones o la educación vial? ¿La mano dura o la concienciación?
La educación sola no hace el efecto deseado a corto plazo, que es la reducción de muertes y lesiones por siniestros viales. Las sanciones en un sistema sin corrupción son sumamente efectivas porque, tristemente, al ciudadano hoy le importa mucho el dinero. Entonces, lo ideal es que se trabaje en las dos áreas siempre: educación para prevenir y sanción para reeducar al ciudadano.
FICVI: 15 años dando voz a las víctimas viales

“Los mal llamados accidentes de tránsito y sus inaceptables consecuencias, constituyen uno de los principales problemas socio-económicos y de salud pública en Iberoamérica. Por cada persona fallecida, hay al menos cinco con heridas graves, y con secuelas para toda su vida. La sociedad iberoamericana en el siglo XXI no debe seguir sometida a esta pandemia”. Así comienza la “Declaración de Medellín” con la que, en 2010, se fundó la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Víctimas Contra la Violencia Vial (FICVI). En la actualidad, agrupa a 18 entidades de 12 países de Latinoamérica y Alma Chávez es su presidenta.
FICVI mantiene “un firme compromiso cívico, ético y político para luchar contra los siniestros de tránsito”, en defensa del “derecho a la vida y a la seguridad en la movilidad de las personas en Iberoamérica”.
En la Declaración, se deja claro que “los siniestros de tráfico son evitables” y se exige, entre otras cosas, “una política de estado prioritaria”, que se faciliten “datos fiables e información” y que la educación vial se incorpore a todos los niveles de la enseñanza. Subrayan que es necesario destinar suficientes recursos económicos para combatir la siniestralidad en las carreteras, estabecer unos protocolos eficaces de atención a las víctimas, mejorar la seguridad de las infraestructuras y que los códigos penales contemplen los “delitos cometidos contra la seguridad vial”. Desde FICVI insisten en que, cuando se habla de seguridad vial, todas las personas somos parte de la solución, algo que también subraya Alma Chávez: “Definitivamente al ciudadano hay que informarle sobre esta epidemia silenciosa que se cobra miles de vidas y que deja decenas de miles de personas en camas de hospital por semanas o meses y que muchas de ellas tendrán que vivir con una discapacidad total y permanente. Para ello, se necesitan gobiernos que se comprometan con el tema y que tengan estrategias nacionales para poder frenar y disminuir los siniestros viales que en Iberoamérica nos cuestan entre un 2 y un 4 % del Producto Interior Bruto. Una cantidad de dinero impresionante, sobre todo viendo las carencias y las desigualdades de nuestros países con un alto índice de pobreza”.
Chávez también destaca el apoyo que FICVI ha recibido desde España: “Quiero agradecer infinitamente a Pere Navarro, quien al frente de la DGT, logró hace algunos años la reducción de muertes y lesiones en el tránsito en España, con el compromiso del Gobierno y la aplicación de una normativa que salva vidas. Su labor es fuente de inspiración para nuestra región, sabemos que sí se puede. Por otro lado, agradecer a mi querida amiga Jeanne Picard, de Stop Accidentes, por acercarse a las asociaciones de América Latina y ayudarnos a hacernos visibles. Sin Pere Navarro y sin Jeanne Picard, FICVI no existiría y no me queda más que agradecerles infinitamente su interés, dedicación, orientación y amor para las víctimas viales de nuestra región”.
Más información: https://contralaviolenciavial.org/





