La presión, bajo control
- Los neumáticos anti-pinchazos no pierden su forma cuando se produce una pérdida de presión, impidiendo la pérdida de control del vehículo
28 julio 2016
Los neumáticos son responsables de la interacción de los vehículos con la carretera y, por ello, desempeñan un papel prioritario en el comportamiento dinámico de los automóviles (tracción, frenado, control direccional…), influyendo de manera decisiva en su seguridad, prestaciones y consumo de combustible. Este comportamiento está condicionado por numerosos parámetros del propio neumático, como los relativos a su estructura, constitución, condiciones de uso o mantenimiento.
Entre este conjunto de parámetros, el mantenimiento de la presión recomendada por el fabricante asegura las condiciones de seguridad del vehículo. La presión recomendada se define conforme a la carga del vehículo y a la geometría del neumático, de acuerdo con las especificaciones del fabricante del vehículo y las reglamentaciones internacionales.
De este modo, para que el neumático alcance sus especificaciones de uso es necesario que la huella de contacto formada sobre la superficie de rodadura tenga un desarrollo adecuado. Esto necesita que la presión en el interior sea la correcta. En caso de pinchazo o reventón del neumático, se produce una pérdida de dicha presión, de manera progresiva, en el primer caso, o brusca, en el segundo, con lo que su comportamiento se verá seriamente afectado.
Refuerzos contra pinchazos
Para evitar estos inconvenientes que acarrean un riesgo de seguridad en la conducción, una primera tecnología son los neumáticos antipinchazos (Run Flat Tires, RFT). Estos no pierden su forma cuando se produce una pérdida de presión (bien por pinchazo o por reventón), impidiendo la pérdida de control del vehículo y la degradación del propio neumático. Y permiten circular una distancia razonable (unos 80 kilómetros) a velocidades de hasta 80 km/h cuando se ha producido una disminución significativa de la presión interna con el objetivo de alcanzar un lugar en el que recibir asistencia.
Para ello, este tipo de neumáticos presentan habitualmente refuerzos tanto en los flancos como en los hombros. Estos refuerzos mantienen la estructura e impiden que el neumático se deforme al disminuir la presión, evitando que se desplace lateralmente respecto a su plano medio y sustentando el peso del vehículo. También el talón del neumático se diseña de manera que impide que se desmonte de su llanta como consecuencia de la pérdida de la presión y, además, suelen incorporar tecnologías para evitar el calentamiento que se produce en la circulación bajo estas condiciones.
Polímeros, soportes y monitorización
Otras tecnologías evitan la pérdida de presión de aire: la adición de polímeros viscosos en la zona interna del neumático de la banda de rodadura permite sellar los orificios que se producen en dicha banda cuando se produce la penetración de objetos punzantes (clavos, tornillos…), o el sistema PAX de Michelin, que consiste en insertar un anillo de soporte en la llanta para que, en caso de pinchazo, la banda de rodadura del neumático se apoye sobre este inserto.
Los sistemas miden las presión y la pasan a la unidad central
Según Bridgestone, en base a una campaña de inspecciones llevadas a cabo en un conjunto de países europeos, el porcentaje de neumáticos que circularon con una presión de inflado inferior a la nominal fue del 63% en 2011, elevándose hasta el 78% en 2012. En 2011 el 28,4% de los neumáticos inspeccionados presentaban una presión 0,5 bares inferior a la nominal, lo que se considera que está por debajo del considerado como umbral de seguridad.