Frenos, un elemento clave para la seguridad
- El sistema de frenado debe ser revisado de forma periódica.
09 octubre 2025
Según los datos de AECA-ITV (Asociación Española de Entidades Colaboradoras de la Administración en la Inspección Técnica de Vehículos), en 2024, los frenos fueron la cuarta causa de defectos graves detectados por las estaciones de ITV en España, representando el 11,4 % del total. Sin duda, el sistema de frenado de los vehículos es un elemento indispensable para poder circular con seguridad.
Existen varios tipos de frenos, aunque los más comunes son los de disco y los de tambor. Ambos cumplen la misma función: detener el vehículo, si bien lo hacen de manera distinta y con niveles de eficacia variables según el diseño y uso previsto.
Varios tipos. Los frenos de disco funcionan mediante una pinza que aprieta unas pastillas contra un disco metálico unido a la rueda. Este sistema ofrece una mayor capacidad de disipación del calor, lo que los hace más eficientes en condiciones exigentes como frenadas repetidas o a altas velocidades. Por eso, son ya los más habituales en vehículos modernos.
En cambio, los frenos de tambor utilizan zapatas que se expanden dentro de un cilindro para generar fricción. Aunque son más económicos y duraderos, su rendimiento disminuye con el calor, por lo que son menos adecuados para situaciones de frenado intenso. Suelen instalarse en el eje trasero de los vehículos urbanos más modestos.
Además de estos sistemas mecánicos, muchos vehículos incorporan ya los llamados frenos regenerativos, especialmente en modelos híbridos y eléctricos. Estos aprovechan la energía cinética del coche durante la frenada para recargar la batería, reduciendo el desgaste de los frenos tradicionales y mejorando la eficiencia energética.

Con ABS. Prácticamente todos estos tipos de frenos son hidráulicos, ya que utilizan el líquido de freno para transmitir la fuerza desde el pedal hasta las ruedas y detener el vehículo. Incluso los de tambor están accionados casi todos por un fluido hidráulico. Algunos coches históricos y muy antiguos cuentan sólo con cables o palancas de reenvío para transmitir la fuerza ejercida en el pedal de freno a los dispositivos de frenado propiamente dichos.
Además, los frenos modernos actuales disponen de ABS (sistema antibloqueo, Anti-lock Braking System, en inglés), que gestiona la frenada mediante sensores y actuadores y que impiden que las ruedas se bloque en en frenadas bruscas, por lo que mejora así el control del vehículo en momentos críticos.
Pros y contras. La diferencia entre los diferentes sistemas de frenado radica en su diseño, coste y aplicación. Mientras que los frenos de disco dominan en coches modernos por su rendimiento, los de tambor siguen siendo una opción válida en los vehículos más económicos. Los sistemas electrónicos y regenerativos, en cambio, representan el futuro de la frenada, integrando la tecnología más avanzada para mejorar la eficiencia y la seguridad.
En cualquier caso, e independientemente de los frenos que lleve nuestro vehículo, el mantenimiento regular es clave para evitar cualquier fallo. Revisar el estado de las pastillas, el nivel del líquido de frenos y atender cualquier señal anómala puede marcar la diferencia entre una conducción segura y un siniestro. Los frenos no avisan con palabras, pero sí con algunos síntomas y escucharlos puede evitarnos una auténtica catástrofe.
Hay algunos funcionamientos ‘raros’ que se pueden observar en el sistema de frenos antes de que fallen por completo y ante los cuales debemos llevar el vehículo al taller más cercano lo antes posible, para que le realicen un chequeo completo.
- Si se detecta que el freno está más duro y hay que hacer más fuerza sobre él o frena menos que antes, puede deberse a un fallo en el servofreno (‘booster’ o amplificador de freno que multiplica la fuerza aplicada al pedal, deteniendo el vehículo con menos esfuerzo). Este tipo de avería suele producirse tras un largo periodo de inactividad, un calor excesivo o algún fallo en la bomba.
- Si al pisar el pedal del freno, notamos que está muy blando, es posible que el nivel del líquido de frenos haya bajado más de la cuenta o que haya entrado algo de aire en el circuito. Tampoco es bueno que este líquido tenga mucha humedad, algo que detectan en el taller con un dispositivo especial.
- También es aconsejable revisar cada cierto tiempo (entre dos o tres meses) que el líquido de frenos está en un nivel adecuado. Además, en las visitas que nuestro vehículo realiza al taller se suele vigilar que las pastillas no están desgastadas o que los discos se encuentran en buen estado.
Tal y como se ha señalado, son uno de los sistemas más críticos para la seguridad de cualquier vehículo. Sin embargo, no están exentos de fallos, y cuando estos ocurren (no es lo habitual), las consecuencias pueden ser graves, principalmente por no saber reaccionar a tiempo y de forma adecuada. Aunque es verdad que, en algunos casos, no se dispone del tiempo o el espacio necesarios para hacerlo.
Ante un fallo de frenos, lo primero es mantener la calma. No está de más intentar avisar al resto de los usuarios de la vía, activando los ‘warning’ (los cuatro intermitentes de emergencia) e incluso tocando el claxon. También es muy importante no apagar el motor, porque dejaría de funcionar la servodirección y accionar el volante sería más duro y complicado.
Si el pedal no responde, pruebe a bombearlo repetidamente para intentar recuperar presión, por si se tratara de un fallo puntual de la bomba. Si esto no funciona, y en caso de que el sistema esté completamente inoperativo, puede recurrir al freno de mano de forma progresiva, evitando tirones bruscos y siempre que este sea de tipo mecánico. Si es eléctrico, como muchos vehículos modernos montan (prácticamente todos los premium), a partir de una determinada velocidad no entra en funcionamiento.
También es recomendable introducir una marcha inferior en la caja de cambios si es manual y, si es automática, utilizar el modo secuencial del vehículo para aprovechar el freno motor. Este modo permite bajar marchas a través de la propia palanca o de unas levas dispuestas tras el volante, sin necesidad de pisar ningún embrague, ya que, por supuesto, estos coches automáticos no disponen del mismo.
En cualquier caso, lo más importante es no afectar a otros usuarios, ya sean conductores o peatones, por lo que se debe buscar una manera segura de salir de la carretera o acercarse al arcén. Si estamos circulando por ciudad, antes de perder el control del vehículo y que se produzca un accidente o un atropello, podemos intentar un roce controlado contra una valla, el bordillo de la acera o cualquier otro elemento cercano. Mejor eso que un atropello o una colisión con otro vehículo.
Una vez detenido, el vehículo debe ser remolcado a un taller porque, obviamente en ningún caso debemos continuar la marcha, ni a baja velocidad, con un sistema de frenos averiado.





