Accidentes de tráfico, viejos conocidos
- El respeto a los límites de velocidad, uso del cinturón del casco, cero consumo de alcohol y otras drogas, no utilización del móvil... son conductas de protección que hay que sentir tan necesarias como las mascarillas o el hidrogel
08 julio 2020
La pandemia de la COVID-19 ha provocado una crisis sanitaria inédita en este siglo, cuyas consecuencias estamos lejos de comprender. También ha reafirmado la vigencia de algunos principios básicos, comunes a la gestión de todo problema de salud pública: voluntad política y social, coordinación, movilización de recursos, gestión de datos, vigilancia del cumplimiento de las normas, comunicación y concienciación, innovación técnica, intervención sanitaria, responsabilidad individual.
En el ámbito de la seguridad vial, una vez que nos enfrentamos a lo que se ha dado en denominar ‘nueva normalidad’, es momento de recordar las vidas perdidas este año en nuestras carreteras –muchas de ellas, de profesionales del transporte– y rebelarnos ante la idea de que los accidentes de tráfico sean un coste inevitable de la recuperación de nuestra actividad económica y social.
El coronavirus nos enfrenta a un riesgo nuevo y desconocido, que asociamos con un peligro inmediato para nuestra salud. El accidente de tráfico, uno de los riesgos inmediatos por antonomasia de las sociedades modernas, se nos aparece, en contraste, como algo viejo y conocido. Eliminar los accidentes empieza, quizá, por mirarlos con el mismo asombro que dedicamos a lo nuevo, y redescubrir las conductas que nos proporcionan protección colectiva –respeto de los límites de velocidad, uso de cinturón y casco, cero consumo de alcohol y otras drogas, no utilización del teléfono móvil– como si habláramos de ellas por primera vez. Y sentirlos tan necesarios como las mascarillas o el hidrogel.