Historias con un trago de más
- Cuando le detuvieron, venía de "pillar" coca, se había tomado 12 cervezas y acababa de tener dos accidentes
23 abril 2014
Parecen situaciones inverosímiles que a veces rayan tanto el ridículo como la tragedia, pero son casos reales que tienen como protagonistas a conductores con altas tasas de alcohol. Acompañamos esta selección de historias con una infografía que describe los efectos de la bebida al volante, por cuánto se multiplica el peligro, con cuántas cervezas, vinos, licores o combinados daría positivo un hombre y una mujer, y cuánto tarda en eliminarse el alcohol.
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No estaba muerto, dormía. Pasadas las dos de la madrugada, la policía local de Badajoz recibió la llamada de un ciudadano: un automovilista que circulaba haciendo eses, había chocado contra dos coches estacionados. Cuando llegaron los agentes, el conductor, de 56 años, que dio una tasa ocho veces el máximo permitido, dormía plácidamente en el interior de su coche.
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Flechazos a la Guardia Civil. No eran flechas de amor, sino auténticas saetas de punta metálica con las que un aficionado al tiro al arco, de 42 años, intentó agredir a los agentes de la Guardia Civil cuando le detuvieron al observar que llevaba una rueda desinflada, y además hablaba por el móvil. Solo el hecho de que cuadriplicara la tasa de alcohol permitida podía explicar semejante agresividad.
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Causó un descarrilamiento. Trató de eludir un control policial apagando las luces y desviándose por un camino, hasta que su coche invadió la vía férrea, Sevilla-Cádiz. Causó el descarrilamiento del tren y heridas a 14 personas. El conductor, de 25 años, que iba ebrio, fue condenado a 1 año de cárcel.
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Sin rueda. Hay que estar mal para coger un vehículo y no saber, o no importarle, que le faltara una rueda. Alguien alertó a la Guardia Civil de que una furgoneta circulaba negligentemente por una carretera local madrileña. Cuando detuvieron al conductor, de 38 años, su tasa de alcohol quintuplicaba la permitida.
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Le quitó las llaves. Algunos tienen un ángel a su lado. Un viandante le había visto llegar dando tumbos a su coche (triplicaba la tasa de alcohol) y, a pesar de sus advertencias, arrancó y destrozó varios árboles; ni corto ni perezoso, el ‘ángel’ se asomó por la ventanilla, cogió las llaves del coche y avisó a la policía; cuando llegaron estaba pateando a los vehículos aparcados. Algo similar ocurrió cuando un joven arrebató las llaves a su progenitor, borracho, enzarzándose a puñetazo limpio, hasta que la policía detuvo a ambos.
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Drogado y ebrio. La interacción del alcohol y las drogas puede llevar a tomar decisiones fatales. Tenía 18 años, había estado en una fiesta en la que mezcló gran cantidad de bebida y varias drogas, y se puso a los mandos de su ciclomotor, que carecía de alumbrado y retrovisor, y para acelerar tiraba de un cable, hasta que sufrió un accidente. Falleció la chica que le acompañaba. Lo condenaron a 2 años y 5 meses de prisión, además de la retirada del carné.
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Batió su propio récord. Cuando la policía local placentina lo vio pasar con el coche, lo reconocieron al instante: era el conductor que ostentaba, desde fecha reciente, el récord de alcoholemia en la ciudad y tenía el carné suspendido. Al detenerlo, comprobaron que había superado su propia marca, 1,69 mg/l, casi siete veces el límite permitido.
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Expulsado de España. Era la cuarta vez que lo detenían por conducir borracho y sin carné. Se trataba de un ciudadano sudamericano al que el juez expulsó de España por cinco años, en sustitución de la pena de prisión, una posibilidad contemplada en el Código Penal.
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Venía de “pillar coca”. Un coche-patrulla municipal consiguió detener a un automóvil que circulaba de forma temeraria, tras una aparatosa persecución. El conductor, de 30 años y sin carné, confesó que venía de “pillar coca” y que se había tomado 12 latas de cerveza. Se comprobó que acababa de provocar dos accidentes y la Guardia Civil estaba tras sus pasos.
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“Agente, yo no conducía”. Se aturden, son incapaces de percibir la realidad... Cerramos esta historia de malos tragos con estos casos: La policía de la localidad vizcaína de Getxo detuvo de madrugada a un conductor parado en un carril de la calzada y con las luces apagadas; no disponía de carné y cuadriplicaba la tasa de alcoholemia. Este otro también tenía el carné suspendido, presentaba claros síntomas de embriaguez y acababa de pasar un semáforo en rojo, pero se negó a soplar en el alcoholímetro porque, aseguró, con las manos sobre el volante: “agente, yo no conducía”. En cambio, un tercer conductor puso todo el interés en soplar, pero al parecer el aire se le iba por otro sitio; tras realizarle un análisis de sangre en un centro hospitalario, se verificó que quintuplicaba la tasa.
La concentración de alcohol en la sangre varía a lo largo del tiempo. Se absorbe en el aparato digestivo y luego pasa a la sangre. A los 5 minutos de haberlo ingerido ya puede detectarse su presencia, pero su nivel máximo se alcanza entre los 30 y 90 minutos siguientes a la última copa. El organismo trata de eliminarlo, como si fuera una toxina, a través del sudor o la orina y del aire espirado, metabolizándose en el hígado. Pero es un proceso muy lento que, en algunos casos, se puede prolongar hasta 15 horas.
Errores más frecuentes
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Detenerse en el carril sin causa justificada
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No guardar la distancia de seguridad
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Realizar giros excesivamente amplios
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Circular por el carril incorrecto
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Invadir el carril contrario
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Circular por dirección prohibida.
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Reaccionar tarde a la señalización
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Conducir de forma errática
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Efectuar adelantamientos antirreglamentarios
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Señalizar de manera incorrecta las maniobras
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No utilizar de forma adecuada las luces
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Salirse de la zona de circulación