Lo que nos une a la vida
- El 26% de las personas que murieron en un siniestro vial en 2020 no llevaba puesto el cinturón de seguridad
- El cinturón de seguridad es uno de los ocho grandes inventos del siglo XX
17 marzo 2021
"A partir de 40 km/h y sin el cinturón de seguridad, un choque en seco puede ser mortal, porque al no estar sujetos podemos golpearnos la cabeza con el parabrisas”. Así de rotundo se muestra Carlos Llinàs, monitor de la Escuela RACC (Real Automóvil Club de Cataluña) de Conducción Segura. Cree que se habla mucho de los asistentes de conducción (ADAS), pero el cinturón es el elemento de seguridad que más vidas ha salvado en la carretera (más de un millón, según el RACC) porque es el más efectivo.
De hecho, la Oficina de Patentes de Alemania lo ha reconocido como uno de los ocho inventos más importantes del siglo XX, dice Luis Montoro, presidente de FESVIAL (Fundación para la Seguridad Vial). Paula Márquez, subdirectora adjunta del Observatorio Nacional de Seguridad Vial (ONSV) de la DGT, añade que llevar el cinturón en un accidente supone “la diferencia entre la vida y la muerte, entre quedar con lesiones o no”.
Antes y después
Márquez establece un paralelismo con las vacunas. Si estas fueron el gran avance médico del siglo XX, el cinturón supuso un antes y un después en la seguridad vial. Las vacunas salvan miles de vidas, como vemos ahora, y el cinturón ha reducido significativamente la siniestralidad vial, tanto en heridos como fallecidos, afirma Márquez.
No debemos olvidar que, en un choque a 60 km/h, el peso de una persona se multiplica por 56: 75 kilos se 'convierten' en 4.200. En un vuelco, explica Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, “el vehículo se convierte en una centrifugadora”, por lo que “las posibilidades de fallecer se multiplican por 3 o 5” y para eso “no hacen falta ni muchos giros ni mucha velocidad”.
Lesiones muy graves
Según la subdirectora adjunta del ONSV, el cinturón y el casco funcionan igual: evitan que el cuerpo humano se golpee contra superficies duras en caso de accidente, aunque se ve mejor en el casco (protege la cabeza). Cuando una persona va libre dentro del habitáculo, un simple frenazo provoca un desplazamiento, un choque contra el parabrisas o elementos como el salpicadero.
La doctora Márquez explica que el propio impacto puede provocar roturas en los órganos internos. Por ejemplo, un golpe en el tórax puede fracturar las costillas y convertirlas en cuchillas sobre los pulmones. El estómago también puede romperse por el impacto, al igual que las arterias o la vejiga (si está llena es más fácil que estalle). Además, están las posibles lesiones en la columna vertebral (dorsal y lumbar). “Con el cinturón puesto, estos traumatismos son casi imposibles”, asegura.
Mejor abrochado
¿Y qué ocurriría si hay un incendio, el cinturón de seguridad se bloquea y no puedo salir del coche? Esta es la recurrente hipótesis que plantean quienes tratan de buscar excusas para no ponerse el cinturón. Paula Márquez responde que esa es una eventualidad tan extraña que si llega a ocurrir, “las personas que van dentro del vehículo habrían muerto antes”.
Otra excusa que suele utilizarse son las posibles fracturas óseas que provoca la presión del cinturón, sobre todo en los más mayores por la fragilidad de sus huesos. Márquez plantea diseñar un sistema que proteja a estos colectivos más vulnerables, como ocurre con los menores.
Luis Montoro considera que la formación es el único camino para acabar con los “mitos, excusas y estereotipos” sobre el cinturón. Por ejemplo, a quienes dicen que “no sirve para nada”, hay que recordarles que llevarlo reduce a la mitad el riesgo de muerte; y los que aseguran conocer a alguien “que se ha salvado por no llevarlo” deben saber que “eso solo se produce una vez cada millón”. Quienes creen que “en ciudad no vale” ignoran que precisamente en las vías urbanas es más efectivo. Sucede lo mismo con los recorridos cortos, porque, agrega Montoro, “en carretera siempre tomamos más precauciones”. Asegura que las personas que no utilizan el cinturón porque confían en los otros sistemas de seguridad, como los airbags, deben saber que cuando estos saltan, si no vamos sujetos al asiento, nos impactan a más de 300 km/h, por lo que una lesión en el cuello puede ser mortal.
¿Más sanciones?
El mensaje de Llinàs, monitor del RACC, es claro: “Ponte el cinturón de seguridad, conéctate a la vida”. No obstante, cree que “mucha gente se pone el cinturón para evitar la sanción, no por seguridad, y por eso no le da un buen uso”. Agrega que muchos tienen la sensación de que el cinturón “es un engorro”. ¿Qué se puede hacer? Llinàs cree que podrían endurecerse las sanciones y desarrollar nuevos dispositivos que, por ejemplo, impidan que los vehículos arranquen si los citurones no van abrochados correctamente.
El presidente de FESVIAL también es partidario de endurecer las sanciones, aunque insiste en que el principal problema es que desconocemos los motivos reales por los que debemos ponernos el cinturón: “El mejor sistema de seguridad es formar al conductor, también en las nuevas tecnologías que van incorporándose”. Advierte igualmente que una cosa es llevar puesto el cinturón de seguridad y otra “llevarlo bien” (ver infografía).
En opinión de Llinàs, el principal problema son los trayectos cortos (por el barrio o a un pueblo cercano...), donde baja la percepción del riesgo. Los datos le dan la razón porque, según la campaña de vigilancia del cinturón y los sistemas de retención infantil de la DGT (entre el 9 y 15 de marzo de 2020), el 77% de las denuncias que se pusieron por no utilizarlos fue en vías convencionales.
En 2020, 125 personas fallecidas en accidente de tráfico no lo usaban, el 26% del total. En cuanto a los heridos, 205 de las 1.438 personas que necesitaron ser hospitalizadas tras un siniestro vial (el 15%) también iban sin él. Son unas cifras altas si tenemos en cuenta que la campaña de vigilancia de la DGT de marzo de 2020 detectó que no llevaba el cinturón alrededor del 1% de las personas (adultos y menores).
Y ese 26% de 2020 supone un aumento de 3 puntos con respecto a 2019. Los expertos calculan que, si hubieran llevado puesto el cinturón, la mitad de esas personas habría salvado su vida.
Más "razones" del no
Montoro añade, a los falsos mitos, otras razones como que los conductores sobrevaloran sus capacidades al volante (el "yo controlo"), un rechazo a las normas (rebelión mal entendida) y que, en general, en España, entendemos que no nos van a pillar cometiendo una infracción.
Al respecto, Patricia Pérez, psicóloga de la DGT, cree que estos comportamientos pueden asociarse a “ciertos factores de personalidad, actitudes y nivel de gestión del riesgo” porque nuestro estilo de conducción refleja nuestra personalidad y afecta a la toma de decisiones. También está la gestión del riesgo, añade, porque es “el propio conductor el que valora las consecuencias de sus posibles conductas y, en función de ello, adopta un comportamiento determinado”.
Por lo que se refiere al aumento de la siniestralidad sin uso del cinturón en 2020, Pérez opina que puede relacionarse con los efectos de la pandemia: la elevada “sobrecarga emocional” y “la falta de práctica durante meses de conductas automatizadas, como la conducción, pueden producir despistes al retomarlas”.
En España, el uso del cinturón es obligatorio desde 1975 para los asientos delanteros (1992, para los traseros). No usarlo es una infracción grave penalizada con 200 € de multa, más la pérdida de 3 puntos en el carné si eres el conductor.
Para los pequeños de la casa (hasta 135 centímetros de altura) son obligatorios los sistemas de retención infantil (SRI), siempre adaptados a su peso y talla. Como normal general, deben ir siempre en los asientos traseros. En caso de accidente, el menor que no va con su SRI correctamente instalado y abrochado puede sufrir lesiones muy graves y, además, se convierte en un proyectil que puede golpear a los demás ocupantes del vehículo.
El cinturón de seguridad también es importante para las embarazadas, conductoras o pasajeras. En caso de accidente, protege a la madre y al feto. La banda horizontal debe colocarse a la altura de las caderas (bajo del abdomen) para que, en caso de frenazo o accidente, la presión de la cinta no provoque daños al bebé. La banda diagonal debe ir por el hombro y entre ambos senos.