Radares, velocidad bajo control
- La DGT instalará 150 nuevos radares en tres años, el 80% de ellos en carreteras convencionales
21 diciembre 2023
La presencia de los radares se ha multiplicado en las últimas dos décadas. En 2005 había cerca de 90 radares operativos en nuestras carreteras. Cinco años después, ya llegaban a los 300. Actualmente, los radares activos en vías interurbanas gestionados por la Dirección General de Tráfico son más de 400.
En paralelo, las cifras de siniestralidad vial en España han descendido progresivamente durante estas dos décadas: en 2004, el número de personas fallecidas en siniestros viales en vías interurbanas fue de 3.841 personas; en 2022 hubo 1.273 víctimas mortales, dos tercios menos.
“La velocidad excesiva tiene una presencia elevada en los accidentes y una repercusión directa en la gravedad del siniestro. Los controles fijos de velocidad y de velocidad media son muy eficaces para reducir los accidentes”, señala Ana Blanco, subdirectora adjunta de Circulación de la DGT.
‘Doppler’ y láser
Actualmente, en nuestras carreteras (excluidas Cataluña y País Vasco) hay 355 radares activos en puntos fijos donde miden velocidades instantáneas y 64 de tramo para medir velocidades medias.
La mayoría de ellos -aproximadamente el 90%- son del tipo ‘Doppler’, radares propiamente dichos que emiten oleadas de microondas contra los vehículos en movimiento para calcular su velocidad.
El resto de los equipos de medición de la velocidad instalados en las carreteras emplean tecnología láser (ver infografía 'Radares: así funcionan' en la página siguiente).
Todos estos cinemómetros fijos son calibrados anualmente por el Instituto Nacional de Metrología para garantizar su buen funcionamiento. Se instalan en tres tipos de soportes distintos -pórticos sobre la calzada, cabinas y postes en los laterales de la vía-, habitualmente en puntos donde se producen más accidentes:
“La selección de las localizaciones para la ubicación de los radares se realiza atendiendo a rigurosos estudios de la accidentalidad, dando prioridad a las carreteras convencionales, el tipo de vía con mayor de siniestralidad mortal”, explica Blanco, que confirma que la DGT intensificará el control de la velocidad durante los próximos tres años con la instalación de 150 nuevos cinemómetros, la mayoría (80%) destinados a carreteras convencionales y el resto a autovías y autopistas. Además, el 60% de los nuevos cinemómetros serán de tramo “por ser estos los más efectivos” y el resto radares fijos de velocidad instantánea, explica Blanco.
A los medios fijos de control de la velocidad en las carreteras, se suman otros 325 radares móviles operados por los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil (ATGC). Estos cinemómetros también se emplazan en puntos donde hay acumulación de accidentes con víctimas (no solo mortales, sino también heridos graves):
"Las jefaturas provinciales proporcionamos estos datos de siniestralidad a la ATGC para que puedan establecer los controles en los lugares donde la velocidad es uno de los factores causantes del siniestro", explica Ana Luz Jiménez, jefa provincial de Tráfico en Sevilla. "No nos resignamos a contar muertos, debemos utilizar todos los recursos de los que disponemos de la manera más eficiente posible", añade Jiménez.
Además, la Unidad de Medios Aéreos de la DGT, con 11 helicópteros equipados con radares 'Pegasus' para la vigilancia y control aéreos, envió al Centro de Tratamiento de Denuncias Automatizadas (CTDA) casi 20.000 propuestas de sanción por infracciones de los límites de velocidad en 2022.
Evolución tecnológica
La mejora de la tecnología también ha sido fundamental en el desarrollo del control y la vigilancia de la velocidad en las carreteras. Antes, la ubicación de los radares estaba condicionada por la proximidad a una acometida eléctrica y a la disponibilidad de las conexiones de fibra óptica.
Los nuevos equipos alimentados por energía solar y dotados de conectividad por redes 3G, 4G y 5G han superado estas limitaciones, de forma que es posible instalar radares donde son realmente necesarios, incluso en ubicaciones remotas.
Asimismo, el desarrollo técnico de cámaras y flashes ha permitido captar imágenes legibles en condiciones de poca luz, dentro de túneles o incluso de noche.
Sanciones automatizadas
Y, ¿cómo llega una multa cuando cometemos una infracción de velocidad? Todos los cinemómetros fijos en carretera están informatizados y gestionados a distancia.
Cuando uno de ellos capta a un vehículo por encima del límite legal de velocidad, genera automáticamente imágenes y datos de la infracción (fecha, hora, localización, velocidad del vehículo…).
Estos datos viajan en un fichero comprimido y encriptado (no manipulable) a través de fibra óptica o vía GPRS (como en los teléfonos móviles), hasta el CTDA, donde se descomprime y desencripta.
A partir de ahí el fichero debe superar una serie de filtros, tanto automatizados como manuales, destinados a verificar que se cumplen todas las condiciones exigibles (validez del certificado de Metrología, funcionamiento del aparato, datos de la infracción, calidad de la fotografía, etc.):
"La DGT aplica criterios estrictos a las imágenes antes de iniciar un expediente sancionador. Esta rigurosidad queda de manifiesto en el hecho de que en el CTDA descarta en torno al 30% de las fotografías que recibe", explica Yolanda del Canto, directora del CTDA, que en 2022 generó unos tres millones y medio de denuncias por excesos de velocidad.
El primer radar de tramo comenzó a operar en España en verano de 2010, en el túnel de Guadarrama en la autovía A-6. Actualmente hay 64 tramos de velocidad controlada, con una longitud media de unos 2.000 metros, aunque el más largo llega a los 23 kilómetros.
Esta forma de control de la velocidad se basa en realidad en un sistema con dos cámaras separadas varios kilómetros y sincronizadas por satélite, que lee matrículas y calcula la velocidad media de cada vehículo en ese tramo. Dentro de los túneles, debido a las condiciones de luz, las cámaras tienen una iluminación continua por infrarrojos que el ojo humano no puede captar.
Por su longitud, la instalación de estos cinemómetros tiene limitaciones operativas, ya que no son adecuados si en el tramo hay muchas incorporaciones o salidas, rotondas, áreas de descanso o distintos límites de velocidad.
La velocidad máxima genérica en una vía es aquella que se le asigna de manera teórica según sus características. Esta velocidad varía en función del tipo de vehículo y del tipo de vía: