Recordar, consolar, actuar
- “Un cambio de actitudes se puede lograr de muchas formas, pero la nuestra es efectiva y debería valorarse más”
08 octubre 2025
Hace 20 años la Asamblea General de la ONU declaró que el tercer domingo de noviembre de cada año pasaría a conocerse como el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Siniestros de Tráfico. Pero el antecedente de este homenaje se fraguó mucho antes, en los 90, cuando la Federación Europea de Víctimas de Accidentes de Tráfico y la asociación RoadPeace se unieron para dedicar un día al año a recordar públicamente a aquellos que perdieron la vida o la salud en la carretera. Fueron las víctimas quienes alzaron la voz logrando el reconocimiento de un organismo como la ONU. Ese es el poder de su testimonio.
Largo camino. Aunque hoy asumimos que parte de la seguridad vial que disfrutamos se debe a la labor de estas organizaciones que han visibilizado el coste humano que suponen los siniestros viales, durante mucho tiempo su discurso no resonaba tan alto. “Pero con los años las administraciones cambiaron su percepción y hoy por hoy podemos decir que nos escuchan -asegura Ana Novella, presidenta de Stop Accidentes-. También tienen claro que estamos aquí y que no nos callamos, que seguimos y seguiremos peleando para evitar accidentes y salvar vidas”. Un proceso de reconocimiento institucional que ha sido largo, pero en el que, según aprecia Mar Cogollos, directora de AESLEME, la DGT hizo bien los deberes: “Especialmente desde la implantación del permiso de conducir por puntos la DGT supo colocarnos en el centro”.
Importante labor. Hace décadas que la DGT reconoce la labor de estas asociaciones, apoya y da visibilidad a sus iniciativas, estudia cambios normativos que están incluidos entre sus peticiones e incluso concede ayudas a sus programas. El último ejemplo de la importancia que la DGT les concede quedó reflejado en la Orden INT/914/2024 que cambió los cursos de sensibilización y reeducación vial para conductores infractores. Gracias a esta norma, desde el año pasado las sesiones en las que las víctimas cuentan su testimonio a los conductores han pasado a ser obligatorias.
“La formación y la actuación del psicólogo que ofrecemos en estos cursos son importantes, pero sin duda el testimonio de una persona que ha sufrido un siniestro vial es lo que más impacta en el infractor. Ese relato puede hacer que se replantee conductas viales de riesgo”, asegura Montserrat Pérez, subdirectora general de Formación y Educación Vial de la DGT.

Actualmente en estos cursos participan 14 organizaciones de víctimas diferentes. La Asociación para la Prevención de Accidentes de Tráfico (AESLEME) y la Asociación de Ayuda y Orientación a los Afectados por Accidentes de Tráfico (Stop Accidentes), son dos de ellas. Ambas cumplen años en 2025 (AESLEME 35, Stop Accidentes, 25) y su historia, proyectos y labor son un ejemplo de la lucha para lograr que lo que les sucedió a ellos no vuelva a repetirse.
Labor de prevención. La más veterana de las dos, AESLEME, nació del empeño de dos médicos, el doctor Juan Ángel García Reneses, responsable de la Unidad de lesionados medulares del Hospital Universitario La Paz de Madrid, y el doctor Rafael Herruzo. Pero también de la determinación de una psicóloga a la que un siniestro vial había dejado tetrapléjica con 25 años.
“El doctor García Reneses fue un visionario. Tras hacer un estudio epidemiológico junto al doctor Herruzo y comprobar que la mayoría de lesionados medulares que habían pasado por La Paz en una década habían sufrido un siniestro vial, tomó conciencia de que no podía curar este tipo de lesiones, pero sí crear una asociación orientada a prevenirlas”, explica Mar Cogollos, directora de la asociación y, antes de eso, la psicóloga que atendía a las víctimas en el hospital.
“Nuestra intención siempre fue y sigue siendo concentrarnos en el antes para evitar el después”, asegura Mar Cogollos. Tres décadas después la organización puede presumir de estar presente en 12 comunidades autónomas y mantener activas las 12 campañas que han diseñado a lo largo de todos estos años; iniciativas por las que han pasado cinco millones de personas.
“El año que nació AESLEME se contabilizaron más de 6.000 víctimas mortales y 100.000 heridos. Hoy las cifras son menores y yo quiero creer que algunos de los jóvenes que han asistido a nuestras charlas en su colegio, su instituto, la universidad... se han librado de aparecer en las estadísticas gracias a que en el último momento se acordaron de cuando les decíamos ‘¿quién prefieres que llame a tu padre, tú para decirle que te venga a recoger o la Guardia Civil para avisarle de que has tenido un accidente?’”, resume Mar Cogollos.
Contra el olvido. El camino que recorrió Ana Novella hasta llegar a la asociación que ahora preside difiere de la experiencia de Mar Cogollos. La ONG nació en noviembre del año 2000. Ana llegó en enero de 2002 tras perder a su hijo de cuatro años, Pablo, en un atropello. “Me costó llamar, pero llamé, y me di cuenta de que por fin estaba hablando con alguien que me entendía”, recuerda.
Gracias al contacto con Stop Accidentes nació en ella el ánimo de transformar aquella amalgama de emociones que amenazaban con arrasar aún más su vida en algo positivo. “En esto te metes para ayudar a más gente, porque por desgracia los siniestros viales siguen ocurriendo. Y también porque quieres reivindicar que algo así no suceda más. Siempre tienes esa cosa dentro de pensar que lo que te ha sucedido podría haberse evitado. Por eso sientes que debes pedir que se tomen más medidas, que se escuche tu voz, darle algún sentido a la muerte de Pablo”, describe Ana Novella.

Lucha diaria. Además de su labor de concienciación particpando en campañas, coloquios, charlas y talleres, Stop Accidentes se ha volcado en sus 25 años de historia en convertirse en el primer salvavidas de muchos familiares y amigos de víctimas. Allí encuentran apoyo psicológico, asesoría jurídica y social y, si lo desean, un lugar desde el que luchar contra la delincuencia vial aunque esa sea una batalla repleta de sinsabores. “Para mucha gente seguimos siendo un número. Prefieren vernos así y tiene sentido, porque que venga alguien a recordarte que en cualquier momento puedes convertirte en un delincuente vial, te choca. Es más fácil pensar que lo que nos ha sucedido es un accidente, mala suerte. Pero la mayoría de los siniestros viales se producen por no respetar las normas, y eso no tiene nada de casual ni de fortuito”, afirma Ana Novella.
Organizaciones como AESLEME y Stop Accidentes nos recuerdan que existen muchas maneras de luchar contra la siniestralidad vial. Escuchar atentamente lo que tienen que decir quienes conocen de primera mano el abismo que se esconde tras un mal llamado accidente de tráfico es una de ellas. “Usamos nuestra historia para evitar que lo que nos sucedió a nosotros vuelva a pasar. Como psicóloga sé que un cambio de actitudes se puede conseguir de muchas maneras, pero la nuestra, directa, emocional, con la verdad por delante y la realidad, es efectiva y debería valorarse más”, concluye Mar Cogollos.

El 24 de enero de 1998, Jordi, el hijo de Ana María Campo, murió atropellado en el centro de Barcelona mientras esperaba con su bicicleta a que un semáforo le diera paso. Un conductor con 1,19 grados de alcohol en sangre se lo llevó por delante. Dos años después, a cientos de kilómetros, Jeanne Picard Mahaut pasaría por el mismo calvario: su hijo Santiago murió mientras circulaba por una carretera gallega. Su vehículo fue arrollado por otro: el conductor iba ebrio. Fue casi un milagro que en un mundo sin redes sociales ambas mujeres lograran ponerse en contacto por teléfono y entablaran una relación que las convertiría en las fundadoras de Stop Accidentes. El pasado mes de marzo Ana María Campo falleció, y parte de la celebración del aniversario de la asociación se dedicará a recordarla. “Era una mujer fuerte, tanto de carácter como de presencia. Entraba y llenaba la sala. Pero al mismo tiempo sabía acoger. Era una persona muy entrañable, mucho”, recuerda Ana Novella.
El pasado 13 de septiembre de 2025, el puente de Jena en París acogió 'Alive', una performance inscrita en el proyecto internacional 'Inside Out' del artista JR, promovida por la Asociación Antoine Alléno, de Francia, y en la que participó Stop Accidentes.
En esta performance se pegaron en la calzada 1.330 retratos de familiares de víctimas de accidentes de tráfico de toda Europa con un objetivo: hacer visibles a los invisibles. Al final del día, los retratos fueron arrancados en un gesto que simbolizaba el abandono de las familias por parte de la sociedad. No es el único ejemplo de que la movilización de las víctimas de tráfico traspasa fronteras. AESLEME forma parte de la campaña 'The Wrong Side of the Road', apoyada por la agencia de Naciones Unidas, Unitar. Esta iniciativa busca concienciar sobre los riesgos del alcohol al volante mediante testimonios reales.





