Reacción educativa
- No es suficiente lanzar el debate de una asignatura obligatoria, precisamos algo más
11 diciembre 2019
Ante la emergencia climática, como es habitual, y prácticamente como último recurso, miramos a la responsabilidad de la educación y a su ineludible rol social para convencer e implantar de forma inminente comportamientos y hábitos que reviertan alguna situación a la que, en general, hemos dado la espalda.
No equivoquemos la hoja de ruta como en tantas ocasiones: no es suficiente lanzar el debate de una asignatura obligatoria en los centros educativos o sobre la necesidad de incrementar las medidas restrictivas y sancionadoras a los usos inadecuados y perjudiciales del automóvil, aunque sean necesarios, precisamos algo más.
La educación para la convivencia social, y la medioambiental como hábitat de la misma, no está destinada a su reclusión en los centros educativos, ni siquiera en la familia o en sesiones formativas; más bien precisamos su expansión para trasladar y convencer a la sociedad educadora y sus múltiples posibilidades divulgativas del delicado momento ambiental en el que nos hallamos..
Acción cotidiana
La educación, hoy, debe ser el pilar y el protocolo de una férrea disciplina ecológica en nuestra acción cotidiana, en cada uno de nuestros pasos, el criterio fundamental de nuestras decisiones más simples: en el modo de comprar, consumir y, por supuesto, de reciclar –qué, cómo y dónde– los residuos; de hacer uso de los espacios naturales con conciencia de protegerlos del deterioro que podemos causar y, por supuesto, de la racionalización y restricción, si fuera necesaria, de aquellos elementos y hábitos altamente contaminantes.