Envejecimiento activo, saludable, seguro y… digno
- Debemos poner a su disposición herramientas y profesionales para que desarrollen con eficacia sus nuevas tareas, por ejemplo, relacionadas con las nuevas tecnologías aplicadas en coches y calles
06 octubre 2020
A finales del siglo pasado (no se asusten, hablamos de los años 80/90) las previsiones demográficas avanzaban la buena nueva: viviríamos más y mejor; no se había descubierto el elixir de la eterna juventud, pero sí un avance importante: estaríamos aquí más años y con mejor estado físico.
Después de dos décadas del nuevo siglo, continuamos abriendo espacios y vías para conseguir una gestión eficaz de este patrimonio, para mejorar e integrar la convivencia social y disfrutar no solo del más, sino también del mejor.
ENVEJECIMIENTO ACTIVO
El envejecimiento de la sociedad es obvio. El reportaje de portada deja claro cambios y nuevos valores, optimistas, por supuesto, que se incorporan al día a día: sostenibilidad, accesibilidad, perspectiva de género…
Y con una premisa cada vez más clara por parte de los expertos: aunque no es posible presuponer un estado físico único asociado a la edad, en general, mantener un buen estado físico es una clave del envejecimiento activo y saludable.
Se refieren los expertos a que la movilidad, en su sentido más amplio, además de la autonomía nos obliga a mantener conductas y hábitos que, a la postre, resultan imprescindibles para nuestra salud y, lo que es más importante, para completar el logro del más y mejor con un “dignamente”.
Ser activo implica también actividad intelectual, social… Esto supone el cuidado del aspecto personal, además de mantener un buen nivel de autoestima, relacionarse en círculos sociales que favorecen el entretenimiento, la planificación de los días, que dejan el tiempo justo para los problemas, dificultades… algo poco recomendable en grandes dosis y uno de los grandes riesgos del envejecimiento no activo.
Como es obvio, todo esto tiene sentido desde una actividad saludable y por supuesto segura.