Cuide su coche, conduzca 'sano'
- Una conducción con grandes aceleraciones, frenadas y giros bruscos de volante castiga todos los sistemas:
29 septiembre 2016
Respetar las normas no lo es todo. Cuidar la ‘salud’ de su vehículo para mantenerlo en condiciones mecánicas óptimas también es fundamental. De esta forma evitará visitas al taller y, sobre todo, circulará seguro. A continuación le sugerimos diez hábitos de conducción saludables, que usted puede poner en práctica fácilmente, para alargar la vida de su vehículo:
1. Pise el pedal de embrague al arrancar.
Una medida para proteger la batería, ya que hay menos piezas de la transmisión que mover. Con el embrague pisado a fondo ‘corta’ la transmisión y tan solo giran el motor y el volante de inercia. En cambio, si no pisa el pedal de embrague, también se mueven los engranajes de la caja de cambios y el disco de embrague. De hecho, muchos vehículos modernos ya no permiten arrancar el motor sin el embrague pisado a fondo.
2. Sin acelerar.
Cuando arranque no es necesario que pise el pedal del acelerador. El sistema electrónico de inyección facilita la cantidad de carburante adecuada sin acelerar. Cuando acciona el acelerador, está enviando un exceso de carburante que no se quema y se diluye en el aceite, restándole propiedades. Y peor aún: multiplica el desgaste de las piezas del motor que aún están sin lubricar.
3. El pie, lejos del pedal de embrague.
¿Suele dejar el pie apoyado en el pedal de embrague siempre que conduce? Esta costumbre, en apariencia inofensiva, puede salirle muy cara. La leve presión del pie sobre el pedal provoca el desgaste prematuro del collarín de embrague (o cojinete de empuje) por rozamiento. El deterioro de esta pieza obliga a cambiar el kit de embrague completo (plato de presión, disco de embrague y collarín), una tarea costosa porque implica extraer la transmisión del coche. Así que, cuando no cambie de marcha, deje el pie reposando en el apoyo a la izquierda.
4. Las manos, al volante.
La mano descansando sobre la palanca de cambio es uno de los ‘vicios’ más extendidos. Como en el caso anterior, es solo una pequeña presión pero puede provocar averías serias. La palanca de cambio es el final de un sinfín de engranajes que trabajan solidarios para transmitir la fuerza del motor a las ruedas. Cualquier presión sobre ella desgasta esos engranajes. Con los años puede traducirse en holguras, marchas que se resisten a entrar o que se salen e incluso rotura. Recuerde, las manos siempre en el volante y solo en la palanca cuando vaya a cambiar de marcha. Además, así tiene capacidad de maniobra sobre el volante.
5. Reposte antes de la reserva.
Apurar el depósito de carburante puede provocar que las impurezas en la parte baja del depósito lleguen al motor y causen daños en piezas caras de sustituir, como la bomba o los inyectores. En lo posible, reposte antes de llegar a la reserva. Si su depósito se vaciara del todo, haga una limpieza integral del circuito.
6. Ojo, bordillos.
Procure no golpear sus neumáticos contra bordillos, salientes o baches: el pellizco, frontal o lateral, deteriora las gomas. Entre otros daños, un golpe fuerte puede modificar los reglajes de la suspensión, desequilibrar las ruedas, variar las cotas de dirección y provocar vibraciones en el volante. También puede afectar los rodamientos. Si usted tiene que subir un desnivel o afrontar un firme bacheado, hágalo siempre lo más despacio posible.
7. Frenada progresiva.
Siempre que sea posible, reduzca a marchas cortas y deje que frene el motor. Y acostúmbrese a pisar el pedal de freno progresivamente. Una conducción tranquila y equilibrada, sin frenazos, evita la sobrecarga del sistema. En cambio, abusar del freno acelera el desgaste, sobre todo de pastillas y discos.
8. Volante: gire sin llegar al tope.
Girar el volante hasta el tope afecta al estado de la dirección y la suspensión (rótulas, silentblocks...). Cada volante puede girar unas 2,5 vueltas a cada lado: cuando se acerque al tope final, deje un pequeño margen para no forzar la dirección. Su coche lo agradecerá.
9. Conduzca de forma tranquila.
El estilo de conducción determinará el desgaste del vehículo. Una conducción con grandes aceleraciones, frenadas y giros bruscos de volante castiga todos los sistemas: frenos, caja de cambios, embrague, neumáticos, motor (pistones, cilindros, cigüeñal) y, en general, fuerza todas las partes móviles. Y, por supuesto, aumenta el consumo: una conducción brusca puede aumentar el consumo entre 2 y 4 litros cada 100 kilómetros.
10. En las detenciones, punto muerto.
Mantener el embrague a fondo en las paradas es una mala práctica que no aporta nada y, en cambio, sí puede perjudicar a la mecánica, pues desgasta prematuramente el collarín del embrague. Cuando se detenga, en un semáforo en rojo por ejemplo, lleve siempre la palanca de cambio a la posición de punto muerto y retire el pie del pedal de embrague.