El contrapunto en tiempos del COVID 19
- Los menores han llegado a este aislamiento “total” procedentes de otro, ya asimilado socialmente, por la inseguridad ciudadana en general, y por la epidemia de víctimas de accidentes de tráfico
21 abril 2020
A lo largo del primer mes de confinamiento, los adultos hemos recibido y aprendido múltiples lecciones, pero nos preocupa especialmente la asimilación de esta nueva situación socioeducativa por parte de los más pequeños, en particular, y de los alumnos desalojados del contexto educativo formal en general.
Podríamos decir que afrontamos una nueva normativa, amplia y compleja, sin manual de instrucciones, que sustituye a la anterior donde conocíamos cada artículo, y manejábamos con cierta soltura el qué, cómo, cuándo, dónde y por qué aplicarlo, y cuyo cumplimiento nos garantizaba “desplazamientos y avances más seguros”... Ahora nos sentimos un poco perdidos, tenemos que emprender este viaje pero apenas conocemos el destino, y con múltiples incertidumbres tenemos que ponernos en marcha.
En los próximos días, iremos publicando sucesivas reflexiones sobre esta situación. Iniciamos la serie "Contrapunto en tiempos del COVID-19", esta es la primera entrega:
Confinados: entre la rutina y la innovación
En una reciente entrevista en El País, el psicopedagogo Francesco Tonucci, confinado desde hace 5 semanas en su casa de Roma, reflexiona sobre la preocupación de los padres por cómo asimilarán los menores estas circunstancias vitales tan complejas.
Defensor de la autonomía de los niños y de la recuperación de los espacios públicos (la calle) para su actividad cotidiana para el juego y la convivencia infantil, las reflexiones de Tonucci apuntan a la diversificación de actividades y tareas (no sólo escolares), y a la necesidad de espacios, aunque sean míminos, en el hogar para mantener su autonomía.
No obstante, la reflexión más dura que nos deja la entrevista es que los menores han llegado a este aislamiento “total” procedentes de otro, ya asimilado socialmente, por la inseguridad ciudadana en general, y por la epidemia de víctimas de accidentes de tráfico que también nos asola, que les ha desplazado de sus espacios naturales para el ocio, el aprendizaje social, la convivencia...
Son muchos los aprendizajes (duros) que nos deja esta situación, pero no desperdiciemos este tiempo valioso para experimentar, conocer y debatir más y mejor sobre las aulas virtuales, inteligentes, familiares, que, cuando pase este mal sueño, seguirán a nuestra disposición.
El respiro que hemos dado a nuestro medio ambiente, por ejemplo, deja sobre la mesa de debate cuestiones como el análisis de necesidades reales, y no sólo de comodidad, y la posibilidad real de generar y fomentar actitudes y valores beneficiosos para todos, que no debemos desaprovechar.