
El derecho a la movilidad de las personas mayores
- La educación para la seguridad vial debe ser una constante a lo largo de la vida.
04 abril 2025
A lo largo de nuestra vida nos desplazamos en el espacio en diferentes medios y ámbitos, dependiendo de si somos peatones, conductores o pasajeros. Pero también nos desplazamos en el tiempo: desde la infancia, en la que, por ejemplo, dependemos de un sistema de retención infantil que debe estar bien seleccionado, instalado y ajustado, hasta ese momento que nos seduce y asusta a la vez y que en nuestra mente calificamos como “hacernos mayores”, cuando entramos en la edad más madura. Y todo esto ocurre en un mundo cada vez más tecnológico, que nos exige adaptaciones rápidas y eficaces.
El análisis de las cifras de personas fallecidas en siniestros viales según su edad pone de manifiesto la importancia de la educación para la seguridad vial como una constante necesaria a lo largo de la vida porque, más allá de la obtención o no del permiso de conducción o del contexto vial, intervienen factores como son el entorno social, a veces hostil, los cambios en nuestras aptitudes psicofísicas y también en las actitudes sociales. O simplemente las diferentes necesidades que tenemos en cada punto de nuestra historia y que requieren toda nuestra atención para mantener nuestros niveles de seguridad vial aceptables.
Todos y todas. En los primeros meses de 2025, la evolución de las cifras de fallecimientos en siniestros viales en las personas mayores de 65 no es ni mucho menos favorable: hasta el 23 de marzo (cifras provisionales), habían perdido la vida 51 personas que tenían 65 años o más, 8 más que en 2024 (ver recuadro adjunto). Estos datos muestran una tendencia preocupante que hace necesaria la puesta en marcha de acciones que atajen la situación.
En realidad, las estrategias definen la táctica que se debe seguir para mejorar unas cifras que necesariamente deben ser susceptibles de mejora. La seguridad vial de las personas mayores pasa necesariamente por involucrar en la tarea no sólo a ellas mismas, sino a la sociedad en su conjunto y, muy especialmente, a quienes conviven o están cerca de ellas: personal médico y de cuidados, trabajadores sociales, educadores y familia. Todos ellos son mediadores que pueden facilitar el acceso a información importante y a identificar las necesidades de la persona mayor. También pueden ayudar en la toma de las decisiones oportunas en cada momento.
Debemos subrayar lo necesario que es que la sociedad adopte una actitud integradora y normalizadora, para que el inevitable envejecimiento sea saludable y activo, alejado del proteccionismo rancio y la discriminación injusta.
Guía imprescindible. Siguiendo esta línea de actuación, la Dirección General de Tráfico (DGT) y el Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial de la Universitat de València (INTRAS) han publicado una guía sobre la salud vial del mayor (SAVIMA), que forma parte de una estrategia más global destinada a las personas mayores y que se presentará próximamente. Se trata de un documento imprescindible que destaca el análisis evolutivo en la sociedad desde la perspectiva vial, además de ofrecer recomendaciones de hábitos saludables y poner en valor el papel que juega en este proceso el entorno de las personas mayores. En la guía, se ofrecen dos cuestionarios (uno, para el conductor mayor y otro, para el familiar o alguien próximo), con el fin de poder evaluar los riesgos para la conducción según las condiciones psicofísicas. Los indicadores (verde, amarillo o rojo) se obtienen tras responder a 30 ítems, divididos en tres áreas: a nivel cognitivo y emocional, a nivel físico y a nivel particular de conducción.
La idea es que tanto el conductor como el familiar o persona próxima (que le ha visto conducir regularmente) contesten a las mismas preguntas. De esta forma, se comprueba cómo se percibe la persona mayor cuando se enfrenta a la conducción y cómo la ve su entorno. El objetivo es obtener información para tomar las decisiones adecuadas, aunque conviene subrayar que los cuestionarios no son una herramienta diagnóstica.
Tal y como se señala en la Guía SAVIMA (Salud Vial del Mayor), “conducir no es cuestión de edad, sino de capacidades y de salud”. De hecho, el aumento, en los últimos años, de la esperanza de vida más allá de los 80 años (de media, 85 en las mujeres y 80 en los hombres) ha llevado a un incremento de los conductores mayores: vivimos más y, por tanto, conducimos durante más tiempo. Sin embargo, la gran pregunta que se plantea es: ¿cuándo debemos dejar de conducir?
No existe una respuesta exacta para esta cuestión, aunque a partir de los 70-75 años se recomienda iniciar la vigilancia de la salud de manera especial y su repercusión en la conducción. El momento de actuar es cuando surgen las primeras alertas, cuando aparecen comportamientos inseguros en esa persona mayor, tanto como conductor como en sus actividades diarias. En muchos casos, no es necesario dejar de conducir completamente, sino tomar determinadas precauciones como hacerlo sólo durante determinadas horas del día o a sitios más o menos cercanos. En cualquier caso, es muy importante que la persona mayor se sienta partícipe de las decisiones que se van a tomar.
Para el caso de que la única solución posible sea dejar aparcado el coche de forma definitiva, no existe una solución mágica. Lo fundamental es sentar las bases para una comunicación fluida con el conductor mayor, para que no perciba la situación como una amenaza a su libertad o a su derecho a la movilidad.
Por tanto, lo más oportuno es iniciar una conversación abierta y honesta (eligiendo un momento adecuado y tranquilo) para poder transmitirle nuestras preocupaciones y que sirva también para escuchar sus inquietudes y sentimientos. Una vez aceptado el riesgo de conducir, debemos establecer un plan de adaptación o transición, ofreciendo alternativas de transporte, apoyo emocional y, si es necesario, la evaluación por parte de un profesional médico o de un Centro de Reconocimiento de Conductores (CRC).
Entre el 1 de enero y el 23 de marzo de 2025, 51 personas de 65 años o más han fallecido en un siniestro vial, son 8 más que en 2024. En lo que va de año, son el grupo de edad que más víctimas mortales ha registrado.