“Ella no hablaba. De pronto vi que no podía hacer nada”
- "Esto es una pesadilla, si hubiera tomado drogas o alcohol la culpabilidad sería insoportable”
27 marzo 2019
El accidente que cambió la vida de Miguel (nombre ficticio) ocurrió el verano pasado, un sábado que salió temprano de casa para ir al Pirineo, a dos horas en coche de su ciudad. A la vuelta se durmió al volante y, en una recta, se fue de frente contra una furgoneta que venía en sentido contrario. “Solo recuerdo el estruendo de la colisión, fue frontal, a unos 100 km/h. Lo normal es que no estuviera aquí”, explica.
Miguel se despertó dentro de su vehículo, destruido, en el carril contrario. Desde dentro vio una columna de coches detenidos delante de él, la carretera estaba impracticable. Su primer pensamiento fue “estoy vivo, es un milagro”. Entonces vio la furgoneta volcada, en el sentido contrario. Salió del coche como pudo y fue a ayudarles. Tiró de una puerta para abrirla, fue imposible. “El conductor hablaba, estaba vivo y consciente. Le pregunté si le acompañaba alguien, me dijo que sí, su pareja, una chica de unos 30 años. Pero ella no hablaba. De pronto vi que no podía hacer nada. Entonces me vine abajo, me senté en la cuneta y empecé a llorar. Ese momento no se parece a nada que haya vivido ni vaya a vivir, te marca para siempre”.
En el hospital preguntó muchas veces por ella pero nadie le contestaba, solo había miradas, ninguna respuesta. Después del accidente se puso en lo peor: “La cabeza es una lavadora, todos los días estas dándole vueltas al ‘coco’, piensas que vas a perder a la familia, el trabajo, el juicio... Esto es una pesadilla, si hubiera tomado drogas o alcohol la culpabilidad sería insoportable”.
Ha estado unos meses en tratamiento psicológico, y reconoce que más allá de su suerte, sabe que “ahora hay una familia destrozada”. Actualmente tiene una causa penal abierta y hay una investigación en proceso para determinar si cometió imprudencia. De momento, espera para saber si está acusado y habrá juicio, pero no sabe cuándo.