“Pienso en los conductores cuando hago información meteorológica”
- “No podemos llamar buen tiempo a tener 30 grados en octubre”
01 diciembre 2022
Desde niño, Roberto Brasero leía la revista de la DGT, “Tráfico y Seguridad Vial”. Su primer trabajo en la Facultad de Periodismo lo hizo sobre esta publicación. ¿La razón? Su padre formaba parte de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en Toledo, primero en las motos “sanglas” y luego en el coche de atestados. “Cuando te encuentras en dificultades con tu coche, no hay nada más bonito que ver llegar a la Guardia Civil”, dice. Y la emoción y el orgullo se apoderan de él al recordar a su padre, Francisco Brasero, recientemente fallecido, que con 40 años de servicio “formó parte de esa pandilla de ángeles que patrullaban las carreteras y que me transmitió el espíritu de sacrificio y de servicio. Todavía hoy mucha gente me recuerda que fue socorrida por mi padre. Eran superhéroes de la meseta. Le recuerdo enfundado en su guerrera de cuero. Porque entonces los inviernos eran mucho más fríos”.
¿Por qué ha hecho tan buen tiempo este otoño?
No podemos llamar buen tiempo a 30 grados en octubre en Bilbao o a una noche de 21 grados en Santander. Buen tiempo es que haga el tiempo que corresponde.
¿Piensa en los automovilistas cuando prepara su información?
Trato de abordar todas las facetas en las que el tiempo puede influir. Pienso en los conductores, claro, en especial en puentes, Semana Santa y Navidad. Me gusta avisar de los inconvenientes que van a encontrar como bancos de niebla, lluvia, nieve...
¿Y en qué concreta esa información a los conductores?
Me gusta dar consejos y avisar de lo que tienen que hacer, por ejemplo, si hay granizo, porque éste puede romper las lunas del coche. El tiempo provoca inconvenientes que alteran lo previsto durante un viaje en carretera.
¿Cómo es como conductor?
Soy un conductor responsable. No soy temeroso; ni de los que pisan huevos ni de los que se creen Fernando Alonso –antes los llamábamos “fitipaldis”–. Cumplo las reglas, pero, como recomendaba mi profesor de autoescuela, “dale brío, dale brío”.
Coche eléctrico, ¿sí o no?
Me he lanzado al híbrido enchufable. Es una prueba, a ver cómo evoluciona el mercado, pero el futuro pasa por la electrificación. Nuestra atmósfera no puede esperar más. Hay que seguir moviéndose, pero dejando de lanzar gases de efecto invernadero.
¿Algún percance en la carretera?
Salvo algún pequeño golpe de chapa, no he sufrido mucho. Una vez llevé el coche a una revisión para cambiar las pastillas del freno y, al salir, en una recta, no frenaba. ¡Menos mal que no venía nadie!, y es que me dejaron desconectado un tornillo y un cable.
Protagoniza campañas contra la violencia de género y el uso responsable de la tecnología y es embajador de “Ponle freno”...
Llevo 11 años participando en la carrera. Me encanta divulgarla porque la recaudación va al Hospital de Parapléjicos de Toledo y a víctimas de accidentes. Aunque lo que menos hago es correr. Y si corro, no me pongo ni hora ni marca. El director general de Tráfico, Pere Navarro, y el ya ex fiscal jefe de Tráfico, Bartolomé Vargas, tampoco se la pierden. Es el único momento en que te puedes saltar un semáforo en rojo en Madrid.
¿Cómo llegaron las isobaras y las marejadillas a su vida?
No lo tenía previsto. Cuando trabajaba en Telemadrid, una directora de Informativos pensó en dar un cambio a la sección del tiempo. Y desde entonces, hace ya casi 20 años, la información meteorológica cobró más importancia desde el punto de vista periodístico. Y es un honor haber participado de este cambio.
¿Los meteorólogos le ven como a un intruso?
Quizá al principio sí, pero ya no. Todo ha evolucionado mucho y los meteorólogos también hacen incursiones en programas de divulgación y hablan de si hay setas o no.
¿En qué se diferencia y en qué se parece a Mariano Medina?
Ambos somos toledanos y tenemos vocación por hacernos entender, él como pionero y yo, con respeto por los que me precedieron, para seguir esa estela. Escribió un libro, “El tiempo es noticia”, un manual para iniciarse en la meteorología, que tomé como texto de cabecera.
¿A qué hombre del tiempo seguía cuando comenzaba en esto?
El que me contagió esa vocación por divulgar fue Manuel Toharia. He tenido la oportunidad y la suerte de conocerle. Es un científico que se hace entender. Y como persona, causa una sensación muy grande.
Usted escribió un libro para que los ‘torpes’ entendieran el tiempo.
Sí, era una colección ‘para torpes’ sobre diferentes aspectos del conocimiento, con ilustraciones del gran Forges. Después escribí “La influencia silenciosa”, que trata de explicar cómo el clima modifica la Historia. Un clima cálido permitió, por ejemplo, que Erik el Rojo descubriera Groenlandia, o que los pescadores vascos llegaran a Terranova.
¿Qué actitud se debe tomar ante el cambio climático?
No es inteligente dar la espalda a los datos y a los científicos, que tienen comprobado que las temperaturas son cada vez más altas. Este año España ha tenido 42 días de ola de calor y el verano ha durado 40 días más. Tampoco es inteligente responder a esto tirando tartas en museos o no tomar medidas. Hay recorrido para poner freno al cambio climático. Escepticismo no y apocalipsis no. Creo que lo inteligente es actuar.
Pero en la historia de la Tierra ha habido otros cambios climáticos…
Sí, y períodos glaciares o interglaciares, pero ahora, por primera vez, hay influencia humana y tenemos responsabilidad en ello. La culpa es del hombre y está en nuestra mano mitigarlo. No todo está perdido.
¿Qué le sugiere ‘ Filomena’?
Fue un gran reto. La previsión indicaba que llegaba una gran nevada y había que comunicarlo. El 8 de enero había muchos coches atrapados en la M40 en Madrid y falló la respuesta que como sociedad teníamos que dar ante episodios como éste. La solución no eran quitanieves. Ese día habría que haber modificado, por ejemplo, los horarios de trabajo.
¿La gente toma en serio la información meteorológica?
Sí cuando hay avisos rojos, que se activan en coordinación con las instituciones implicadas: Aemet, Protección Civil, DGT… Pero las alertas deben tener peso. Es como Pedro y el lobo. Hay que reservar la fuerza comunicativa para momentos difíciles.
¿Qué aficiones tiene cuando no está enfrascado con el tiempo?
Lo que más me gusta es perder el tiempo. Sentarme a no hacer nada o a leer. Y a disfrutar con mis hijos de manera egoísta, porque me lo paso muy bien con ellos. O con mis amigos. Y el deporte. Más que correr, camino o monto en bici. Me apasiona ver la naturaleza en directo y no en un monitor. Y los domingos, hacer arroz en el jardín de casa.
¿Le gusta viajar?
Mucho. Incluso por trabajo. Tuve que viajar a La Palma por la erupción del volcán y después volví con mi familia de vacaciones a disfrutar con el volcán parado. También me gusta ir a mi pueblo, Talavera de la Reina, donde viven mi madre y mis hermanos. Me gusta conocer lugares y gentes. De hecho, los mejores lugares donde he estado son las personas.
¿Y el tiempo del reloj? ¿Cómo percibe el paso del tiempo?
Einstein tenía razón: el tiempo es relativo. Con Filomena perdí la noción del tiempo, porque vivía en un hotel ante la imposibilidad de llegar a casa. Este 2022 también se me ha hecho muy largo. Más, incluso, que la pandemia.
También se preocupa por dar voz en televisión a la España vaciada...
Quien más cuida el medio ambiente es un pastor, un cazador o un agricultor y si abandonamos el campo, estamos dejando de cuidarlo. Debemos frenar esa despoblación y no solo con buenas intenciones: tiene que haber buena cobertura 5G, buenos servicios y no mirar la rentabilidad absoluta. Así, habría más gente que trabajaría en la España vaciada.
¿Qué es la televisión para usted?
Un trabajo y una pasión. También me encanta la radio. Soy casi más oyente de radio que de televisión. Pero hacer televisión, jugar con imágenes y dirigirte a un amplio número de personas es maravilloso, un privilegio al que intento responder con dedicación y dando lo mejor de mí.