"La tecnología de los coches evita muchos accidentes"
- "Soy muy mal copiloto, porque me duermo bastante a menudo"
20 junio 2023
Niko Shera vive en Brunete, una localidad madrileña en la que se siente muy bien, que le ha nombrado hijo predilecto y donde residesu entrenador, Quino Ruiz Llorente. “Sin él, no hubiera llegado hasta aquí”, dice este deportista de 27 años que ya ha hecho historia, con humildad, tesón y sacrificio, en el deporte español. No le gusta la velocidad ni consume alcohol, así que, cuando sale de fiesta con sus amigos, ya sabe que le toca ponerse al volante. De todos modos, precisa, “en mi entorno hay poco alcohol. Somos deportistas y el consumo es muy esporádico”.
¿Cuáles son sus hábitos como conductor?
No me gusta la velocidad, voy tranquilo. No tengo necesidad de ir rápido, salvo que vaya a llegar tarde a algún sitio, que aprieto un poquito. Me saqué el carné de conducir a los 20 años y no he tenido ningún accidente. Algún frenazo brusco sí he tenido que dar, pero ahora los coches tienen mucha seguridad. Yo estoy encantado con mi “toyota”, que si detecta que estás haciendo cosas raras, te pita.
¿Cree que la tecnología de los vehículos ha aportado seguridad en la conducción?
Sí. Los coches son ahora mucho más seguros. Mi coche frena si no frenas tú. Y esta ayuda, y otras, evitan muchos accidentes. Las marcas en general contribuyen a que todo sea más seguro. Mi coche es híbrido, pero en la villa olímpica de París, cuyo espónsor es Toyota, todos los vehículos tendrán una huella de carbono neutra. Ése va a ser el camino. Se trata de cuidar el medio ambiente.
¿Qué opina de la convivencia de coches, motos, patinetes, bicis… en la vía pública?
Cuando voy a Madrid, sólo uso el patinete si hace buen tiempo y estoy con familiares y amigos, pero creo que falta regulación. Me gusta la bici, sí, pero en Madrid apenas la uso. Tampoco el coche. Lo aparco y uso transporte público. Estaría muy bien que hubiera normas más claras sobre el uso de vehículos tan diversos, en especial en las ciudades.
“El alcohol te miente...” Es el lema de la última campaña de la DGT...
No bebo y nunca he bebido. Siempre que salimos de fiesta, soy yo el que conduce, pero mucha gente no es consciente de que cuando bebes, arriesgas tu vida y la de otros. En mi entorno hay poco alcohol. Somos deportistas y el consumo es muy esporádico. Lo ideal es coger un Uber o un taxi si has bebido. En Georgia hay un servicio de pago que te llevan el coche a casa. Una idea genial.
¿Le gusta conducir o que le lleven?
Me gusta conducir, pero no hacer viajes largos. Prefiero ser copiloto, pero soy un mal copiloto, porque me duermo a menudo. La primera media hora charlo y pongo la música que me gusta, y luego, a dormir. Eso sí, no me gusta ir con cualquiera. No iría nunca en ‘blablacar’.
¿Dónde está su foco o su meta profesional? ¿En París 2024?
De momento, mi objetivo es recuperarme al 100% de la lesión que tuve en la rodilla. Va muy bien, pero necesito algo más de tiempo. Y luego podré empezar a entrenar y a entrar al tatami. En agosto me pondré a competir para la clasificación olímpica. Eso, a corto plazo.
¿Y a medio o largo plazo?
Evidentemente, los Juegos Olímpicos (París 2024), pero mientras hay muchas competiciones: el Máster, el Campeonato de Europa, el del Mundo…
Vino a España de Georgia con sólo 13 años. ¿Tiene el corazón dividido?
Para mí, España es igual que Georgia. Mitad y mitad. Me siento parte español y parte de Georgia. Para mí lo más importante son mis amigos y mi familia. Echo de menos el paisaje humano, pero vuelvo a Georgia una o dos veces al año, en Navidad o cuando tengo vacaciones.
¿Quién le inició en el judo?
Mi padre. Empecé con diez años a hacer judo porque él era un apasionado de este deporte. En Georgia hay mucha afición a la lucha, al judo... Mi padre fue campeón de Georgia y era un deportista de elite, pero lo tuvo que dejar por la guerra, y luego entró en la política. Además, se casó con 19 años y tuvo que trabajar.
¿Cómo ha sido su camino hasta ser campeón del mundo?
Cuando empecé, no pensaba en ser campeón del mundo, claro, pero me fui marcando objetivos cada vez más altos. Llegué a ser campeón de Madrid, de España… y en ese camino conocí a Quino. Sin él, no hubiera conseguido todo esto. Me rodeé del mejor equipo. Esto es imposible hacerlo en solitario.
¿Ha tenido que renunciar a mucho?
Sí. Tuve que sacrificar tiempo con mis amigos, tiempo de fiesta, y concentrarme en comer bien y descansar. He renunciado a cumpleaños porque tenía una competición a la vista. Esa disciplina y esa constancia cuestan. Es un sacrificio, pero lo que ganas te aporta tanto que merece la pena. Sobre todo, cuando haces lo que te gusta y disfrutas.
¿Qué supuso el primer Oro del Mundial?
No era muy consciente de lo que significó. Fue en Bakú (Azerbaiyán). Como está muy cerca de Georgia, vinieron muchos georgianos, aparte de mi familia. Fue increíble. Había españoles, georgianos, y estaba muy contento, porque estaban los míos: mis hermanos, mi madre, mis amigos… y fue emocionante. Poco a poco descubrí que había hecho algo grande. Pero no quiero hablar de lo conseguido, porque tengo muchas cosas que hacer.
Y luego llegó el segundo Mundial...
Ese camino fue más complicado porque la presión era mayor, la gente espera que ganes y yo me presionaba y me decía que no podía perder. Era una lucha psicológica, más que física. No estaba satisfecho nunca. Iba al límite. Todo en exceso es malo. El exceso de motivación es tan malo como la falta de motivación. Hay que conseguir un equilibrio mental y es complicado. El año siguiente perdí el campeonato del mundo, pero lo recuperé en la siguiente edición.
¿Qué ocurre cuando pierdes?
Aprendes mucho de las derrotas, pero aun así nunca quieres perder.
¿Quién es Quino para usted?
Es mucho más que mi entrenador. Compartimos la pasión por este deporte. Para mí es como mi segundo padre. Tengo las llaves de su casa y él de la mía.
¿Cuáles son sus aficiones?
Tomar el sol, ir a la playa, al cine, bailar, escuchar música… Y estar de risas con mis amigos. Nos reímos de cualquier cosa. Con estar con mis amigos, me basta y estoy contento. Es lo que más echo en
falta cuando estoy entrenando. También me gusta mucho el billar.
¿A quién recomendaría practicar judo?
A a todo el mundo, incluso a los niños. Aprendes a caer, a luchar cuerpo a cuerpo… Es un deporte muy completo porque físicamente estás fuerte, y a nivel mental viene muy bien. Exige respeto al entrenador, al contrincante, al tatami... Empiezas con una reverencia y te despides con otra. Ganes o pierdas.
¿Y si no fuera judoka?
Waterpolo. Es un deporte que me gusta y en el que podría haber seguido, pero el judo ganó la partida.