"Reducir la velocidad es la única medida que salva vidas, con rapidez y a bajo coste"
- “Una medida fundamental de seguridad vial es el fomento del transporte público”.
20 junio 2024
George Yannis lleva más de 30 años trabajando en temas de seguridad vial. Es profesor y director del Departamento de Ingeniería de Planificación del Transporte de la Universidad Técnica Nacional de Atenas (NTUA) y responsable del Observatorio de Seguridad Vial de dicha universidad. Cuando en noviembre concluya el reto 30x30 (30 maratones en 30 meses) habrá recorrido 1.266 km en total.
¿Cómo surgió la idea de esta iniciativa?
Tras más de 30 años dedicado a la seguridad vial y después de haber participado en diversos maratones, decidí combinar ambas pasiones por una causa: promover activamente la adopción del límite de velocidad de 30 km/h en el mayor número posible de ciudades de todo el mundo como política fundamental para lograr ciudades más seguras, saludables y ecológicas. Los accidentes de tráfico son un grave problema social a escala mundial, con 1,19 millones de víctimas mortales al año y más de 50 millones de heridos, y el exceso de velocidad es la principal causa de los mismos, especialmente en las ciudades, donde peatones, ciclistas y motoristas se encuentran muy expuestos y son especialmente vulnerables.
Los científicos pedimos continuamente que se reduzca la velocidad. Sin embargo, el exceso de velocidad sigue siendo un comportamiento habitual y popular entre la mayoría de los conductores y motoristas, especialmente los jóvenes; un comportamiento en gran medida promovido o tolerado por la sociedad, las administraciones y la industria. Las voces de los más vulnerables de la vía pública continúan siendo débiles frente a nuestras sociedades, basadas en la velocidad y con una larga tradición automovilística.
En los últimos cinco años, varias ciudades europeas (París, Bruselas, Ámsterdam, etc.) han implantado la velocidad 30 km/h (excepto en los grandes ejes) con resultados significativos: una reducción media del 37% de las víctimas mortales en siniestros viales.
Por eso, decidí ir más allá de los argumentos científicos tradicionales y promover más activamente las ciudades 30 a través de mi reto de correr 30 maratones en 30 meses. Me sorprendió y motivó enormemente recibir el apoyo de tantas personas, expertos, medios de comunicación y principales organismos en Europa y en todo el mundo, como la ETSC, POLIS, UITP, IRF, ECTRI, que aunaron sus fuerzas para apoyar a los gobiernos y a las administraciones locales en el camino hacia las ciudades de 30 km/h.
¿Merece la pena el esfuerzo?
El sentido de mi reto va mucho más allá de la hazaña física. Se trata de difundir el mensaje de la velocidad 30 en toda la ciudad, pues repercute en gran medida en la seguridad vial, la salud pública y la sostenibilidad medioambiental. Además, consiste en fomentar una cultura de planificación urbana responsable y animar a los responsables políticos a que apliquen medidas básicas que den prioridad a la vida y el bienestar humanos (viajeros en lugar de vehículos).
Cuando reflexiono acerca de los kilómetros recorridos y las innumerables conversaciones que he mantenido, estoy convencido de que cada paso dado tiene un valor enorme, ya que ayuda a la concienciación de la necesidad de un tráfico más tranquilo. En última instancia, contribuye a salvar vidas, la mayor recompensa de mi Maratón de Maratones. Cualquier vida que salvemos gracias a este nuevo paradigma de movilidad que promuevo, merece todos y cada uno de los kilómetros recorridos.
¿Es la seguridad vial una carrera de fondo?
Trabajar por una movilidad urbana segura y sostenible es un maratón y no un esprint. Del mismo modo que yo intento regular mi velocidad de carrera y de descanso para poder mantener mi ritmo, las ciudades deben regular la velocidad en sus vías y generar las condiciones necesarias para lograr una movilidad sostenible. Para mantener mi rendimiento me baso en la planificación y preparación, acompañadas del esfuerzo y el seguimiento y la dedicación continuos. Eso es lo que se necesita para la puesta en marcha de una movilidad urbana con menores velocidades y una mayor calidad de vida. Es la lección que intento difundir.
Al igual que en una carrera, donde cada paso contribuye a alcanzar la meta, cada medida que se toma para mejorar la seguridad vial, como implantar límites de velocidad inferiores, mejorar las infraestructuras peatonales o fomentar los desplazamientos activos (a pie y en bicicleta), nos acerca a nuestro destino de contar con vías más seguras y accesibles. Hay momentos de fatiga y dificultades que vencer, pero la recompensa de llegar a la meta hace que el esfuerzo merezca la pena.
Habrá menos contaminación...
La evidencia científica demuestra que, cuando se implantan límites de velocidad de 30 km/h en la ciudad, la cifra de vidas salvadas es considerable (una media del 37%, según estudios realizados en 18 ciudades). A su vez, se constata un impacto positivo en el medio ambiente, la energía y la salud, pues disminuye el consumo de combustible.
Los límites de velocidad más elevados en zonas urbanas se asocian a aceleraciones y deceleraciones bruscas. Una conducción más calmada y lenta reduce los índices de emisión de monóxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles y óxido de nitrógeno hasta en un 17%, 22% y 48%, respectivamente. Y se han observado reducciones de los niveles de contaminación acústica media de 2,5 dB. Por último, establecer límites de velocidad inferiores tiene un impacto mínimo o nulo en la velocidad media del tráfico y, en algunos casos, hace que este sea más fluido debido a las menores variaciones de velocidad y al menor número de arranques/paradas.
Y fomenta la movilidad activa.
Al reducir los límites de velocidad se va generando un entorno más amable para peatones y ciclistas, haciendo más seguros y agradables los desplazamientos a pie o en bicicleta. Además, se reduce la dependencia de los vehículos particulares, contribuyendo a la transición gradual al transporte público y a los desplazamientos compartidos y activos, algo que a su vez genera nuevas oportunidades de redistribución del espacio público. Paralelamente, esto conlleva un aumento de la actividad física entre los viajeros, con numerosos beneficios para la salud.
¿Por qué otras razones es imprescindible el calmado del tráfico?
Se ha demostrado que reducir los límites de velocidad es la única medida de seguridad vial que salva tantas vidas, con tanta rapidez y a tan bajo coste. Implantar un límite de velocidad de 30 km/h en toda la ciudad ofrece numerosos beneficios sin que ello suponga necesariamente un coste elevado, en comparación con proyectos que implican infraestructuras más complejas. Se ha convertido en el catalizador de seguridad esperado desde hace tanto tiempo, mejorando de manera rápida y eficaz la cultura de la seguridad vial y, en consecuencia, reduciendo de manera drástica los accidentes.
¿Qué otras medidas son necesarias?
Una medida fundamental de seguridad vial urbana es el fomento del transporte público; el más seguro. Es necesario
subrayar los beneficios relativos a su seguridad (a menudo olvidados), junto con los de sostenibilidad, reducción de la congestión del tráfico y fomento de un entorno urbano más inclusivo y accesible.
La nueva realidad de la velocidad 30 nos obliga a mejorar las infraestructuras, diseñando calles con aceras más anchas, carriles específicos para bicicletas e implantando medidas de pacificación del tráfico que creen entornos más seguros para los más vulnerables. Las rotondas y las intersecciones bien gestionadas ayudan a reducir la velocidad y el riesgo de accidente. Las campañas de educación y concienciación relacionadas con el exceso de velocidad, junto con la aplicación de la normativa vial, desalientan los comportamientos peligrosos y promueven el cumplimiento de las normas de seguridad vial. Por último, otros factores que pueden mejorar la seguridad vial serían la tecnología avanzada y los sistemas de transporte inteligentes y de comunicación entre vehículos.
¿Cómo cambia el diseño urbano?
Reducir la velocidad en las ciudades impulsa su transformación en lugares más habitables, sostenibles e inclusivos, donde la seguridad, la accesibilidad y la calidad de vida sean prioritarias para residentes y visitantes. Supone un cambio significativo porque toma decisiones relativas al diseño y coloca a las personas en el centro, conduciéndonos hacia comunidades más sanas y dinámicas.
También se favorece la peatonalización, animando a la gente a caminar y descubrir su entorno. Con la velocidad 30, las calles son más accesibles para personas de todas las edades y condiciones, incluidos menores y las personas con diversidad funcional. Esto fomenta la inclusión y garantiza que todos disfruten de las ventajas de la vida urbana sin barreras.
Valencia, Sevilla y Barcelona son las tres ciudades españolas incluidas en su iniciativa, que son ciudades 30 desde mayo de 2021.
Fue una enorme alegría correr en estas ciudades españolas donde se promueve una conducción tranquila. La decisión del Gobierno español de 2021 fue valiente y pionera en todo el mundo. No es fácil cambiar la mentalidad y los comportamientos tan arraigados, pero los resultados, pasados tres años, demuestran un gran éxito. Se han reducido un 20% las víctimas mortales en las vías urbanas de España, un 34% los accidentes mortales de ciclistas, un 31% los siniestros fatales de personas mayores y un 24% los accidentes mortales de peatones. Esto demuestra un respeto único por la vida humana y los más vulnerables. Es un ejemplo a seguir en todo el mundo.
¿Por qué es tan difícil cambiar los hábitos de movilidad?
La perseverancia es un elemento crucial en un maratón y también para el cambio social. Se necesitan campañas informativas exhaustivas y a gran escala para hacer frente a la reacción social y a la inercia de décadas de tráfico a más velocidad; unas campañas basadas en la evidencia científica y en la paciencia para que, gradualmente, una nueva cultura social dé paso a un tráfico más seguro e incluyente.
Es habitual que conductores y conductoras de turismos aleguen que a 50 km/h ya viajan de manera segura y que 30 km/h es un límite demasiado restrictivo. Sin embargo, este límite de velocidad de 30 km/h está pensado para garantizar la seguridad de peatones, ciclistas y motoristas, que representan el 70% de los fallecimientos en siniestros viales en zonas residenciales de Europa.
Merece la pena trabajar para lograr un comportamiento y una cultura más seguros y sostenibles y para que se adopte un estilo de conducción más tranquilo, velando así por la seguridad de las personas que no están dentro de los coches. Al fin y al cabo, el tiempo de desplazamiento no aumenta demasiado (pues de todos modos nos detenemos en los cruces) y, en definitiva, tanto conductores y conductoras como peatones gozan de una vida más tranquila y saludable. Los índices de calidad de vida y seguridad que se alcanzan en diversas ciudades europeas obedecen a una conducción más tranquila y respetuosa con todas las personas que utilizan la vía pública.
A nivel personal, haré todo lo posible por movilizar a la sociedad, las administraciones, la industria y todas aquellas personas implicadas en el proceso de toma de decisiones, para cambiar unos patrones de transporte urbano demasiado acelerados y lograr una movilidad segura, saludable y ecológica en todo momento y lugar. Partiendo de nuestro grupo de investigación mundialmente reconocido, el Observatorio de Seguridad Vial de la NTUA (www.nrso.ntua.gr) y la amplia red mundial de cooperación, nos aliaremos con todas aquellas personas que deseen que se escuche la voz de las ciudades de 30 km/h con la mayor fuerza posible, para lograr, cuanto antes, unas vías más seguras para todo el mundo.