“En la carretera, hay que ser consciente de los peligros y de las distracciones”
- "A la carretera no le tengo miedo, le tengo respeto".
15 octubre 2024
En un segundo, a Daniel Molina la carretera le trastocó la vida. No olvida la fecha del accidente: un 28 de mayo. Sin embargo, tras descubrir que podía haber muerto -“escuché a un médico decir a mi hermana que estaba vivo de milagro”-, decidió no echar la vista atrás, aferrarse al deporte y entrenar también su cabeza. Hoy es capaz de decir que el accidente le hizo mejor persona y le cambió su vida para mejor. El reciente campeón paralímpico confiesa que, detrás de su medalla de oro, hay una larga travesía de vida, de lucha y de trabajo.
¿Qué siente siendo campeón paralímpico?
Es algo que no se puede describir. Todo lo que te pasa por la cabeza cuando estás llegando a la meta es increíble. Es el premio a mucho esfuerzo y muchos años de trabajo. Lo llevaba buscando toda mi vida. En Atenas, hace 20 años, el propósito era disfrutar de unos juegos, vivirlos, pero en París el objetivo era ganar y yo creo que hemos trabajado muchos años para llegar en el mejor estado de forma posible.
Cinco veces Campeón del Mundo de Triatlón, seis veces Campeón de Europa y ahora medalla de oro en París. ¿Qué más se puede conseguir?
El otro día alguien me decía que soy de las pocas personas del mundo que pueden decir que ha ganado todo lo ganable en su deporte. No sé si hay 10, 12 o 20 en el mundo. Me siento muy orgulloso y creo que no me he dado cuenta todavía.
¿No le ha dado tiempo a asimilar su hazaña?
La medalla de oro la tengo que ir asimilando poco a poco. Mi padre me dice que no le doy importancia. A él le gusta presumir de hijo, pero a mí me da vergüenza. Lo cierto es que es muy difícil llegar hasta aquí. Ser campeón olímpico y ganar todo parece que no cuesta tanto, pero detrás hay un esfuerzo titánico.
¿Por qué no le gusta que le digan que es un campeón de la vida?
Porque los deportistas paralímpicos hemos conseguido superar la barrera de ser, aunque suene mal, esos pobres cojitos que corren y que nadan. Ahora se nos ve más. Yo no soy un campeón de la vida, soy deportista de élite y los deportistas de élite entrenamos y trabajamos mucho. Yo entreno entre 20 y 25 horas semanales.
En París, lloró de emoción mientras cogía la bandera.
Lloré mucho, mucho. Y sigo llorando mucho porque me sigo emocionando. Y he conseguido algo por lo que he luchado durante años. He pasado 20 años por un desierto muy duro y he atravesado momentos muy malos. Y pensaba en todas esas personas que han estado conmigo, que creyeron en un proyecto a largo plazo... Es un sueño hecho realidad.
¿A quién dedica su medalla?
A mis hijos, a mi mujer, a mi entrenador Dani Rodríguez, a mis patrocinadores, a mi ortopeda y a cada una de las personas que han estado a mi lado. A mis padres, a mis hermanos... Dani Molina es el que corre y el que nada, pero sin ellos no sería nada. Mi padre me dijo hace tiempo que hiciera lo que más me gustara en la vida y que fuera feliz. Él nunca dudó de mí y siempre está orgulloso de lo que hago.
Usted iba para arquitecto...
Sí, soy arquitecto técnico y trabajé en la profesión 10 años. Pero llegó la crisis de la construcción y en 2013 perdí el trabajo. Ya había empezado con el deporte y pensé que era el momento de probar como profesional.
Dicen que no hay mal que por bien no venga…
Pues sí. En esta vida siempre todo pasa por algo y a lo mejor tuvo que pasar el accidente, y después el despido, para que hoy esté aquí y sea campeón olímpico.
¿Se considera una persona especial?
No, no. Me considero una persona normal. Un trabajador nato, eso sí, siempre lo he sido, he trabajado mucho en la vida, me gusta entrenar con constancia y esfuerzo. Muy sacrificado y, como dice mi entrenador, muy cuadriculado. Creo que soy muy cercano, muy normal. Intento hacer mi trabajo lo mejor posible. Pero, además del deporte, tengo mi familia, dos hijos maravillosos. Soy muy afortunado.
¿Qué es el deporte para usted?
El deporte me ha dado todo en la vida. Ha sido mi salvación. Siempre he hecho deporte y me ayudó mucho después del accidente. Me ha dado muchos momentos buenos y también me ha servido de refugio cuando no estaba bien, cuando tenía momentos de bajón.
¿Qué les diría a las personas que están pasando por lo que usted pasó?
Que sigan luchando, que la vida es maravillosa, siempre hay una segunda oportunidad. Hay que hacer deporte o lo que les apetezca y no encerrarse en una burbuja. No hay que lamentarse. Creo que hay personas a las que no les pasa nada nunca y a otras nos pasan muchas cosas. Es lo que nos toca vivir y hay que asumirlo cuanto antes para empezar a ser feliz.
Cuéntenos, si le parece bien, qué le pasó cuando sólo tenía 22 años.
Lo que me pasó a mí me cambió la vida para mejor. Iba por la autopista en moto y un coche que se incorporaba de una gasolinera a la N-II no me vio, me golpeó y me destrozó la pierna derecha en mil trozos. Tuve la suerte de no morir, porque me había roto la femoral. El médico le dijo a mi hermana que yo debía estar muerto. Y cuando te dicen eso prefieres estar vivo sin una pierna que muerto en el cielo con dos.
¿Cuáles eran sus sueños de niño?
Pues quería ser como mis primos. Porque yo tengo dos primos olímpicos mayores que para mí eran superhéroes: Jorge y Eduardo Quesada Molina. Yo les veía grandes y fuertes, y pensaba que me gustaría ser como ellos. Y, al final, la vida me ha dado esta oportunidad.
¿Cuál es su relación con el tráfico rodado? ¿Tiene coche? ¿Conduce?
Sí, sí. Yo uso el coche a diario para casi todo. Para ir a entrenar, para ir a la piscina, para ir a la pista de atletismo, para acompañar a los niños al cole... Me muevo normalmente en coche y me gusta mucho conducir y muchos de los viajes que hago en España los hago en coche.
¿Se sacó pronto el carné de conducir?
Tuve pronto el carné de moto. El de coche me lo saqué 3 días antes del accidente. Lo aprobé un 24 de mayo y el accidente fue el 28. Sólo llevé el coche de la autoescuela.
¿Los automóviles tienen demasiado protagonismo en las ciudades?
Sí, usamos el coche demasiado. Quizá también depende de las necesidades, porque cuando voy a Sanxenxo de vacaciones, aparco el coche y sólo lo uso para ir a la piscina, porque está lejos. El coche no lo necesitamos tanto, pero es muy protagonista del día a día. Odio bajar a Madrid porque es un atasco continuo.
¿Ha hecho muchos kilómetros por carretera por su carrera deportiva?
Uff. Ni idea, pero miles y miles. Mucho coche, mucha furgoneta... Porque hago muchas competiciones nacionales.
¿Ha perdido el miedo a la carretera?
A la carretera no le tengo miedo, le tengo respeto. Hay que ser consciente de los peligros y de las distracciones. Prefiero conducir yo porque me gusta, incluso en viajes largos.
¿Cómo es un día de ocio perfecto?
Me divierte practicar otros deportes y si puedo hacerlo con mis hijos, mejor. Estar con mi mujer, con mi familia... Eso es un planazo para mí.
¿A quién admira?
A deportistas como Michael Phelps, Mario Mola y Javier Gómez Noya. Han hecho mucho por el deporte y para mí son verdaderos referentes.
¿Nos vemos en Los Ángeles?
Sí, claro, queda mucho, pero nos vemos en Los Ángeles.