
El coche eléctrico es sostenible a partir de los 17.000 km
- El estudio estima en 63 gramos de CO2 por kilómetro las emisiones de un coche eléctrico durante su ciclo de vida, un 24% menos que en 2021.
29 julio 2025
Un coche eléctrico es más contaminante que uno diésel o de gasolina durante el proceso de fabricación, aunque ese excedente de emisiones queda compensado tras recorrer 17.000 kilómetros, es decir, entre uno y dos años de conducción.
Es la principal conclusión de un estudio publicado por el Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT), que compara el impacto medioambiental de los vehículos de combustión interna (gasolina y diésel) comparado con los de híbridos y eléctricos.
El análisis calcula las emisiones de gases de efecto invernadero producidas durante el uso del vehículo, pero también en la fabricación y el reciclaje del automóvil y de las baterías, en la producción del combustible y de la electricidad utilizados por cada vehículo y del mantenimiento.
Los autores del trabajo concluyen que la huella de carbono durante la vida útil de un coche eléctrico -establecida en 20 años- es un 73% menor a la de uno gasolina o diésel, una diferencia que aumenta al 78% si el eléctrico se carga con fuentes de energías renovables.
Asimismo, el estudio estima en 63 gramos de CO2 por kilómetro las emisiones de un coche eléctrico durante su ciclo de vida, un 24% menos que en 2021, una mejora que atribuye a la mayor eficiencia de los propios vehículos eléctricos y los avances en la generación de electricidad con la aportación creciente de fuentes renovables.
Fabricación y reciclaje de las baterías
El informe también ha observado las emisiones de gases de efecto invernadero resultantes del proceso de fabricación de las baterías de los vehículos eléctricos (en la extracción de la materia prima, su procesamiento, la fabricación de las celdas y el empaquetado final) y ha tenido en cuenta además los efectos perjudiciales de estas actividades en el entorno natural.
También se ha analizado el final del ciclo de vida de las baterías, calculando las emisiones generadas por los trabajos de tratamiento de final de vida útil de una batería.
Por el contrario, el estudio no contempla la reducción en la huella de carbono derivada de la recuperación de los materiales de la batería y su uso en otras aplicaciones.