Parabrisas: un elemento esencial en el automóvil
- Los pequeños impactos o roturas pueden repararse sin reducir la seguridad
29 enero 2019
La evolución del parabrisas ha sido imparable, hasta convertirse hoy día –según los expertos– y dependiendo de la tipología del modelo, en una evidente ayuda estructural. Y también de su seguridad pasiva, pues en caso de vuelco los cristales ayudarán a resistir el hundimiento.
En su fabricación se utilizan dos tipos de vidrios: templado o laminado. El primero, en desuso –aunque más barato–, al romperse se fragmenta en muchos trozos impidiendo la visión del conductor y pudiendo lesionarle.
El parabrisas laminado, por el contrario, se considera un avance esencial en la seguridad. Se compone de dos láminas de vidrio entre las cuales se insertan una o dos láminas plásticas de poli-vinilbutiral (PVB). En caso de rotura, los fragmentos de vidrio permanecen adheridos a la lámina de plástico, permitiendo la visibilidad.
La evolución de los cristales también se ha visto reflejada en el confort interior, con un mejor aislamiento acústico. Algunos parabrisas reducen el nivel de ruido hasta un 30% en el habitáculo. Asimismo, protegen de otros agentes exteriores, filtrando más del 90% de los rayos UVA.
Nuevas funciones.
En el caso del parabrisas delantero, la evolución en la forma de su montaje ha resultado esencial para su efectividad. El sistema de unión a la carrocería permite un reparto uniforme de la tensión que soporta. Y con formas más curvadas, mejorando la aerodinámica del vehículo y adaptando la última tecnología.
El futuro también implica nuevas funciones al parabrisas delantero. Por ejemplo, adoptar los sistemas ADAS, con sus múltiples sensores y cámaras para activar los asistentes electrónicos de seguridad, como paso previo al coche autónomo. O reflejar información para ayudar en la conducción, proyectando datos a través del “head up display” para que el conductor mantenga siempre la visión sobre la carretera.
En la actualidad, todos los parabrisas del mercado cumplen con unos elevados estándares de calidad, seguridad y protección para cumplir sus funciones. Es responsabilidad del conductor mantenerlo en buen estado, cambiándolo o reparándolo en caso de rotura.
Si detecta un pequeño impacto o rotura, lo recomendable es acudir al taller lo antes posible. Y la siguiente pregunta será: ¿Debo sustituirlo? No, siempre que el diámetro del impacto sea menor a una moneda de 2 euros, de ahí la importancia de que no aumente su tamaño. El coste de su reparación estará en torno a los 30 euros, un precio muy inferior al que habría que abonar por cambiar el parabrisas completo, dado el precio del cristal, más el tiempo en mano de obra. Pero recuerde, esta reparación debe realizarse en una empresa especializada, que nos garantiza que el parabrisas recupera el cien por cien de sus propiedades y por lo tanto toda su rigidez. Que un impacto crezca y que lo haga a mayor o menor velocidad hasta que llegue a colapsar depende de varios factores. Primero, del tipo de parabrisas, pero también de la disparidad de temperatura que haya entre el habitáculo y el exterior. Y también de la humedad.
El uso de la luneta térmica posterior para evitar el vaho es un elemento imprescindible en todos los coches, que comenzó a adoptarse en los años 70. Pero para la luna delantera, para no interferir en absoluto la visión, utiliza un sistema térmico. Para ello cuenta con una maya de hilos integrados en el cristal de manera invisible, que lo calienta a través de una pintura conductora. Su desventaja es que en una reparación, los filamentos técnicos se rompen.
El buen estado de los limpiaparabrisas es esencial para que realicen un barrido limpio y completo de toda la superficie. Es aconsejable cambiarlos todos los años, incluso cada seis meses, pues el calor y la suciedad deterioran la goma. Y su función es esencial para la seguridad al circular, pues de ellos depende el disponer de una buena visibilidad en condiciones de lluvia o al rodar por pistas con mucho polvo. Y para una correcta eficacia, su depósito de agua debe estar siempre lleno, siendo recomendable mezclarla con productos que ayudan a mejorar la limpieza –en zonas muy frías es recomendable agua con un producto descongelante–. Actualmente, también existen repelentes del agua que hace que las gotas resbalen. Además ayudan a que los insectos y la suciedad se adhieran menos al cristal.
Es esencial mantener el parabrisas limpio por dentro y por fuera y en buen estado, revisando que no tenga impactos que puedan fracturarlo. El excesivo calor y los cambios de temperatura elevados generan importantes tensiones en los cristales. Y qué decir del frío, sobre todo cuando las bajas temperaturas crean una capa de hielo sobre el parabrisas. En este caso, si utilizamos agua muy caliente, el cambio brusco de temperatura puede producir su rotura, más si tiene algún desperfecto. Según indica la empresa especializada en reparación de lunas Carglass: “Con una temperatura externa de –10ºC, el 80% de los parabrisas se rompió en menos de cinco minutos tras encender la calefacción. A –5ºC, el porcentaje era del 70%. Y a 0 °C, de un 59%”. Si existe hielo en el exterior, lo más recomendable es utilizar una rasqueta con la goma en buen estado para no rayar el cristal. También podemos ayudarnos de alcohol, que tiene una temperatura de congelación muy baja (–114ºC), o algún producto específico.