Escuchar metal o clásica nos hace peores conductores
- Utilizar tapones en conciertos o la música a un volumen más bajo previene problemas auditivos prematuros
21 junio 2019
Una investigación realizada por la revista Auto Express y la organización benéfica de seguridad vial IAM RoadSmart del Reino Unido ha descubierto que la música heavy metal podría hacer que los conductores pierdan la calma al volante y se vuelvan casi tan extremos como sus ídolos. Un estudio que coincide con la conmemoración hoy del Día Internacional de la música.
Pero, ahí no queda el asunto. Los tonos calmantes de la música clásica tampoco son la mejor opción para conducir, porque, justo lo contrario, alientan a la relajación del conductor. La mejor opción para una conducción suave y controlada es escuchar música pop.
Este estudio se realizó con el propósito de descubrir los efectos de diferentes tipos de conducción y la seguridad. El periodista Tristan Shale-Hester realizó una prueba de conducción en los mismos simuladores que utilizan los pilotos de carreras, mientras escuchaba: metal, hip-hop, clásica y pop. Durante esta prueba se realizó una serie de maniobras: aceleración rápida, curvas técnicamente difíciles, zona de velocidad limitada y una parada controlada en la línea de meta. En una primera vuelta de control, sin música, se estableció un tiempo de 4 minutos y 34 segundos, que sirvió de referencia para las demás pruebas.
Ni hip-hop, ni clásica, ni metal, lo mejor música pop
La segunda prueba la realizó escuchando metal a todo volumen. En esta prueba, que tardó 14 segundos más en completarla, los movientos del acelerador fueron mucho más irregulares. El periodista confesó que le resultó más difícil concentrarse. Y con música clásica, fue 12 segundos más lento, reduciendo su velocidad a 35 millas por hora en una zona que estaba limitada a 50, sin darse cuenta. Escuchando hip-hop, Tristan solo se retrasó un segundo, sin embargo, sobrepasó la línea de control en la meta unos 20 metros, lo que es potencialmente peligroso.
Escuchando pop, Tristan realizó todo el circuito solo 2 segundos más tarde y ejecutó, según Tim Shallcross, jefe de política técnica del IAM RoadSmart, valoró la ejecución como la más suave.
El volumen influyó en la concentración del periodista para realizar la prueba en circuito. A mayor volumen peor concentración. Un mal hábito, además, que puede ocasionar un perjuicio añadido: la pérdida de audición. Este problema afecta a casi 400 millones de personas en todo el mundo.
Normalmente esta situación se produce con la edad, como resultado del propio envejecimiento de las células, sin embargo, tal y como explica la OMS, esta cifra ha experimentado un alarmante aumento entre los más jóvenes. Aunque estos problemas se producen en muchas ocasiones por causas genéticas o biológicas, hay otros factores externos que afectan a la audición y que son evitables.
Es precisamente sobre estos aspectos prevenibles sobre los que es importante poner el foco, y es que cada vez son más los jóvenes que, debido a sus actividades de ocio, pierden capacidad auditiva, generando unos efectos sobre la capacidad de comunicación y aprendizaje que tendrá consecuencias sobre la salud y que a largo plazo pueden desembocar en deterioro cognitivo, demencia o aislamiento social. Entre estas buenas prácticas está el uso de tapones en los conciertos o la disminución del volumen de la música.
El equipo de Sounditi, compañía especializada en audiobranding, ha querido explicar cómo puede llegar a influir la música en nuestro día a día y en nuestro estado de ánimo.
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Influye en nuestros cambios de humor: La música ayuda a liberar tensiones, a aumentar la relajación y a evocar recuerdos que generan emociones positivas.
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Activa áreas del cerebro: En concreto la de la imitación y la empatía, que se encargan de ayudarnos a ponernos en el lugar del otro, generando un clima de colaboración y cooperación entre personas y fomentando la comprensión.
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Ayuda a expresar sentimientos: En ocasiones, compartir una canción puede llegar a traspasar la barrera del lenguaje y ayudarnos a expresar sentimientos que somos incapaces de explicar a través de nuestras propias palabras.
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Revive recuerdos personales: La música genera profundos sentimientos y sensaciones, por lo que algunas melodías se llegan a convertir en parte de nuestra historia vital.
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Contribuye a conformar nuestra cultura: Desde las primeras melodías prehistóricas elaboradas a base de golpes de piedras y huesos, hasta las últimas creaciones electrónicas en las que los sonidos creados digitalmente son habituales en las pistas de baile. La música forma parte de la evolución y, con ella, la mente humana ha podido enriquecer su cultura.