Una movilidad para la tercera edad
- El futuro pasa por conseguir ciudades amigables, que cuiden la salud, la participación y la seguridad
- Según los datos, la diferencia de los conductores de más de 65 años se encuentra más en la vulnerabilidad que en el riesgo de implicación en un accidente
06 noviembre 2019
Según los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2030, 1 de cada 4 españoles tendrá más de 65 años. Por este motivo, STOP Accidentes reunió en Madrid a un buen número de expertos de diversas disciplinas en el XIV Foro Contra la Violencia Vial para reflexionar sobre “La movilidad de las personas mayores: factores claves de causalidad y mecanismos de prevención”.
A través de las diferentes ponencias, se debatió sobre el nuevo modelo ciudad, cómo se puede fomentar un envejecimiento saludable y activo, cómo se comportan los mayores como conductores y como peatones, qué cambios está impulsando este colectivo, qué riesgos asumen desde el punto de vista de la seguridad vial y cuáles son los retos para el futuro.
Durante la presentación de la jornada, el fiscal de Sala de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas, subrayó la necesidad de diseñar “una movilidad para la tercera edad”, lo que implica ir hacia “ciudades peatonalizadas, sin vehículos contaminantes y donde el peatón sea el protagonista”. También añadió que los más mayores tendrán que “reeducarse” y “reeducar a todos con su ejemplo”.
Hacia la ciudad del peatón
El profesor emérito de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (Universidad Politécnica de Madrid), José Fariña, puso el foco en “la ciudad del peatón”. En este sentido, explicó que las ciudades, tal y como las conocemos, están pensadas para los coches privados y diseñadas para un modelo de personas muy concreto: varón caucásico, de entre 30-40 años, de clase media-alta, sin problemas físicos ni psíquicos. Son estas unas ciudades fragmentadas dependiendo de la actividad (industria, vivienda, ocio, etc.).
Pero, como la población de las grandes urbes va envejeciendo, explicó el profesor Fariña, la Organización Mundial de la Salud comenzó a hablar de “ciudades amigables”, que cuiden la salud, la participación y la seguridad. Por tanto, debemos ir hacia ciudades pensadas para caminar, seguras y en las que sea posible cubrir a pie las necesidades cotidianas de las personas.
Los mayores, más vulnerables
Álvaro Gómez, director del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico, aclaró que, “en relación con el censo”, la diferencia de los conductores de más de 65 años se encuentra más “en la vulnerabilidad” que “en el riesgo de implicación en un accidente”. Según los datos de fallecidos y hospitalizados tras un siniestro vial, las personas con más de 65 años están implicados en más colisiones laterales, frontolaterales y alcances, en más accidentes entre semana y de día y en más choques en intersecciones. También comenten más infracciones por no usar el cinturón de seguridad y la mayoría de las víctimas son hombres. En cambio, tienen menos colisiones frontales y salidas de la vía y cometen menos infracciones relacionadas con la velocidad o el consumo de alcohol o drogas.
Envejecimiento activo y saludable
Las ponentes que representaron el ámbito sanitario, además de alertar sobre cómo afecta a la conducción el uso de determinados medicamentos, incidieron especialmente en la idea de envejecer de forma activa y saludable y para ello, es fundamental lograr “entornos amigables” que faciliten la movilidad a pie y en transporte público. Según se apuntó, “envejecer es un logro, no lo convirtamos en un problema”.
Bonifacio Martín Escurín, representante de la ASECEMP (Asociación Española de Centros Médicos-Psicotécnicos), además de pedir un mayor apoyo institucional para mejorar la calidad de los Centros de Reconocimiento de Conductores (CRC), planteó la renovación solo por un año para los conductores mayores de 70 años.
Unificar las normas
En este sentido, Jeanne Picard, cofundadora de STOP Accidentes, habló de la necesidad de que la Unión Europea unifique las normas sobre la aptitud para conducir, ya que, en estos momentos, cada país tiene las suyas propias.
Por otro lado, José Pérez Tirado, asesor jurídico de STOP Accidentes, abrió una reflexión sobre la reforma legislativa del año 2015 porque, en su opinión, dejó desprotegidas a las víctimas de accidentes de tráfico, ya que, entre otras cosas, eliminó la sanción penal para algunas conductas imprudentes al volante. También se preguntó si va a funcionar o no la tímida reforma del Código Penal que se aprobó recientemente.
En nombre de la Fundación CNAE, Roberto Ramos recordó que conducir supone una constante toma de decisiones. A medida que las personas van perdiendo capacidad debido al paso del tiempo, se vuelven más vulnerables y asumen más riesgos. En cualquier caso, reclamó respeto para las personas mayores, para evitar que sean increpadas tanto cuando van conduciendo como cuando son peatones.
Ana Novella, presidenta de STOP Accidentes, subrayó el papel que debería tener el médico de familia a la hora de certificar o no la aptitud de una persona para seguir conduciendo (es quien está al tanto de su medicación, por ejemplo). Quizá sería oportuno la autorización previa de los médicos de atención primaria antes de acudir a un CRC, sobre todo cuando se trata de conductores mayores, apuntó.
El director general de Tráfico, Pere Navarro, aunque aceptó ese guante, también apeló a la autorresponsabilidad de cada persona, al entorno familiar y a las propias asociaciones de automovilistas. En cualquier caso, recordó que “los mayores no están detrás de los grandes problemas de la seguridad vial”. Por último, estuvo de acuerdo en que el envejecimiento de la población está provocando cambios en la sociedad y que estos también deben llegar a la movilidad, potenciando más el transporte público y los trayectos a pie. Navarro tampoco se olvidó de los jóvenes, a los que ya no les interesa la propiedad, sino el uso porque “llevan el compartir en el ADN”.
Según los datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la DGT, 496 personas mayores de 65 años murieron en 2018 en un accidente de tráfico:
-
206 eran conductores: 177 se registraron en vías interurbanas y 29 en vías urbanas.
-
82 eran pasajeros: 77, en vías interurbanas y 5, en urbanas.
-
208 peatones: 52, en interurbanas y 156, en urbanas.