Semáforos activados con el codo
- Según los expertos, la pandemia nos ha dado una "oportunidad única" para apostar por el transporte sostenible
25 mayo 2020
Sostenibilidad y distanciamiento social deben ser las claves de la nueva movilidad. Así lo reflejan también las nuevas medidas que ya han anunciado muchas grandes ciudades para incentivar los desplazamientos en bicicleta o a pie y el uso del transporte público.
Calles cerradas al tráfico
La apuesta de las ciudades de tamaño medio se está centrando en los peatones. Así ha ocurrido en Pamplona, Córdoba, Avilés o Villava, que han decidido cerrar al tráfico rodado algunas de sus calles. En Granada, por ejemplo, el peatón tiene ahora prioridad en 125 kilómetros de sus vías. Mientras, en Oviedo, quienes caminen disponen ahora de 10.000 metros cuadrados más.
Señales en la calzada
Además, muchas de estas urbes han optado por calles peatonales con sentidos regulados para evitar cruces y aglomeraciones. Para ello, se han colocado señales en el suelo para indicar el sentido de la circulación. Ese es el caso de Córdoba, Granada, Málaga o Mataró, en la provincia de Barcelona.
Semáforos activados con el codo
También en Mataró, su Ayuntamiento ha querido reducir al máximo los contactos. Por eso, ha sustituido por semáforos automáticos algunos que se activaban de forma manual. Además, en los que continúan siendo manuales, se ha cambiado la botonera por una más grande, para que puedan ser activados con el codo.
Espacio público y transporte sostenible
Con la nueva movilidad hay más usuarios que comparten la vía y, por eso, en ocasiones es necesario regular el uso del espacio público. Así se ha hecho en uno de los paseos marítimos de Málaga, donde se ha prohibido que circulen bicicletas y patinetes entre las 19:00 y las 23:00 para garantizar la seguridad de corredores, paseantes, familias con niños y clientes de las terrazas de los bares.
Los niveles de contaminación de muchas ciudades bajaron significativamente durante el parón al que obligó el Estado de Alarma. Muchas de ellas pretenden seguir por ese camino, por lo que estudian medidas como la creación de zonas de bajas emisiones. Ese es el caso de Granada y Oviedo. En la capital asturiana, por ejemplo, con cámaras de vigilancia y bolardos móviles, se ha conseguido que cada día haya 6.000 coches menos en el centro de la ciudad.
La pandemia de COVID-19 ha cambiado la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno. Por eso, ahora que el confinamiento comienza a relajarse debemos replantearnos el uso que hacemos del espacio público y cómo nos movemos.
Según Borja Alonso, profesor y miembro del Grupo de Investigación en Sistemas de Transporte (GIST) de la Universidad de Cantabria, la pandemia ha demostrado la importancia de la movilidad “como elemento estructurante en una ciudad”. En este sentido, cree que es necesario adoptar medidas que nos impidan llegar “a situaciones insostenibles y a una involución en la forma de movernos”.
Por eso, Alonso considera fundamental que los usuarios recuperen la confianza en el transporte público colectivo. Además, en su opinión, estamos ante una “oportunidad única” para apostar por el transporte sostenible (a pie o en bicicleta).
En este sentido, Marta Serrano, consultora de movilidad y fundadora de Mujeres en Movimiento, asegura que debemos modificar la forma en la que nos movemos y no solo por el problema de la contaminación, sino también porque el espacio público “es ahora mismo uno de los bienes más preciosos que tenemos”.
La pandemia nos obligó a separarnos y eso es lo que señalan los datos que se manejan. Un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid ha demostrado el cambio que ha sufrido el uso que hacemos del espacio público. Llegaron a esta conclusión tras monitorizar con inteligencia artificial el comportamiento de los peatones en la Puerta del Sol de Madrid durante el Estado de Alarma. Después de recopilar toda la información, aplicaron un algoritmo que acabó señalando que la distancia entre peatones había aumentado hasta alcanzar casi los 7 metros.
Este estudio les permitió señalar las zonas de la vía pública en las que es imposible guardar la distancia de seguridad. Por ejemplo, en los accesos a las calles o en las zonas donde hay bancos, fuentes, quioscos o bolardos. “Hay muchas situaciones en las que los elementos del espacio público impiden cumplir las recomendaciones sanitarias”, explica el profesor Rodrigo Delso, arquitecto y uno de los participantes en el estudio.
En este sentido, Delso subraya que las ciudades tienen mucha experiencia en gestionar el tráfico de vehículos, pero apenas saben qué hacer con el movimiento de peatones, por lo que muchas veces se toman decisiones “a ciegas” sobre la reapertura de parques o la peatonalización de determinadas calles.
El profesor Delso espera que esta crisis sirva para analizar cómo se mueve la ciudadanía y para pensar en un mobiliario urbano “inteligente”, que se adapte a las diferentes situaciones.