Las distracciones, también sobre raíles
- En la tragedia del Alvia de Santiago de Compostela se juntaron muchos ingredientes habituales en los accidentes de carretera: uso del móvil, distracción, velocidad, factor humano...
02 octubre 2013
Circulaba a 190 kilómetros por hora y, justo en ese instante, el conductor recibe una llamada en su teléfono. Conduce, pero coge el móvil. Es un compañero que le plantea un problema menor. Intrascendente. Son unos segundos de distracción, sí; pero los justos para pasar de circular por una tramo de la vía sin riesgo a una zona de curva. Y ahí la velocidad es excesiva. Sigue la conversación y la máquina continúa a toda velocidad. Cuando el conductor se percata de que se acerca la curva y pisa el freno, ya está demasiado cerca. El despiste involuntario ya va trufado del sabor amargo de la fatalidad. Faltan 300 metros y va a 184 km/h. A tal ritmo frenético, apenas queda tiempo de reacción. No hay tiempo para una solución de emergencia que garantice éxito: ¡en cuatro segundos llega al punto negro!, pero va todavía a 153 km/h y el accidente ya es inevitable. Apenas ha dado tiempo para minimizar las consecuencias. Los pasajeros se aproximan sin saberlo a su peor pesadilla. Sí, el tren Alvia descarrila en Angrois, a dos pasos de Santiago de Compostela. Vuelca la cabeza tractora, vuelcan los vagones... Vuelan los pasajeros, ajenos a un despiste o vaya usted a saber qué decidirán los expertos, el juez.
La tragedia del transporte probablemente más seguro se ha consumado. Una catástrofe que siega la vida de alrededor de 80 personas, deja muchos heridos y es una copia siniestra de muchos accidentes de los que se tiñe la carretera a menudo. Hay dos Alvia cada mes en las carreteras. Móviles, distracción, velocidad... ¿Nos suenan los ingredientes? Son los que integran habitualmente cualquier siniestro sobre el asfalto. Y, desgraciadamente, hoy son los mismos que también marcan el accidente más grave de los ferrocarriles españoles en muchos años. Por ejemplo, el uso del móvil mientras conducimos. Unos segundos que muchas veces son toda una vida: una salida de la carretera o un impacto contra cualquier obstáculo. Unas distracciones presentes en el 39% de los accidentes con víctimas: encender un cigarro, cambiar el dial de la radio, el móvil, mirar para ver qué hace nuestro hijo detrás...; una velocidad que en unos instantes pasa a ser inadecuada, incontrolable, que hace imposible la toma de decisiones con tiempo para evitar engrosar las cifras más trágicas.
Como pasa tantas veces en la carretera, cada accidente va marcado por una concatenación de circunstancias: velocidad, alcohol, distracción, alguien que cruza, suelo mojado... Ni la más avanzada tecnología es capaz de evitarlo, aunque sí minimizarlo. Pero, sobre todo, vuelve a salir a flote el factor humano. El uso del móvil, pisar más o menos el acelerador, despitarse, está solo en las manos del “maquinista”.