"La revista sigue teniendo buena salud"
- Los que la hemos visto nacer y crecer nos sentimos muy orgullosos cada vez que llega a nuestra casa. La leemos con fruición y siempre aprendemos de sus bien dosificadas enseñanzas
14 octubre 2015
Han pasado treinta años, efectivamente, desde aquel día en el que José Luis Martín Palacín, nuestro Director General, nos anunciara que, aprovechando que se disolvían los Medios de Comunicación del Estado y la correspondiente distribución de sus efectivos entre los distintos Ministerios y Organismos, nos iban a ser asignados algunos periodistas a la Dirección General de Tráfico.
Acogí la idea, desde el principio, con el entusiasmo de un creyente en la comunicación escrita, que lo he sido durante toda mi vida, y me incorporé al Consejo de Redacción de la revista “Tráfico” aportando ideas, señalando lo mejorable y sintiéndome satisfecho de colaborar, aunque fuera mínimamente, en la buena marcha de una publicación que desde sus inicios apuntó muy alto en el mundo de la divulgación en el complejo mundo de la seguridad de la circulación de automóviles.
Desde los distintos puestos directivos que fui ocupando en el organigrama de la Dirección General de Tráfico siempre impulsé y apoyé a nuestra revista, convencido de su eficacia como instrumento para llegar a peatones, usuarios y conductores con un mensaje permanente de mejora de la seguridad en un fenómeno potencialmente peligroso como es la circulación. Además, esta tarea me resultó fácil y grata, porque el personal asignado a la revista respondía. Se tecnificaba. Formaban un equipo compacto con dedicación exclusiva a su tarea y conseguían en cada nuevo número mejorar su calidad.
Con la aparición de la primera revista, en julio de 1985 establecimos, como técnica de trabajo, reunir al Consejo de Redacción para comentar, criticar y analizar el número anterior, además de trazar las líneas y contenido del siguiente. El sistema dio resultado y así lo mantuvimos al menos hasta el año 2004, que me desvinculé de la revista.
Muchas han sido las vicisitudes que durante los diecinueve años que pertenecí al Consejo de Redacción han ocurrido en relación con la revista “Tráfico”, pero quiero recordar especialmente algo anecdótico pero transcendente: ocupaba yo el puesto de Director General del Organismo y con ocasión de uno de esos achuchones que desde Hacienda reciben todos los organismos de la Administración, en su intento permanente de reducción del gasto público en el momento de preparar los presupuestos del ejercicio siguiente, la Subsecretaria de Interior, de quien dependía directamente, me sugirió la supresión de la revista para disminuir el importante costo que su impresión y distribución suponía. Ante mi actitud renuente a seguir su indicación, me espetó que para continuar editando la revista le tenía que demostrar cuántos muertos se evitaban con su publicación. Inmediatamente le respondí que lo haría tan pronto ella me demostrase cuantos atentados se evitaban con las entonces tan numerosas escoltas policiales a personalidades. Así quedó la cosa y Han pasado treinta años, efectivamente, desde aquel día en el que José Luis Martín Palacín, nuestro Director General, nos anunciara que, aprovechando que se disolvían los Medios de Comunicación del Estado y la correspondiente distribución de sus efectivos entre los distintos Ministerios y Organismos, nos iban a ser asignados algunos periodistas a la Dirección General de Tráfico.
Acogí la idea, desde el principio, con el entusiasmo de un creyente en la comunicación escrita, que lo he sido durante toda mi vida, y me incorporé al Consejo de Redacción de la revista “Tráfico” aportando ideas, señalando lo mejorable y sintiéndome satisfecho de colaborar, aunque fuera mínimamente, en la buena marcha de una publicación que desde sus inicios apuntó muy alto en el mundo de la divulgación en el complejo mundo de la seguridad de la circulación de automóviles.
Desde los distintos puestos directivos que fui ocupando en el organigrama de la Dirección General de Tráfico siempre impulsé y apoyé a nuestra revista, convencido de su eficacia como instrumento para llegar a peatones, usuarios y conductores con un mensaje permanente de mejora de la seguridad en un fenómeno potencialmente peligroso como es la circulación. Además, esta tarea me resultó fácil y grata, porque el personal asignado a la revista respondía. Se tecnificaba. Formaban un equipo compacto con dedicación exclusiva a su tarea y conseguían en cada nuevo número mejorar su calidad.
Con la aparición de la primera revista, en julio de 1985 establecimos, como técnica de trabajo, reunir al Consejo de Redacción para comentar, criticar y analizar el número anterior, además de trazar las líneas y contenido del siguiente. El sistema dio resultado y así lo mantuvimos al menos hasta el año 2004, que me desvinculé de la revista.
Muchas han sido las vicisitudes que durante los diecinueve años que pertenecí al Consejo de Redacción han ocurrido en relación con la revista “Tráfico”, pero quiero recordar especialmente algo anecdótico pero transcendente: ocupaba yo el puesto de Director General del Organismo y con ocasión de uno de esos achuchones que desde Hacienda reciben todos los organismos de la Administración, en su intento permanente de reducción del gasto público en el momento de preparar los presupuestos del ejercicio siguiente, la Subsecretaria de Interior, de quien dependía directamente, me sugirió la supresión de la revista para disminuir el importante costo que su impresión y distribución suponía. Ante mi actitud renuente a seguir su indicación, me espetó que para continuar editando la revista le tenía que demostrar cuántos muertos se evitaban con su publicación. Inmediatamente le respondí que lo haría tan pronto ella me demostrase cuantos atentados se evitaban con las entonces tan numerosas escoltas policiales a personalidades. Así quedó la cosa y no volvimos a hablar del tema, pero unos días después, con motivo de alguna reunión informal entre personas de confianza, y al tratarse casualmente el tema de la revista “Tráfico”, la Subsecretaria, sin acritud pero señalándome, dijo a los presentes: “Delante de éste ni se os ocurra decir nada negativo de la revista, porque os saltará a la yugular de forma inmediata”. El caso es que se salvó la difícil situación presupuestaria y seguimos contando con dotación suficiente para continuar la estupenda labor realizada por nuestra ya veterana publicación.
Hoy, la revista sigue teniendo buena salud, y los que la hemos visto nacer y crecer nos sentimos muy orgullosos cada vez que llega a nuestra casa. La leemos con fruición y siempre aprendemos de sus bien dosificadas enseñanzas.no volvimos a hablar del tema, pero unos días después, con motivo de alguna reunión informal entre personas de confianza, y al tratarse casualmente el tema de la revista “Tráfico”, la Subsecretaria, sin acritud pero señalándome, dijo a los presentes: “Delante de éste ni se os ocurra decir nada negativo de la revista, porque os saltará a la yugular de forma inmediata”. El caso es que se salvó la difícil situación presupuestaria y seguimos contando con dotación suficiente para continuar la estupenda labor realizada por nuestra ya veterana publicación.
Hoy, la revista sigue teniendo buena salud, y los que la hemos visto nacer y crecer nos sentimos muy orgullosos cada vez que llega a nuestra casa. La leemos con fruición y siempre aprendemos de sus bien dosificadas enseñanzas.