Rubalcaba, el ministro de la seguridad vial
- Era una persona que sabía escuchar lo que no es siempre habitual entre los altos cargos y máximos responsables dentro de la Administración
20 mayo 2019
Alfredo Pérez Rubalcaba merece ser recordado también como el Ministro de la seguridad vial. Llegó con más de 4.000 fallecidos por accidente de tráfico en el año 2006 y lo dejó con 2.000 fallecidos en el año 2011. Lideró la que luego sería conocida como la época dorada de la seguridad vial en España y que sorprendió en toda Europa al comprobar que un país latino, poco a poco, iba superando a Austria, a Alemania, a Bélgica y a Francia hasta situarse como referente europeo en seguridad vial. De ésta época recuerdo nuestros viajes a Bruselas donde invariablemente nos preguntaban qué y cómo lo estábamos haciendo, a lo que contestábamos balbuceando confusas respuestas mientras procesábamos los acontecimientos porque no teníamos tiempo de mirar atrás, estábamos demasiado ocupados con lo que teníamos por delante.
Rubalcaba pilotó la reforma del Código Penal sobre los delitos contra la seguridad vial en el año 2007 ante el asombro de las asociaciones de víctimas que veían como se hacía posible algo que siempre había sido imposible. La redacción del Código Penal era ininteligible y complicada para explicársela al ciudadano y se hizo un esfuerzo para hacer sencillo lo que era complicado en lugar de hacer más complicado lo que ya era complicado. La reforma estaba impregnada del sentido común, pedagogía y eficacia que siempre le ha caracterizado.
Más adelante vino la reforma del procedimiento sancionador en materia de tráfico. Al ver que pasaban meses y meses sin poder retirar los puntos porque el procedimiento sancionador era largo, farragoso y hacía difícil la firmeza de los expedientes, llegamos a la conclusión de que la pedagogía de las sanciones exigía una cierta inmediatez entre la infracción y la sanción. Salirse del procedimiento administrativo común nos parecía imposible desde la DGT y nunca lo habíamos intentado. Solo su visión estratégica y su contagiosa seguridad nos animaron a intentarlo y conseguirlo. A él se debe en gran parte el descuento del 50% por pronto pago de las multas que en la Europa calvinista nunca entendieron.
En el verano del año 2006, se duplicaron los motoristas fallecidos. Nos llamó y nos pidió que hiciésemos algo, que nos pusiéramos las pilas. De aquella reunión salió el Plan de Seguridad para los Motoristas que se aprobó en el año 2008. Fue el primer plan de seguridad para los motoristas que se hizo en Europa, y ha marcado la política de seguridad de las motos en todo el continente y el paso del tiempo le dio la razón porque estábamos ante un problema emergente que no nos habíamos planteado.
Podría hablar de su decidido impulso a los radares para el control de la velocidad que muchos políticos veían con prevención porque podían hacer peligrar los votos en las elecciones, de la señalización de los tramos de concentración de accidentes que solo fueron posibles por su autoridad dentro del gobierno o de su especial interés para presentar personalmente las operaciones de semana santa o del verano.
En la Dirección General de Tráfico teníamos la impresión que entre los problemas del terrorismo, la corrupción, la inmigración y los cárteles de la droga, la política de seguridad vial era para él una válvula de escape, un ejercicio intelectual sugestivo y una política de Estado novedosa que podía quedar fuera del debate partidista y hasta dar alguna buena noticia.
Era una persona sensible. Lo que ha hecho que todas las asociaciones de víctimas todavía le sigan recordando con especial cariño. Le gustaba abrazarlas y escucharlas en un ejercicio de proximidad envidiable.
Era una persona inteligente que cuando hablabas con él daba la impresión de que iba y estaba dos pasos por delante tuyo lo que le hacía acreedor de una indudable autoridad moral.
Era una persona que sabía escuchar lo que no es siempre habitual entre los altos cargos y máximos responsables dentro de la Administración. Le explicabas un problema y, al final, te ibas con tres o cuatro frases claras, concretas y concisas que encerraban la solución.
Era una persona rápida y perspicaz. Le explicabas un tema durante cinco minutos y luego le escuchabas fascinado dar una brillante rueda de prensa de más de media hora sobre lo que le habías explicado.
Era una persona sencilla. A la salida de la cena de navidad en la que reunía a su equipo más cercano de interior nos entregaba un obsequio bien envuelto. Al abrirlo, siempre era una deliciosa lata de anchoas de Santoña.
Gracias Ministro.