Responsabilidad compartida
- Los controles preventivos de alcohol y otras drogas (también los de velocidad) han demostrado ser una herramienta muy eficaz de las políticas de seguridad vial, por lo que los avisos en redes sociales pueden ser muy negativos.
03 octubre 2024
"Podemos seguir mejorando las carreteras. Podemos intensificar la información sobre el tráfico. Podemos duplicar los controles de velocidad. Pero, sin tu colaboración, todo nuestro esfuerzo es inútil. No podemos conducir por ti”. Este es el texto de la campaña que la Dirección General de Tráfico puso en marcha durante la Semana Santa del año 2005 y que apelaba a la responsabilidad individual que asume cada persona cuando se pone al volante de un vehículo. Casi 20 años después, sigue tan vigente como entonces.
En materia de seguridad vial, son muchas las medidas que se pueden adoptar (por ejemplo, reducir a 0,2 gr/l el límite de alcohol permitido, como ha anunciado recientemente el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska), muchas las políticas que se pueden diseñar, y muchas las mejoras que se pueden incorporar, pero sin una actitud responsable por parte de los conductores que circulan con sus vehículos poco puede hacerse para seguir reduciendo la siniestralidad vial.
Montarnos en un vehículo y conducir para desplazarnos de un punto a otro es un hecho extraordinario que hemos convertido en cotidiano. Es precisamente esa cotidianeidad la que nos obliga a adoptar una actitud que debe ir más allá del estricto cumplimiento de las normas de tráfico. Y eso es algo que no ocurre con los grupos que funcionan en redes sociales para avisar de la ubicación de los controles, para que conductores infractores puedan “eludir la multa”.
Esos avisos que se lanzan a través de aplicaciones como WhatsApp o Telegram no sólo dificultan la tarea de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en sus labores de vigilancia, sino que también colaboran para que determinadas personas puedan conducir después de haber bebido alcohol o tomado algún tipo de drogas. Efectivamente, evitarán una sanción, aunque lo que está en juego es mucho más: se trata de la vida de personas, esas con las que se cruzarán en la carretera y que, no lo olvidemos, podemos ser nosotros mismos, alguien de nuestra familia o, incluso, la propia persona que envió el aviso al grupo.
Los controles preventivos de alcohol y otras drogas (también los de velocidad) han demostrado ser una herramienta muy eficaz de las políticas de seguridad vial. Prueba de ello son los más de 500 conductores que fueron detectados cada día al volante tras haber consumido drogas y/o alcohol durante la última campaña especial de vigilancia que se desarrolló entre el 19 y el 25 de agosto. Si alguien los hubiera avisado de la ubicación de esos controles, seguramente no habrían pasado por ellos, con el consiguiente peligro para los demás usuarios que circulan por la vía. La seguridad vial es una responsabilidad compartida, en la que no tienen cabida ese tipo de avisos porque no sólo evitan multas, sino que también impiden que se salven las vidas de otras personas.