Salud visual, salud vial
- Las enfermedades visuales provocan fatiga visual, una mayor dificultad para calcular la distancia, la velocidad adecuada y para percibir señales.
10 enero 2011
Una encuesta realizada por RACE y la Fundación Alain Afflelou, entre mayo y junio de 2010, revela que a pesar de que el 45% de los conductores ha sido diagnosticado con un problema de visión y que, de ellos, el 74% necesita lentes correctoras, solo el 34% acude anualmente a la consulta del óptico y un 17% no lo ha hecho nunca.
Juan Antonio Sánchez Trillo, coordinador de Educación Vial del RACE, asegura que no somos conscientes del peligro que supone conducir sin una graduación correcta, en parte porque “muchos problemas visuales no duelen y su desarrollo es progresivo, como en el caso de las cataratas o el glaucoma”. La conducción de estas personas, continúa explicando, “se adapta a su limitación, reduciendo en exceso la velocidad para leer algunas señales, por ejemplo”. Otro estudio realizado por la Universidad Politécnica de Cataluña y la Fundación Racc el pasado mes de febrero, determina que 6 millones de conductores españoles (un 24%) presenta algún problema en la vista y uno de cada cuatro conduce por debajo de sus facultades visuales. En el informe se recomienda mejorar el examen de capacidad visual y limitar la obtención o renovación del permiso de conducir por esta razón para reducir el número de accidentes.
Riesgos
Miopía, astigmatismo, hipermetropía y presbicia o vista cansada son las enfermedades del ojo más frecuentes. Estas patologías inciden en la conducción al provocar fatiga visual, mayor dificultad para calcular distancia y velocidad y peor percepción y legibilidad de las señales. Estas circunstancias se agravan especialmente cuando existen determinados factores de riesgo. Para un 32% de los conductores encuestados, la niebla es el factor externo que mayor fatiga causa, seguida de la conducción con el sol de frente (30%), con lluvia intensa (16%) o por la noche (12%).
Ramón Noguera, director ejecutivo de la Federación Española de Asociaciones del sector Óptico (FEDAO), explica que, aunque el conductor miope use lentes perfectamente corregidas, durante la conducción nocturna aumenta aproximadamente una dioptría y media. “Esta incidencia -asegura Noguera- puede compensarse con una atención especial, pero con una incorrecta graduación, el resultado puede ser de extrema dificultad”. En la visión nocturna la precisión para distinguir objetos separados –es decir, la agudeza visual– disminuye hasta un 20%. A ello hay que añadir que durante la noche se producen alrededor del 38% de los accidentes mortales. De hecho, por tener problemas de visión, el 11% de los conductores encuestados ha sufrido alguna situación de riesgo y 34, de 2.445 entrevistados, tuvieron un accidente.