¡Ojo, resbala!
- Cuando llueve, las hojas caídas sobre el asfalto se convierten en una alfombra muy peligrosa. Retienen el agua y pueden ser tan deslizantes como el hielo
10 diciembre 2019
La lluvia se puede presentar en cualquier época del año casi de improviso y puede complicar el trayecto que se esté realizando si no se tiene el coche preparado o se siguen unas sencillas recomendaciones. En el apartado de preparación del coche, elementos como los limpiaparabrisas o las ruedas deben estar en buen estado para afrontar con garantías un chubasco de mayor o menor intensidad. Llevar los neumáticos con su dibujo y presión correctos tiene muchos beneficios, pero aún más se agradece cuando llueve, ya que conviene que el contacto de la goma con el suelo sea el correcto y la deformación de los flancos, si se llevan con menor presión de la recomendada, puede afectar a la reacción de las ruedas en una curva. Una reducida profundidad del dibujo también puede provocar que aparezca con más asiduidad el efecto acuaplanin.
Pero además, el conductor tiene que adecuar la velocidad a la que circula a esta nueva situación, que se aleja mucho del comportamiento y visibilidad que encontraría en un día claro y seco.
Suavidad y distancia
En días de lluvia, el riesgo de accidente de tráfico se incrementa, ya que el coche frena peor y necesita más metros para hacerlo, las lunas del coche tienden a empañarse restando visibilidad y la estabilidad del vehículo en curva se reduce. De ahí la importancia de reducir la velocidad hasta que el conductor se encuentre cómodo y seguro en esas circunstancias. También habría que respetar, como se debe hacer siempre, la distancia de seguridad. Sin embargo, en caso de lluvia hay que ampliar todavía más los metros que nos separan del coche que nos precede sobre todo por si hay un frenazo, ya que, como hemos dicho, detener el coche nos va a costar más tiempo y espacio.
La tercera recomendación trata sobre la suavidad que requiere circular con el asfalto mojado. Suavidad y progresividad en las maniobras, en la frenada, con la dirección, al adelantar, al negociar una curva… y es que el asfalto resbaladizo no se lleva bien con las maniobras bruscas.
• Climatizador automático. Impide, si se sabe utilizar de forma adecuada, que se empañen los cristales del coche en el 95% de las ocasiones.
• Sensor de lluvia. Activa los limpiaparabrisas y modifica su velocidad en función de la intensidad y nos ahorra estar pendientes o retirar las manos del volante.
• Retrovisores calefactados. Despejan de empañamientos indeseables unos espejos que nos sirven de gran ayuda para controlar el perímetro del coche en días en los que la visibilidad se reduce drásticamente.
• Monitor de presión de los neumáticos. Se agradece para conocer en todo momento si las ruedas están infladas correctamente.
• Aviso de colisión con autofrenado. Es un sistema de ayuda que en muchas ocasiones se anticipa al conductor y frena si detecta una colisión inminente.
• Arranque en pendiente. Un sistema cada vez más habitual como equipamiento de serie, y que ayuda a arrancar en cuestas cuando el firme tiene poca adherencia. Actúa sobre los frenos, contando con un sensor que lee el ángulo de inclinación frontal. Al arrancar, evita que el vehículo se desplace hacia atrás al soltar el freno.
• Detectores de piso mojado. Ya hay modelos que utilizan sensores situados en los pasos de rueda para detectar si el asfalto está mojado y activan el modo lluvia, adecuando el funcionamiento del cambio automático, el control de estabilidad y la entrega de potencia a esa situación de baja adherencia. De momento, este sistema está reservado a modelos deportivos de tracción trasera, aunque con el tiempo puede llegar a ser equipamiento de serie en otras categorías más modestas.