Mujer tenías que ser
- Las mujeres cumplen más las normas y tienen menos accidentes
14 diciembre 2022
El pasado 18 de octubre, la periodista Luz Sánchez Mellado contaba en la red social Twitter un desagradable incidente que le había ocurrido ese mismo día. Tras realizar con el coche una maniobra poco correcta, un vehículo comenzó a seguirla hasta que se paró en un semáforo. En ese momento, la pareja –hombre y mujer– que viajaba en ese coche, se bajó y, tras insultarla, comenzó a golpear su coche. “No he bajado la ventanilla, me he acojonado viva”, explicaba.
Ellas conducen
Esta publicación generó inmediatas respuestas, la mayoría de mujeres que contaban experiencias similares: “Me pasó con una moto, no le gustó cómo le adelanté”; “Una vez me siguió un coche que se me ponía en paralelo y me miraba… Yo ya no sabía qué hacer y me paré en una gasolinera horas”; “Una vez un motorista que me hizo una pirula intentó romper la ventanilla con el casco porque no abría”; “Yo sufrí una de esas en un semáforo, el tío comenzó a insultarme como un energúmeno, mi hijo conmigo en el coche”; “Me pasó algo muy similar en medio de la nada en una rotonda. El pedazo de loco frenó bloqueando la salida de la rotonda y se bajó a aporrearme el cristal” (ver entrevistas).
En realidad, estos hechos narrados en primera persona coinciden con las conclusiones del estudio #EllasConducen que la cadena Midas publicó el pasado marzo: más del 50% de las mujeres ha recibido comentarios sexistas cuando estaba al volante. Según ese mismo informe, casi el 20% de los varones y más del 7% de las mujeres consideran que ellas conducen peor que ellos. Todo esto genera que las mujeres sientan que tienen más barreras a la hora de conducir que los hombres, como sensación de inseguridad y miedo al volante (26%) o no tener vehículo propio (12%).
Menos accidentes
Tal y como consta en el estudio de Midas, el 60% de las conductoras no recibe ningún tipo de sanción de tráfico. Y según datos de la DGT, por cada mujer fallecida en siniestro vial pierden la vida 3/4 hombres. "Es verdad", puntualiza Patricia Pérez, psicóloga de la DGT, "que ellos realizan más desplazamientos motorizados que ellas, pero también existen diferencias de género en la asunción de riesgos y los patrones de los traumatismos causados por los accidentes".
A la misma conclusión también llegó el estudio “Mujeres conductoras en España”, que elaboró en 2017 la Cátedra Universidad-Empresa Eduardo Barreiros. Según se señala, “las mujeres conductoras muestran un perfil accidentológico más favorable que los conductores varones: comportamiento más respetuoso con las normas de tráfico, traducido en un menor número de infracciones, en general, y una menor asunción de riesgo si se tiene en cuenta el menor número de infracciones de velocidad, alcohol y droga. Ello se traduce en una menor tasa de implicación en accidentes”.
Así, Eva Muiño, coordinadora del Grupo de Tráfico e da Seguridade o Colexio Oficial da Psicoloxía de Galicia, reconoce que las nuevas generaciones traen cambios, pero "más lento de lo esperable". Apunta que todavía hoy muchas personas proyectan "todas las aspiraciones o capacidades positivas hacia los hombres y las limitaciones o acciones mal realizadas hacia las mujeres" y añade que ellos "piensan menos en las consecuencias", mientras que ellas "utilizan el razonamiento más lógico y práctico". "Conducir sigue siendo un premio para la mayoría de los hombres, mientras que la mayoría de las mujeres lo ven como una mera utilidad/necesidad", afirma.
Doble moral
En definitiva, ellas son buenas conductoras; sin embargo, reciben, con más frecuencia que los hombres, insultos, comentarios sexistas, gestos con las manos, etc. Begoña Murguialday y Verónica Paz, de la consultora Murgibe, especializada en temas de igualdad, creen que el origen de los comportamientos sexistas radica en una “doble moral”: mientras que las campañas de divulgación inciden en la importancia de respetar las normas de tráfico, la sociedad cuestiona a las mujeres, que son precisamente quienes más las respetan.“Y eso tiene que ver con los patrones sociales que recibimos desde la niñez, es una cuestión de estructura social”, explican.
Muiño cree que hay como "un código de circulación oculto diferente para unos y otras": ellas son "prudentes" y "cumplen las normas", pero ellos las consideran "lentas" y con "falta de habilidades".
Según Patricia Pérez, “los clásicos estereotipos de género tienen un reflejo en la conducción” y recuerda que, en un estudio sobre valores y referentes culturales que publicaron los investigadores Elena Rodríguez e Ignacio Megías en 2015, se señalaba que “a las mujeres se les realiza una atribución de “torpeza” asociada a tecnología, deportes y al manejo de aparatos o vehículos. En estos terrenos se presupone un desinterés femenino y, además, una menor coordinación corporal o peor visión espacial. Estos estereotipos son los que sostienen la idea de que las mujeres conducen peor, con tanta fuerza que incluso valores positivos como la prudencia o precaución se juzgan de forma negativa”.
Acoso verbal y físico
Para Sara Ortiz, del Col-lectiu Punt 6 (entidad que trabaja la movilidad y el urbanismo desde el feminismo), las mujeres sufren acoso vial (verbal y físico) y no solo cuando van en coche, sino cuando conducen cualquier vehículo (bicicleta, moto, etc.). En este sentido, recuerda un estudio que realizó en 2015 la investigadora Rachel Aldred (especialista en movilidad activa) sobre las situaciones de peligro que vivían hombres y mujeres que se desplazaban en bicicleta por Reino Unido: ellas tenían aproximadamente el doble de “casi accidentes” que ellos.
Además, Ortiz afirma que la manera en la que se enseña a conducir también ayuda a perpetuar los estereotipos de género, puesto que se prima la velocidad y la agresividad frente al cumplimiento de las normas (que es lo que mayoritariamente hacen las mujeres). Por ejemplo, añade, no se difunde lo suficiente que son los hombres jóvenes quienes más accidentes tienen y “los principales acosadores”, ya que parece que “no tienen miedo a nada”.
Impunidad
Floridea Di Ciommo, codirectora de la cooperativa de investigación cambiaMO | changing Mobility y consultora de la OCDE y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en materia de equidad y accesibilidad en el transporte, vive en Madrid y se desplaza habitualmente en bicicleta. Ella misma cuenta situaciones de acoso: “Hace unos días un taxi me empujó la rueda de la bici por detrás. La mejor respuesta es no hacer caso, pero es todo bastante incómodo”. Relaciona estas circunstancias del tráfico con el acoso callejero (piropos, etc.) que sufren las mujeres porque, al fin y al cabo, estamos hablando de “la impunidad de la calle, el espacio donde se puede hacer cualquier cosa”.
Recuerda lo que ocurrió durante el confinamiento al que nos obligó la pandemia, ya que durante esas semanas, había muchas mujeres por la calle: “Ellos teletrabajaban mientras que ellas se dedicaban a los cuidados y tenían que moverse de un punto a otro a pie, en bici e incluso en moto. Ahora hemos vuelto otra vez atrás”.
También Eva Muiño considera el coche "como un espacio privado y seguro", en el que "resulta gratuito" descargar "el estrés y la verborrea" contra las mujeres.
Hacia el futuro
Di Ciommo considera que se ha avanzado bastante en los últimos años, aunque no lo suficiente porque aún queda “transferir las políticas de igualdad a la calle”. Cree que los cambios deben llegar a varios niveles: institucional (las leyes, aquí sí se ha avanzado mucho), cultural (“es muy difícil”) y de empoderamiento personal de las mujeres. En su opinión, para acabar con “los mandatos de género” son fundamentales dos factores: por un lado, que las mujeres lleguen a los puestos de poder de la movilidad (un sector todavía muy masculinizado, ya que la presencia de mujeres en los órganos de decisión del mundo del transporte se sitúa sobre el 20%); por otro, que los postulados de igualdad sean transversales en la educación: “La movilidad sostenible, inclusiva e igualitaria debe ser un hilo conductor dentro del sistema educativo”.
Más mujeres
Coinciden con este planteamiento Murguialday y Paz: los cambios deben ir más allá de las administraciones y las familias, deben comenzar por la educación y la sensibilización, desde los niveles más bajos y a lo largo de toda la vida. Para Muiño, los cambios tendrían que empezar con "una revisión a fondo de todos los textos normativos" sobre tráfico para que se contemple desde ya el lenguaje inclusivo y para que también se hable de conductoras: por ejemplo, podríamos hablar del Reglamento General de Conducción y no solo de Conductores.
En opinión de Ortiz, debemos también visibilizar el acoso vial a las mujeres como “una forma más de violencia machista”, por lo que es necesario “transversalizar la perspectiva de género en la seguridad vial”, tanto en el análisis de los datos como en los programas educativos y de divulgación. Y fomentar la llegada de más mujeres a la dirección de las empresas de transporte porque ahora “mayoritariamente hay hombres que responden a un modelo patriarcal y androcéntrico”.
Finalmente, Pérez subraya que, en el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2021-2030, “se contempla la necesidad de asegurar una perspectiva de género en la planificación del transporte para fomentar un entorno en el que hombres y mujeres compartan una movilidad segura, accesible”. Añade que es necesario “prestar más atención a las diferencias de género en relación con el diseño y elaboración de los aspectos de la infraestructura de transporte y aumentar el número de mujeres participando en el sector del transporte y sus procesos”. Estos son objetivos que están incluidos en la Estrategia de Seguridad Vial 2030 que ha presentado la DGT.
Sofía: “Conduces muy bien”
Se convirtió en conductora profesional por casualidad: buscaba empleo y la Consejería de la Mujer de Asturias promovía un programa para que quince mujeres obtuvieran el permiso para conducir autobuses. Tras realizar el curso, obtener el carné y superar una prueba psicológica y otra práctica, Alsa le ofreció un contrato y hasta hoy: ahora hace 19 años que Sofía Luarca lleva un autobús en Oviedo. Dice que nunca se ha sentido discriminada ni ha percibido actitudes inapropiadas, ni de sus compañeros ni de los pasajeros. Eso sí, alguna vez, al terminar el recorrido, alguien ha comentado un “conduces muy bien”, que rara vez escuchan sus compañeros masculinos. Asegura que, al principio, pocas mujeres llevaban un autobús en Asturias; ahora ya son muchas más. Al echar la vista atrás, sabe que acertó al elegir ser conductora profesional, aunque, al principio, lo pasó mal al tener que adaptarse a trabajar por turnos, algo que era difícil porque tenía una niña pequeña a la que atender.
Érika: “Veía normal que me insultaran”
Su padre era conductor profesional. Por eso, Érika Rodríguez decidió sacarse todos los carnés: “Siempre me había gustado conducir, pero era complicado aprobar los exámenes por la mecánica”. Tiene claro que “todo me ha costado el doble y he tenido que demostrar el triple”. Tras 20 años conduciendo un autobús urbano en Almería, aún hoy en día lucha contra los estereotipos de género: lo último ha sido durante la feria del pasado agosto, donde las conductoras han tenido muchos más problemas que los conductores. Durante su profesión, ha escuchado comentarios como “vete a fregar”, “vete con tus hijos”, “¿sabes llevar esto tan grande?” o “nos vais a quitar el trabajo”. También soportar actitudes inapropiadas como la del pasajero que se persignó al ver que conducía ella, que otro la escupiera o que le lanzaran monedas. Al principio, lo llevaba muy mal (algún día incluso lloró), si bien veía “normal” que la insultaran por realizar su trabajo. Comenta que su marido también es conductor de autobús y nunca ha tenido experiencias similares. Pero, en su empresa, ha dado más batallas: para ser delegada sindical, conseguir un uniforme apropiado cuando se quedó embarazada o para lograr una reducción de jornada.
María (24 años) “Se sigue considerando que las mujeres conducimos peor”
Lleva cinco años conduciendo y admite que sí ha recibido comentarios incómodos y sexistas. También actitudes desagradables y gestos ofensivos, aunque, afortunadamente, con poca frecuencia. Confiesa que le da rabia que sigan existiendo este tipo de comportamientos, aunque admite que sí se fija en el sexo de los demás conductores: “Normalmente pienso que son hombres cuando un vehículo realiza una maniobra que no es correcta en la carretera”. Cree que, “sin lugar a dudas”, los estereotipos de género existen al volante, ya que “se sigue considerando que las mujeres conducimos peor que los hombres, al igual que se sigue pensando que ellos son más bruscos porque controlan mejor la conducción”.
Karina (52 años) “Cada vez hay menos diferencias a la hora de conducir”
Lleva conduciendo 20 años y asegura que nunca ha recibido un comentario incómodo o sexista mientras iba al volante. Dice que sí se fija en los demás conductores, si es un hombre o una mujer. Entre otras cosas, porque sí percibe diferencias en la forma de conducir de unos y otras, aunque considera que cada vez son menores. “Por ejemplo, en cuanto a la velocidad se refiere: ellos pisan más el acelerador que nosotras”, asegura. Además añade que, en su opinión, “a los conductores les cuesta más guardar la distancia de seguridad que a las conductoras y también presionan más al vehículo que va delante”.
Rocío (31 años) “Parece que las mujeres tuviéramos algo que demostrar”
Conduce desde hace más de una década y usa el coche a diario. A la pregunta de si alguna vez ha recibido comentarios sexistas mientras va al volante, le gustaría responder “con un no rotundo”, pero no puede porque “lamentablemente sí los ha recibido”. Y, aunque no es algo frecuente, también ha escuchado algún que otro insulto y el típico “mujer tenías que ser”. Señala que se ha sentido incómoda, “sobre todo cuando me han increpado sin ser yo la que ha realizado un movimiento incorrecto”. También explica que las mujeres suelen disculparse con la mano cuando hacen una maniobra poco ortodoxa. Considera que cada vez hay menos estereotipos en este tema, pero que las mujeres “luchamos contra ese ‘mujer tenías que ser’, como si tuviéramos algo que demostrar”.
Conchi (68 años) “Las mujeres conducimos bien”
Aprobó el carné de conducir en 1972, hace ahora 50 años, y ha notado un gran cambio a lo largo de este tiempo: “Afortunadamente ahora hay más mujeres conductoras. En mi época, o hace 20 o 30 años, éramos menos, por lo que se metían más con nosotras”. Sí ha recibido comentarios sexistas, sobre todo al principio. El más frecuente: “Podías estar en tu casa fregando”. Dice que, en carretera, también ha tenido que sufrir adelantamientos y señales y gestos con las manos “muy machistas”, lo que le incomodaba bastante. Piensa que los hombres son más “imprudentes” mientras van conduciendo y subraya que “hay que acabar con los estereotipos de género porque las mujeres conducimos bien”.
En la localidad gaditana de San Fernando han decidido incorporar la perspectiva de género a la movilidad. Entre otras medidas, se están implantando semáforos inclusivos y, además, la nueva ordenanza de movilidad (todavía en fase de tramitación) abre la posibilidad de sancionar “las conductas que menosprecien por sexo a automovilistas” porque, según recoge el artículo 286, “las personas usuarias de las vías y espacios públicos deberán respetar las normas de convivencia con el resto”.
Conrado Rodríguez, concejal de Presidencia, explica que muchas veces escuchamos insultos machistas “en nuestras vías de circulación“, cuando ninguna persona debería “sentirse molesta, ofendida o insultada por nadie”. Añade que eso se produce, por ejemplo, “cuando una mujer está aparcando en momentos en los que hay mucho tráfico, en momentos de tensión, en los que todos estamos agobiados, y recibe ese tipo de comentarios. Todos y todas nos debemos autoimponer unas normas que impidan que eso pase”. Una vez aprobada la nueva Ordenanza de Movilidad de San Fernando, esas situaciones podrán ser denunciadas y tener una sanción de hasta 100€ .
Los datos sí demuestran los cambios sociales de los últimos años. En 1990, había en España 16,3 millones de personas con un permiso para conducir un vehículo. De ellas, 11,6 eran hombres (70%), mientras que 4,8 eran mujeres (30%). En 2020, el número total de permisos ha aumentado hasta los 27,2 millones, de los cuales 15,5 son hombres (55%) y 11,6, mujeres (45%).