La familia... y uno más
- La normativa solo exige que no moleste al conductor, pero la seguridad depende de más factores, sobre todo cuando las mascotas están cada vez más integradas en la dinámica familiar.
15 marzo 2023
Los animales que no se llevan de forma adecuada en el vehículo representan un riesgo significativo de lesiones para todos sus ocupantes, tengan estos dos o cuatro patas. Bienestar animal y seguridad vial se alían en este caso para buscar la fórmula idónea de transporte de las mascotas, sea cual sea su especie –aunque, por pura estadística, los perros dominan– y tamaño.
La presencia de mascotas en los hogares españoles se disparó tras la pandemia. Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (Anfaac), el número de perros aumentó un 38% en tres años hasta los 9 millones en 2021. Seis millones de gatos, ocho de peces y otros cinco de pájaros dibujan un panorama doméstico marcado por la cada vez mayor relevancia de los animales en nuestras vidas.
Más allá de las cifras, la simple observación da sobradas pistas de ello: se multiplican los destinos turísticos y las atracciones “dog friendly”, la oferta de productos relacionados con ellos crece exponencialmente y cada vez más sitios públicos admiten la presencia de perros. La consecuencia es inevitable: a mayor integración del animal, mayor necesidad de contar con regulaciones, normas, medios y soluciones que faciliten el día a día de dueños y mascotas.
David Ordóñez, coordinador del Máster en Intervención asistida con animales de la Universidad de Jaén y director de Perruneando, empresa de formación y adiestramiento canino, afirma que hemos alcanzado “una versión 3.0 de nuestra relación con las mascotas, en particular con los perros: en la 1.0 el animal prestaba ayuda en el trabajo, caza, etc.; en la 2.0 lo teníamos en casa a cambio de una serie de beneficios; pero ahora forma parte de la vida de las personas, pasa a ser un ciudadano más y un miembro más de la familia”.
Como resultado, la movilidad con el animal no ha sido un problema “hasta que la gente decide que ir con su perro al centro comercial o a un restaurante es una buena idea”. La pregunta siguiente es automática: ¿estoy llevándolo de la forma más segura posible?
Lo que dice la norma
La Ley de protección, derechos y bienestar de los animales recién aprobada establece que en los desplazamientos el dueño debe atender “las necesidades fisiológicas y etológicas de los animales” y asegurarse de que el medio de transporte disponga de espacio y garantice “la seguridad vial y la seguridad” de la mascota durante el trayecto, pero no detalla cómo aplicarlo.
Por su parte, el artículo 13 de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial establece que el conductor debe garantizar que nada le entorpece ni dificulta su visibilidad. Para eso debe procurar “la adecuada colocación de objetos o animales transportados para que no haya interferencia entre el conductor y cualquiera de ellos”. Francisco de las Alas-Pumariño, jefe de la Unidad de Normativa de la DGT, señala que “en una próxima modificación del Reglamente General de Circulación se abordará con mayor detalle el modo en que deben ser transportados los animales domésticos en los vehículos”.
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Pero mientras esto se concreta hay que buscar la manera más eficiente de acomodar al animal. María Luisa Fernández, vocal de Pequeños Animales de la Organización Colegial Veterinaria (OCV), ve necesaria una norma que aclare un poco más “porque a veces uno no sabe qué está incumpliendo”, aunque desde su óptica sí ve unos principios claros: “No puede viajar suelto, ni con la cabeza por fuera de la ventanilla, ni sentarse encima del piloto. Tiene que ir sujeto”.
“Formas de llevarlos hay multitud. Los perros suelen ir en transportín en la parte de atrás, fijado a los asientos, o con un dispositivo que los ancle a los cinturones de seguridad que ha de ser un arnés, no collar”. Respecto a otras mascotas, cuyo transporte quizá no sea tan habitual más allá del traslado al veterinario, señala que “los gatos siempre en transportín porque pueden hacer locuras sueltos. A veces es conveniente que vayan tapados para que no se estresen, igual que los pájaros que han de ir, lógicamente, en su jaula”.
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Soluciones específicas
Una vez aceptado que el animal ha de ir bien sujeto, hay que elegir el mejor dispositivo según su peso y tamaño. Y aquí viene el siguiente problema: ¿todo lo que ofrece el mercado está testado y garantiza unos mínimos de seguridad? La respuesta es que no. La oferta es inmensa y los criterios de calidad de los fabricantes son dispares al no existir estándares en cuanto a niveles de resistencia, idoneidad de los materiales, etc. Pero el problema no es solo español.
La empresa donostiarra especializada en seguridad Babyauto acaba de comercializar un dispositivo para mascotas basado en los sistemas de retención infantil (SRI) denominado Travel Fix. Es un arnés que aprovecha los anclajes isofix y top tether para retener a perros de hasta 20 kg. Su ingeniero jefe, José María Nacenta, constata que “no existe ningún estudio biomecánico en el mundo publicado a fecha de hoy sobre cómo afectan a los animales los impactos. La bibliografía que hay sobre comportamiento del cuerpo humano en accidentes, que es lo que se usa para diseñar los maniquíes antropomórficos, no existe para animales”. A ello se añade, como señala David Palau, responsable de producto y desarrollo de la compañía, que en el mundo a nivel regulatorio “no hay nada, no existe una norma, una forma de evaluar qué está bien, cómo se fabrica lo que se vende, etc. En seguridad de las mascotas estamos bastante solos”.
Su punto de partida, por tanto, es lo conocido sobre seguridad en los estudios y las regulaciones referidas a los SRI. Nacenta explica que llevan más de dos años desarrollando el producto con la vista puesta en que tuviera unos costes razonables en su desarrollo para que el precio final fuera competitivo (249€), “aunque no hemos ahorrado nada en el planteamiento general, en construir dummies -inexistentes con la forma de mascotas-, en hacer multitud de pruebas de impacto hasta tener el producto definido e incluso en desarrollar una norma propia para la evaluación de estos sistemas que nos está testando una entidad certificadora”.
“El principio físico es el mismo que para cualquier ocupante de vehículo”, señala. De hecho, en las pruebas realizadas en el Laboratorio de Impacto en Motorland (Alcañiz, Teruel), junto a los investigadores de la Universidad de Zaragoza, “se usa el mismo pulso de deceleración que para testar las sillas infantiles, asientos y anclajes de asientos para vehículos de menos de 3.500 kg.”.
Transportín asegurado
En el mismo proceso de desarrollo, aunque aún sin culminar la fase de comercialización, se encuentra otra propuesta destinada a conseguir la mayor seguridad y confort para el animal. Su promotor es Sergio Gascó, bombero e instructor especializado en asistir a víctimas de siniestros de tráfico, que tiene tres sistemas patentados de retención de mascotas. Uno de ellos, denominado Sistema de Retención Canina (SRC), lo está desarrollando para su salida al mercado en los próximos meses con la empresa alicantina Elite Bags, especializada en productos para profesionales de emergencias. Se trata de una solución para llevar al animal en el transportín pero anclado al chasis utilizando, como en el caso anterior, los elementos para los SRI. Su precio estará en torno a los 95 euros.
Su experiencia de asistencia en siniestros le hace concluir que un transportín de plástico en el asiento de atrás no resiste en caso de impacto “por mucho que esté amarrado con cinchas o con cinturón de seguridad porque el animal rompe el recipiente”. Por eso lo que propone su diseño es “una funda que rodea al transportín y usa el top tether y el isofix. Es la funda es lo que retiene al animal, no el transportín”.
Males menores
En cuanto a su colocación, explica que “el habitáculo y dentro de él los asientos traseros son la zona más protegida del coche”, y ahí es donde se ubica su sistema. La recomendación de colocar el transportín en el suelo, en el hueco bajo los asientos delanteros, “está bien si no tienes otra opción, pero hay que tener en cuenta que en caso de impacto lateral es una zona de más fácil atrapamiento”.
También advierte de los riesgos de ponerlo en la parte de atrás del coche por ser una zona de deformación programada del vehículo, aunque admite que es una alternativa factible para perros más grandes “y porque hay que dar soluciones”.
Sugiere que en el maletero se puede llevar con un arnés asegurado al top tether o los anclajes de los asientos, “o en un transportín o jaula transversal a la marcha que en ningún caso puede ir suelta: en los accidentes con vueltas de campana suele abrirse el portón, así que saldría volando, o se rompe la luna”. Otra opción habitual es el uso de rejas, que presenta dos problemas:“Son lesivas para los animales y generalmente se usan las que se sujetan con ventosas o a los reposacabezas, que no ofrecen ninguna seguridad porque se quitan con la mano”. En cualquier caso, aunque se utilicen las que van unidas al chasis “protegen al usuario del coche, no al perro”.
Pruebas de impacto
La clave, considera, es que el dueño se preocupe por buscar los dispositivos más adecuados a la morfología del animal y, sobre todo, que confirme si “han superado pruebas de impacto. Si no, puede tener una falsa sensación de seguridad”. Como esto no siempre es fácil de comprobar, Gascó ve imprescindible contar con una normativa de homologación en la que se obligue a un transportín o un arnés “a pasar pruebas de un impulso de 29 g, como en los SRI, o que no tengan aristas”, por ejemplo.
Su propuesta, como la de Baby Auto, se ha basado en los más que testados SRI. En su caso, además, explica que la forma del dispositivo permite “que la retención sea de todo el cuerpo, con lo que no hay una parte que se adelante a otra. La absorción de energía se consigue a partir de la elasticidad del hilo y con los anclajes, y la desviación de la energía es de cabeza a cola”.
Consecuencias fatales
Paloma González de Ramos es directora del Hospital Veterinario Cuatro de Octubre de La Coruña, donde recibe con frecuencia a animales víctimas de siniestros viales. “El accidente más frecuente se da cuando van con arnés sujeto a cinturón. En un impacto el perro va hacia adelante pero el cinturón no sujeta y sale despedido, con lo que puede provocarse un traumatismo cranoencefálico y torácico grave con neumotórax, o un impacto fuerte en el tórax con consecuencias importantes”, explica. También ve con frecuencia que el arnés haga efecto palanca y cause sección medular si no está bien adaptado, aunque “depende de la fuerza del impacto y del peso del animal”.
Pese a lo que ve en consulta, percibe en general una mayor atención al bienestar de las mascotas. En el mismo sentido se expresa David Ordóñez, de Perruneando, para quien “son uno más dentro de la sociedad, hay ciudadanos humanos y caninos y deben tener sus derechos y sus obligaciones, en este caso derivadas a las personas que somos sus responsables”.
Cree que el desfase entre la percepción social de los animales y su consideración burocrática y administrativa se acorta. María Luisa Fernández, de la Organización Colegial Veterinaria, considera también que “la sensibilidad al respecto es distinta” y hablamos de un proceso en evolución. “Basta recordar que hasta no hace demasiado los niños iban en el vehículo sin ningún tipo de retención”, apostilla.
El Grupo de Trabajo sobre Seguridad Pasiva (GRSP) de Naciones Unidas fija los estándares de seguridad de los SRI, y a él correspondería desarrollar normas para el transporte de mascotas. Pero según José María Nacenta, de Babyauto, el asunto no está en agenda y en cualquier caso “todo proceso que inicie tardaría al menos cuatro o cinco años en avanzar”. La necesidad de contar ya con unos parámetros fiables llevó a esta compañía a establecer su propia norma de calidad, que actualmente está siendo avalada por una entidad certificadora independiente.
Entre los aspectos que incluye están la resistencia de las correas en diferentes condiciones de humedad, calor, frío, etc.; ensayos de corrosión de los componentes metálicos y de fatiga de los mecánicos; pruebas de resistencia de la hebilla y de microdeslizamiento de los ajustadores; de abrasión del cinturón; y ensayos dinámicos con pulso de choque frontal estándar típico para vehículos M1/N1 (GVW ≤ 3500Kg), así como ensayo de vuelco.
Sergio Gascó, bombero especializado en excarcelaciones, explica que “no existe protocolo de atención a perros ni de actuación” en el momento del siniestro, impera el sentido común de los profesionales que afrontan tarea tan delicada: “A veces primero habrá que sacar al perro, según su estado o la posición en que se encuentre”. Aunque lo más complicado viene cuando se considera qué hacer con el animal: “Alguien ha de hacerse cargo. Normalmente se soluciona gracias a la buena fe de los guardias civiles, operarios de grúa, bomberos, etc.”. La Ley de protección, derechos y bienestar de los animales no habla específicamente de qué hacer en un siniestro vial, pero señala que la Administración local o, subsidiariamente, la autonómica asume “la gestión y cuidados de los animales desamparados o cuyos titulares no puedan atenderlos debido a situaciones de vulnerabilidad”. Por otra parte, cada vez es más frecuente que los seguros lo incluyan. Según el comparador Arpem.com, en algunas modalidades de todo riesgo se incluye transporte y custodia en un centro especializado. No así la asistencia veterinaria, solo prevista en algunos seguros y con límites en su cuantía que van de 300 a 5.000 euros según los casos.