Imprudencias y violencia vial en redes sociales
- Las conductas de riesgo en seguridad vial en las redes pueden reducir la percepción de riesgo en quienes las observan.
18 diciembre 2025
En las redes sociales no parece haber reglas. Según el 'Estudio de Redes Sociales 2025' de IAB, una asociación mundial de comunicación, publicidad y marketing digital, el 91 % de los jóvenes entre 18 y 30 años usa las redes a diario, y un 54 % de ellos reconoce hacerlo, sobre todo, para inspirarse, por delante de otros propósitos como conocer gente o entretenerse. Las redes también representan la principal fuente de información para este público más joven (49 %). Si no estás en las redes, no existes. Pero si ‘lo petas’, entonces tienes carta blanca.
“En general, las redes sociales premian las visualizaciones, la interacción, sin importar mucho que el contenido pueda ser más o menos reprobable. Cuanto más viral sea una publicación, más publicidad programática (compra automatizada de espacios publicitarios) genera, y eso significa más dinero para el creador. La otra gran fuente de ingresos son las marcas, a las que muchos se vinculan de manera puntual o en relación de larga duración. Ahí sí pueden ser un inconveniente ciertas conductas, porque una marca evita perfiles con problemas reputacionales”, explica Miguel Villamizar, experto en marketing de influencers.
Exactamente el camino opuesto al de los influencers mencionados siguió la adolescente norteamericana Kaitlynn McCutcheon. Con sólo 17 años, su perfil pasó el pasado septiembre de la absoluta irrelevancia a tener miles de seguidores. Su logro: grabarse sufriendo un accidente de tráfico. Kaitlynn puso la cámara mientras conducía a la vez que cantaba vehementemente el famoso 'Baby one more time' de Britney Spears. En un arrebato de fogosidad, perdió el control de su vehículo, que se salió de la vía y terminó volcado. La escena fue publicada por la protagonista en su perfil de TikTok, desde donde dio la vuelta al mundo en horas. Una imprudencia que acabó bien por un pequeño detalle: llevaba abrochado el cinturón de seguridad.
El tirón de ir 'como locos'. Aunque nos pueda parecer una locura, la velocidad es otro de los ingredientes que ‘triunfan’ en la coctelera de las redes. Uno de los primeros que lo experimentó en España fue el youtuber TheGrefg, quien publicó en 2016 un post en el que se le veía conduciendo a 180 kilómetros por hora. Consciente de su error, pidió perdón, pero perdió su vinculación con la marca de coches que le había prestado el vehículo. Peor fue el caso de Vicesat, otro famoso influencer, restaurador y preparador de coches, que se grabó a bordo de un Lamborghini mientras aceleraba a fondo hasta alcanzar los 233 kilómetros por hora. Uno de sus seguidores le denunció, lo que provocó su detención.
Más recientemente, el pasado octubre, entró en prisión el finfluencer (influencer financiero) británico Harrison Sullivan, de 24 años y conocido en redes como HSTikkyTokky, quien en marzo de 2024 estrelló un McLaren valorado en más de dos millones de euros en una carretera inglesa cuando circulaba a gran velocidad y sin seguro. Además, Sullivan, que milagrosamente salió ileso, huyó del siniestro dejando malherido a su compañero de viaje, también influencer, y emprendió una fuga que le llevó a Emiratos Árabes, Tailandia y, finalmente, España, donde fue arrestado por un altercado.
“Los influencers terminan convirtiéndose en modelos sociales de alto impacto, y los comportamientos que exhiben se pueden normalizar con mayor facilidad entre sus seguidores. Cuando muestran conductas de riesgo en seguridad vial, ese comportamiento traspasa la pantalla y puede reducir la percepción subjetiva de peligro de quienes los observan. Esto es aún más complejo en personas jóvenes que no han alcanzado madurez en el control inhibitorio y que, además, son más sensibles a la recompensa social. Por tanto, la visibilidad de estas conductas de riesgo puede expandir o consolidar un comportamiento temerario en la carretera”, aclara Patricia Pérez, psicóloga de la Dirección General de Tráfico.
Los jóvenes, en la diana. Según la Encuesta sobre Redes Sociales del Eurobarómetro, el 73 % de los usuarios entre 15 y 24 años, y el 68 % del grupo inmediatamente más mayor (25-39 años) sigue a influencers o creadores de contenido en las redes, especialmente en las plataformas Youtube, Instagram y TikTok. Este seguimiento no es algo exclusivo de estas franjas de edad, pero según el mismo Eurobarómetro, a partir de los 40 años decae por debajo del 50 %, y es inferior al 20 % entre los mayores de 55 años.
“No podemos culpar a nadie, y menos a los jóvenes, del contenido que encuentra en las redes sociales. Si no queremos que los chavales vayan a 180 km/h o que hagan el burro con el coche, o que no tengan un comportamiento viario adecuado, tenemos que evitar que sean las propias redes las que permitan subir ese tipo de contenido. Los humanos copiamos los comportamientos de nuestros ‘otros significativos’, es decir, nuestros referentes. En la adolescencia, cuando estos dejan de ser los padres, pasan normalmente a ser los amigos o, en el plano mediático, hoy, la gente a la que siguen en las redes”, explica Francesc Núñez, sociólogo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

¿Son culpables entonces los influencers de airear comportamientos reprobables en sus perfiles? “Son responsables, desde luego, pero también hay que tener en cuenta lo que hay detrás de muchos de ellos: son personas que pueden tener un talento innato para caer bien o conectar con la gente, pero muchas veces ni son especialmente brillantes ni tienen formación alguna. Pueden grabarse haciendo algo ilegal y ni se dan cuenta, incluso se copian ideas entre ellos sin caer en detalles que pueden pasarles factura”, matiza Villamizar.
En el plano más científico, apenas hay literatura específica sobre la influencia de las redes sociales en la generación de comportamientos ilegales en el tráfico. Una excepción es un estudio cualitativo publicado en 2024 por la universidad australiana de Sunshine Coast, en el que se entrevistaba a personas de tres diferentes grupos de edad (17-25 años; 26-49 y +50) sobre el contenido que veían en las redes y sus hábitos en la conducción. Entre las conclusiones, lo más llamativo es que las personas del grupo más joven eran las que, con diferencia, reconocían estar más expuestas a imágenes que contenían comportamientos peligrosos al volante, como el uso del móvil, carreras ilegales o modificaciones no autorizadas en los vehículos. El estudio destaca cómo esos comportamientos son normalizados también por ese mismo grupo, el más permeable a la influencia de las redes sociales.
Perfiles 'buenos'. Pero, en el universo de las redes sociales, no sólo tienen cabida las ‘malas’ influencias. Un ejemplo es @educaccionvial, detrás del que se encuentra Rafa F. Villalba, un policía local de un municipio de la Comunidad de Madrid que suma cerca de 90.000 seguidores entre sus perfiles de Instagram y TikTok. Villalba emprendió su propia cruzada en las redes durante la pandemia con el objetivo de arrojar algo de luz en materia de información vial. “Descubrí que dentro de la seguridad vial había muy poca información, y la poca que se estaba dando era sesgada. También vi que hay una enorme violencia vial y una lucha caníbal entre grupos de usuarios de la vía, especialmente contra los ciclistas. Y como ciclista que soy, me pareció importante ayudar a contrarrestar tanta información tendenciosa y tanto odio”.
En sus perfiles, Rafa F. Villalba combina vídeos cortos explicando aspectos normativos del tráfico y la seguridad vial con otros clips en los que desmonta bulos o aclara contenido incorrecto o tendencioso expuesto por otros usuarios de las redes. “Hay mucha información que se da sin base alguna, más parecida a eso que llamamos cuñadismo, o que se difunde sólo por el hecho de ganar el fervor de los seguidores. Hay personas muy influyentes en las redes, con millones de seguidores, que se creen que están en posesión de la verdad sólo porque les sigue tanta gente. Lo triste es que cuando les rebates con legislación y con datos te intentan bloquear para que no te vean o, peor aún, son sus propios seguidores los que se te echan encima. He recibido insultos y amenazas de todo tipo, sólo por desmentir información con la legislación en la mano”, asegura.
Odio sin freno. El odio y la impunidad convierten a diario a las redes sociales en lugares hostiles, donde cualquiera puede leer comentarios inaceptables o directamente delictivos. “Recuerdo que este año un conductor atropelló con su coche en Denia a dos ciclistas, un padre, que falleció, y a su hijo. Había comentarios sobre esa noticia de personas que aplaudían al conductor, diciendo burradas como ‘Uno menos que estorba en la carretera’ o ‘No todos los héroes llevan capa’. A mí mismo me han llegado a decir que si distinguen mi maillot con mi logo por la carretera se me acaban los vídeos”, apunta Villalba.
En opinión de Patricia Pérez, psicóloga de la DGT, “las corrientes de odio que circulan en redes pueden influir en cómo algunas personas interpretan las normas de seguridad vial o tratan a ciertos colectivos vulnerables. La exposición continuada a mensajes agresivos y a la defensa de las conductas imprudentes puede llevar a normalizar esas posturas y a reducir la sensibilidad al riesgo. En estos espacios, la interacción grupal tiende a reforzar la hostilidad con la que algunos usuarios afrontan la conducción y la convivencia en la vía pública. Ese clima produce más impulsividad y más comportamientos temerarios”.
Aunque con el foco puesto en otro tipo de colectivos vulnerables, el informe del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia del año 2024 se denuncia que las plataformas digitales sólo retiraron el 35 % de los mensajes reportados como contenido de odio, y sólo el 4 % de los que sí fueron borrados desaparecieron en las primeras 24 horas de exposición, un periodo clave para frenar su viralización. El mismo informe señala también que X y Facebook son las redes sociales que aglutinan un mayor porcentaje de mensajes de odio, siendo la primera la menos efectiva a la hora de retirar esos contenidos (sólo el 7 %) y TikTok la que más empeño puso en limpiar esos mensajes (47 %).
Lo más preocupante y contradictorio es que, teniendo en cuenta que la mayoría de los mensajes reportados como odio incumplen las propias normas de las diferentes redes sociales, la dinámica de los algoritmos sigue premiando las opiniones más extremas. “Se refuerzan continuamente las opiniones y los contenidos que más vemos, y van desapareciendo los contrarios, lo que hace que se fortalezcan los estereotipos sociales y los prejuicios. Además, se menosprecian las formas, se deshumanizan a las personas y se normalizan los comentarios violentos. Todo eso acaba con la voluntad de encontrar espacios de concordia. Como resultado, cuando estás en el tráfico, ves a los demás usuarios como una molestia, no como personas con las que tienes que compartir espacio”, expone el sociólogo de la UOC, Francesc Núñez.
Los insultos contra conductores por su género, origen o etnia son habituales en las redes sociales. Hay que recordar que el artículo 510 del Código Penal castiga con penas de entre uno y cuatro años de prisión a "quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquel, por motivos racistas, antisemitas, antigitanos u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, aporofobia, enfermedad o discapacidad".
AESLEME, asociación para el estudio de la lesión medular espinal con 35 años de historia, decidió en 2023 por primera vez premiar la buena divulgación de la seguridad vial a través de las redes sociales. Así es como nació el galardón al mejor influencer de seguridad vial, una categoría dentro de los Premios AESLEME Juan García Reneses. En la última edición el reconocimiento fue para Ibon Oregi y su vídeo ‘El Plan Legalcar’, sobre cómo los siniestros viales te pueden cambiar la vida en un segundo y, si sobrevives, debes levantarte y adaptarte de nuevo a la vida.





