Conducir con depresión
- Los fármacos antidepresivos pueden producir efectos adversos en algunos pacientes, y que no se encuentren en condiciones para conducir
02 junio 2012
Los trastornos depresivos son una patología frecuente que genera un gran sufrimiento a quienes la padecen, y las personas que les rodean: familiares, amigos… Y es algo que nos diferencia de otras especies: nosotros, los humanos somos los que la padecemos.
Alrededor de la depresión existen muchos mitos, pero sabemos que puede afectar a cualquiera y se consigue controlar en la inmensa mayoría de casos. Con frecuencia, las personas que la padecen tienden a no reconocer su situación y a no consultar a su médico. De ahí que en algunos países se hagan campañas para su detección y tratamiento. Es una enfermedad como otras muchas, y que podemos y debemos controlar.
La depresión cursa con diversas manifestaciones, siendo una de las primordiales el bajo estado de humor o ánimo y de conducta (desinterés por todo y visión negativa de la vida). Además deteriora el rendimiento cognitivo (enlentecimiento) y la capacidad de concentración. Por ello, desde el punto de vista de la seguridad vial, y de la seguridad en todos los campos, por ejemplo laboral, se presta especial atención a la relación entre esta patología y la accidentalidad.
En la actualidad las personas diagnosticadas de depresión son puestas inmediatamente en tratamiento farmacológico y con frecuencia precisan de psicoterapia. A diferencia de otros tratamientos, la mejoría no aparece hasta pasadas varias semanas, y de manera progresiva. Este tratamiento farmacológico habrá que mantenerlo durante algunos meses dependiendo de la situación clínica de cada paciente.
Los fármacos utilizados para tratar la depresión se denominan antidepresivos. Su eficacia está bien contrastada, y alguno de ellos se prescriben por los médicos desde hace medio siglo.
La depresión, por las características de la enfermedad (desinterés + enlentecimiento + baja capacidad de concentración), deteriora la capacidad para conducir con seguridad, por lo que se aconseja no conducir a las personas con depresión, sin tratamiento. Los fármacos antidepresivos mejoran la situación clínica del paciente y le permiten encontrarse en mejores condiciones para conducir. Sin embargo, los fármacos antidepresivos pueden producir efectos adversos en algunos pacientes, lo que hace que estos no estén en las mejores condiciones para conducir conducir. Todo ello es un proceso evolutivo, y a medida que el paciente continúa con la medicación tolerará mejor estos efectos adversos, mejorará la situación clínica y progresivamente se encontrará en mejor situación para conducir con normalidad.
La situación crítica es cuando llega a la consulta e inicia el tratamiento. Es el peor momento: clínicamente se encuentra peor, y puede sufrir efectos adversos de la medicación (exceso de somnolencia, mareos, vértigos…) que le prescriban. Como norma, durante las primeras semanas no debe conducir, ni utilizar maquinaria peligrosa o realizar trabajos de riesgo. En este momento es fundamental la ayuda de las personas próximas al enfermo. Deben empezar por entender la naturaleza de su trastorno y cómo evolucionará con animarle, sino que pueden “hacer de taxistas” unos días. La seguridad es lo principal.
Aunque todos los antidepresivos tienen el pictograma sobre conducción, no todos deterioran la conducción en grado similar. Si precisa conducir, recuérdeselo al médico y/o a su farmacéutico para que le prescriba el fármaco más adecuado a su caso. Debe seguir las indicaciones de su médico y confiar en él: saldrá de la situación en que se encuentra. No tome alcohol con esta medicación. No se automedique sin consultarlo con su médico o farmacéutico.