¿Cuándo dejar de conducir?
- se debe dejar de conducir cuando podamos suponer un riesgo para el resto de los usuarios de la vía
25 febrero 2016
El punto crítico de cuándo dejar el volante está en equilibrio entre nuestro derecho a conducir y a tener la movilidad que el vehículo ofrece y el derecho de los demás a un entorno vial seguro. Es decir, cuando no estemos en condiciones de conducir con seguridad y hacerlo sea un riesgo para otros y nosotros mismos.
Si usted piensa o duda sobre lo “bien” que conduce o no, no espere a tener un accidente para convencerse de que debe dejar de conducir.
¿Cuándo dejarlo?
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Cuando vea que su capacidad de reacción es mucho más lenta que antes y que ha disminuido de forma marcada recientemente.
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Cuando conducir, especialmente de noche, cada vez le resulte más difícil y estresante.
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Cuando su vista (y audición) empeore notablemente.
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Cuando sufra patologías médicas y/o la medicación que toma limite su capacidad para conducir. Incluso puede que su médico le haya sugerido que piense en dejarlo.
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Cuando sus familiares le sugieran que deje de conducir.
Dicho de otra manera: si conducir ya no resulta tan relajante como antes y se empieza a convertir en un suplicio; si tiene dificultad para leer los carteles, no se da cuenta cuando le adelantan, no ve a ciclistas o peatones, tiene dificultad para incorporarse a un rotonda o al tráfico en un carril de aceleración y no es capaz de mantener una adecuada velocidad –ir excesivamente lento genera problemas a los demás– a las condiciones de la vía.
LA EDAD de dejar el volante
Un problema médico cada vez más frecuentes con la edad es el déficit cognitivo asociado a muchos procesos. El caso más evidente es la demencia. Una persona con demencia no debe conducir, pero, en fases iniciales y hasta que se realiza el diagnostico, los déficits no son tan evidentes, en especial para quien los sufre, que no es consciente de sus limitaciones.
Con frecuencia, familiares y amigos son los primeros en observar déficits en la conducción: invasión frecuente del otro carril, frenazos bruscos ante señales y semáforos, olvidos a menudo de cómo han llegado al destino o la ruta seguida, e incluso cuentan espontáneamente que se han perdido... Convencerle de que deje de conducir es complejo. Puede acompañarle a su próxima cita médica y tratar el tema. Pero como el deterioro cognitivo es progresivo, no espere a que tenga un accidente.