COVID-19: Problemas al volante
- No solo por la enfermedad COVID-19, la repercusiones sociales pueden deteriorar la aptitud para conducir
28 julio 2020
Se haya padecido o no la enfermedad, la pandemia de COVID-19 ha tenido una gran repercusión en nuestra vida. La importante reducción de la movilidad debida, entre otros motivos, a las restricciones en el uso del vehículo privado ha sido una de las más llamativas. Desde su inicio, los profesionales sanitarios se han mostrado preocupados por las medidas preventivas que se debían poner en práctica en su interior para reducir el riesgo de contagio (uso de mascarillas, número y posición de los ocupantes, desinfección del vehículo…), medidas que parecen haber venido para quedarse durante un largo tiempo.
Riesgo al volante
La infección por coronavirus se expresa con un cuadro clínico de mayor o menor gravedad que altera la calidad de vida y puede afectar a la capacidad de conducir o agravar patologías previamente controladas elevando el riesgo de accidente de tráfico. Las principales manifestaciones son fiebre, tos, dolor de garganta, ausencia de gusto, debilidad muscular, SDRA (síndrome de dificultad respiratoria aguda), mareos, malestar, náuseas, diarrea, fallo renal. Algunas veces se acompaña de alteraciones cardiovasculares, del metabolismo de la glucosa, del nivel de conciencia, accidente cerebrovascular, neuralgia, visión borrosa, fenómenos trombóticos, fallo multiorgánico… los cuadros clínicos pueden ser leves (seguimiento domiciliario); grave (ingreso hospitalario); muy grave (UCI).
Otra inquietud la genera el posible deterioro que la propia enfermedad o las repercusiones sociales y económicas que la pandemia puedan producir sobre la aptitud psico-física para conducir. Los expertos en salud mental señalan un incremento del estrés, dificultades de concentración, insomnio, incremento del consumo de alcohol,etc., que afectan a todas las áreas de la vida y también pueden repercutir en la seguridad incrementando el riesgo de accidente.
• Debilidad, fatiga, dolor muscular y articular: evite viajes largos, realice periodos de descanso de conducción con movilización de extremidades, planifique los trayectos, comparta el tiempo de conducción.
• Insuficiencia respiratoria: realice una ventilación adecuada del vehículo, impida que se fume dentro del vehículo, evite las horas de mayor calor.
• Alteraciones cognitivas (toma de decisiones, proceso de información): evite conducir hasta recuperar su capacidad y desaparecer el estado confusional.
• Enfermedades cardiovasculares o metabólicas anteriores al COVID-19, estas pueden sufrir alteraciones y complicaciones con procesos como hipoglucemia en caso de diabetes, mareos o pérdida de conocimiento por arritmias. En todos estos casos es conveniente no conducir hasta estabilizar el proceso..
• Problemas de visión (borrosa, ojo seco...): consulte a su oftalmólogo y evite conducir en horas de iluminación extrema.
• Síntomas neurológicos (mareo, alteración de conciencia, temblores, ataxia...): no conduzca e informe a su médico de cabecera para descartar trastornos del sistema nervioso.
• Si es conductor profesional o el vehículo es su herramienta de trabajo, antes de volver a conducir, hable con su médico de cabecera y consideren posibles alternativas.