Manual de Neurología y Conducción
- Conducir con una enfermedad neurológica supone un riesgo 1,75 veces mayor de sufrir un accidente de tráfico, aunque patologías concretas, como deterioro cognitivo ligero o demencia presentan de 2,5 a 8 veces más riesgo de sufrir accidentes de tráfico
12 mayo 2021
Alzheimer, Ataxia, Autismo (trastornos del espectro autista), Demencias, ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), Enfermedad del sueño, Epilepsia, Esclerosis múltiple, Ictus, Insomnio, Migrañas, Narcolepsia, Parkinson, Sonambulismo, Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)... Son enfermedades neurológicas que pueden aumentar el riesgo de accidente de tráfico al reducir las capacidades perceptivas, cognitivas o motoras necesarias para conducir con seguridad.
De hecho, según la SEN (Sociedad Española de Neurología), y aunque determinar qué enfermedades suponen un factor de riesgo de un accidente de tráfico es muy complejo, debido a la gran cantidad de variables que intervienen. No obstante se estima que padecer una enfermedad neurológica supone un riesgo 1,75 veces mayor de tener un accidente de tráfico, aunque padecer algunas patologías en concreto, como deterioro cognitivo o con demencia (presentan de 2,5 a 8 veces más riesgo de sufrir accidentes de tráfico), con narcolepsia (3,7 veces más riesgo) o con epilepsia (un riesgo 1,8 veces mayor), entre otras, lo elevan. Además, el consumo de drogas o medicamentos incrementa el riesgo de accidente en un 1,6%.
Para analizar la repercusión de las enfermedades neurológicas sobre la capacidad de conduciror, la Dirección General de Tráfico (DGT) y la Sociedad Española de Neurología (SEN) publican el “Manual de Neurología y Conducción”. “Los accidentes de tráfico, a pesar del esfuerzo realizado en los últimos años para reducirlos, siguen siendo la octava causa de muerte a nivel global y la primera en el grupo de edad entre 5 y 29 años. Además originan una importante morbilidad, gran sufrimiento en las personas afectadas y un elevado coste económico para la sociedad. Y aunque se producen por la conjunción de una serie de factores humanos, técnicos y del entorno, el factor humano sigue siendo el más determinante, ya que está presente en el 70%-90% de los casos. Por esa razón, desde la SEN, creímos oportuno elaborar este manual, en colaboración con la DGT, para intentar aportar todo nuestro conocimiento en aras a seguir reduciendo las consecuencias de esta plaga social”, señala José Miguel Láinez, presidente de la Sociedad Española de Neurología.
Para Elena Valdés, asesora médica de la DGT, este libro "va a suponer una herramienta de gran ayuda para los médicos y psicólogos de los centros de reconocimiento, ya que pone a su disposición las claves para evaluar de forma individualizada la capacidad de conducir de los pacientes teniendo en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentra, sintomatología, efectos secundarios del tratamiento, posibilidades de compensar el riesgo, etc.”.
Norma, explotación, tratamiento...
El “Manual de Neurología y Conducción” aborda la normativa que regula la capacidad de los conductores y responde a las preguntas más frecuentes que se puede plantear un profesional médico cuando se emite un informe neurológico. Más adelante analiza las complejas bases neurológicas de la conducción de vehículos, aspectos importantes que se deben incluir al realizar una historia y una exploración neurológica cuando se emiten informes de aptitud para la conducción en pacientes con enfermedades neurológicas y hace una revisión exhaustiva de todos los tratamientos farmacológicos que se emplean en las diferentes patologías neurológicas y su influencia en la capacidad de conducir. También aborda las limitaciones que producen el consumo de alcohol y otras drogas en la capacidad del conductor. Y en la última parte, describe todas las consideraciones a tener en cuenta cuando se evalúan las capacidades de un paciente que tiene o ha tenido una determinada enfermedad, y detalla cada una de las patologías neurológicas que pueden mermar las habilidades de los pacientes. Así, se abordan los aspectos de la conducción relacionados con enfermedades como la epilepsia, las enfermedades cerebrovasculares, la patología neuromuscular, los trastornos del movimiento, las enfermedades desmielinizantes, las alteraciones cognitivas, los problemas del sueño o los trastornos oftalmológicos.
“Puesto que en el Manual se describen patologías, se incide en las condiciones que limitan la conducción, se abordan los aspectos legales e incluso se dan consejos a los pacientes, pensamos que será de gran utilidad tanto para los neurólogos como para cualquier persona que esté interesada en conocer las consecuencias de las diferentes patologías neurológicas sobre la conducción de vehículos. Y estamos seguros de que es un libro a tener cerca cuando nos soliciten un informe de capacitación para los permisos de conducción”, destaca Susana Arias, vocal de la Sociedad Española de Neurología.
“No todas las enfermedades neurológicas se consideran un factor de riesgo de accidente, ni todas se asocian al mismo nivel de riesgo. En muchas de ellas, cuando la enfermedad está controlada y existe un buen cumplimiento del tratamiento el riesgo se reduce considerablemente. Los medicamentos para el tratamiento de las enfermedades neurológicas, en general, reducen la sintomatología de la enfermedad y mejoran la capacidad para conducir; pero en ocasiones, son estos los que aumentan el riesgo. Por tanto deben ser considerados por el médico que los prescribe y sobre los que debe informar al paciente”, señala Cristina Íñiguez, vicepresidenta de la Sociedad Española de Neurología. “Por tanto, las diferencias en la forma de presentación de una enfermedad entre un paciente y otro, el momento evolutivo de la enfermedad, la respuesta al tratamiento, el tipo de fármaco empleado y la asociación a otros problemas (como por ejemplo consumo de alcohol), hacen necesaria la valoración de la aptitud del conductor de forma individualizada”.
La SEN recuerda que conducir es una tarea compleja que requiere mantener las capacidades perceptivas, cognitivas y motoras para hacerlo con seguridad. Depende de un sistema nervioso integrado y coordinado, por las numerosas bases neurobiológicas y neuropsicológicas que subyacen en la conducción de vehículos: percepción sensorial, ejecución y control motor y visuomotor, cognición, atención, memoria y emoción, capacidades que se pueden ver alteradas por una enfermedad, con el consiguiente incremento del riesgo para el conductor o terceras personas. Es, por ello, de vital importancia que pacientes y profesionales sanitarios adopten una actitud responsable al valorar la capacidad para la conducción.