Epilepsia: la importancia del control
- La epilesia afecta a la capacidad perceptiva, cognitiva y motora y, con ello, a la capacidad para conducir
23 septiembre 2021
Las enfermedades neurológicas –Parkinson, esclerosis múltiple, enfermedad cerebro-vascular, etc.–, por su posibilidad de afectar a las capacidades perceptivas, cognitivas o motoras, en algún momento de su evolución alteran la capacidad de conducir. Y la epilepsia es objeto de preocupación para pacientes y profesionales dado su potencial para alterar de forma súbita el nivel de conciencia de las personas y el mayor riesgo de accidente de quienes la sufren; pero, como ocurre en otras enfermedades, cumplir bien con el tratamiento y seguir las recomendaciones del médico son esenciales para reducir el riesgo.
En España, 400.000 personas padecen epilepsia. Esta es una enfermedad crónica del sistema nervioso central que se caracteriza por la presencia de crisis epilépticas súbitas, recurrentes y que pueden ser convulsivas o no, originadas por el funcionamiento anómalo de un grupo de células nerviosas. Aparece en cualquier momento de la vida, pero es más frecuente en la infancia y a partir de los 50 años, aunque el riesgo de padecerla aumenta, en especial a partir de los 70.
La epilepsia
Esta enfermedad puede ser bien controlada con un buen diagnóstico y un tratamiento adecuado.
La actividad cerebral anómala aparece de forma repentina y dura segundos o unos minutos, provoca convulsiones o períodos de comportamiento o sensaciones inusuales y, con frecuencia, pérdida de conciencia. Los síntomas son muy variables. Algunos simplemente miran de manera fija unos segundos durante una convulsión, mientras que otros mueven repetidamente brazos o piernas, tienen alteraciones del lenguaje... Una vez pasada, la crisis el paciente puede quedar confuso.
El tratamiento más frecuente es con medicamentos antiepilépticos que controlan la enfermedad en gran número de pacientes; en ocasiones, las personas que no responden a la medicación tienen otras opciones para controlar las crisis, como la cirugía cerebral, cuyo fin es extirpar la zona que las origina.
Algunas personas requieren tratamiento de por vida para controlar las convulsiones, sin embargo, en otros casos, las convulsiones desaparecen. Los niños pueden superar la enfermedad con la edad.
Pronóstico
Según la Sociedad Española de Neurología (Manual de Neurología y Conducción), un 20-30% –de poco interés para la conducción, pues la mayoría se dan en la infancia– tienen un pronóstico excelente y se controlan con unas dosis medias de fármacos e incluso no necesitan tratamiento farmacológico.
Otro 20-30% se controla bien siempre y cuando el paciente siga el tratamiento. Y entre un 30-40%, en los que a pesar del tratamiento tienen períodos en los que no están bien controlados. Por último, existen casos que no se consiguen controlar ya que son resistentes a la acción de los fármacos. La enfermedad si no está bien controlada altera la calidad de vida del paciente y uno de los aspectos que le preocupa es si puede conducir. El anexo IV del Reglamento General de Conductores establece los requisitos que deben cumplir los conductores que padecen una epilepsia y que desean obtener o prorrogar el permiso, estos son diferentes en función del tipo de crisis, la posibilidad de recurrencia de las mismas, los efectos secundarios del tratamiento farmacológico, el correcto seguimiento del tratamiento por el paciente, etc.
Grupo 1 Y Grupo 2
Los requisitos para los permisos del grupo 2 –habilitan para conducir autobuses y camiones–, son más exigentes que para el grupo 1. Por ejemplo, en las crisis que alteran la consciencia o la capacidad de actuar, el paciente no podrá obtener o prorrogar el permiso hasta transcurridos 10 años sin crisis y sin tratamiento farmacológico, por el riesgo que supone un accidente con este tipo de vehículos. Sin embargo, en el grupo 1 se podría tras un año sin crisis.
No todos los tipos de crisis entrañan el mismo riesgo de accidente y salvo en situaciones o momentos complicados con frecuencia el paciente podrá conducir, pero es muy importante que hable con su neurólogo de la conducción y que no olvide la responsabilidad que entraña conducir y el riesgo que supone para su vida y la de otros, si no se pone al volante en condiciones óptimas. El paciente debe informar también en el centro de reconocimiento de conductores. Sus profesionales, teniendo en cuenta su situación médico-psicológica, le darán los consejos sanitarios oportunos y obtendrá o renovará el permiso de acuerdo a sus condiciones.
Consejos
A la primera opción para evitar las crisis son los fármacos antiepilépticos. El tratamiento comienza con un solo fármaco en dosis bajas que aumentan progresivamente hasta alcanzar la máxima eficacia. En ocasiones es necesario combinar varios fármacos. La combinación entre la terapia con fármacos antiepilépticos y un estilo de vida sano permite el control de la epilepsia en más del 70% de las personas.
No obstante, si le diagnostican epilepsia:
• Hable con su médico sobre la posibilidad de conducir. Es importante y más si es conductor profesional.
• Si tiene crisis cuando está ya en tratamiento, consulte a su médico.
• Evite conducir cuando inicie el tratamiento o cuando le añadan medicación. Espere a ver los efectos de los cambios.
• Evite los estímulos que le desencadenan las crisis.
• Evite conducir si olvida alguna dosis, si se la bajan y le retiran el tratamiento.
• Informe a su neurólogo de los efectos secundarios que le produce el tratamiento (somnolencia, dificultad para concentrarse…): le ajustará la dosis.
• Informe al centro de reconocimiento de conductores de que padece epilepsia y acuda con el último informe que le haya entregado su neurólogo.
• Programe sus viajes con periodos de descanso.
• Mantenga un sueño constante, evite conducir de noche.
Existen diferentes tipos de crisis: focales –que pueden alterar o no el nivel de conciencia, y de inicio generalizado en su mayor parte que producen alteración de la conciencia– o desconocidas. En ocasiones, la crisis va precedida de un aura, sensaciones que nota el paciente, antes de la pérdida de conciencia y que recuerdan. Son muy variadas: miedo, visión de luces o colores, olor desagradable, náuseas, vértigo, sensación de adormecimiento facial. Pero, al repetirse normalmente antes de las crisis, ayudan al paciente a tomar precauciones, por ejemplo, a parar el vehículo antes de que se inicie la pérdida de conciencia. La mayoría de las crisis ocurren de forma espontánea, pero en ocasiones las pueden precipitar determinados estímulos que se deben evitar:
• Abandono u olvido de la medicación.Es fundamental tomar la medicación antiepiléptica de forma regular y a las horas prescritas, ya que el medicamento debe cubrir las 24 horas del día.
• Falta de sueño.La disminución de horas de sueño o el acostarse más tarde puede favorecer la aparición de crisis epilépticas. Se aconseja mantener
un horario de sueño regular y suficiente para el descanso (7-10 horas según la edad).
• Ingesta de bebidas alcohólicas. Las personas con epilepsia deben evitar consumir alcohol ya que puede aumentar la frecuencia de crisis.
• Drogas. La mayoría de las drogas ilegales, sobre todo las estimulantes –cocaína, éxtasis, anfetaminas, heroína...–, pueden causar crisis epilépticas en personas con o sin epilepsia.
• Fiebre. La fiebre alta puede desencadenar crisis convulsivas en cualquier epiléptico –mas frecuente en niños y ancianos–. Se debe bajar la fiebre lo antes posible para evitarlas.
• Destellos luminosos. Las luces intermitentes son un desencadenante de crisis en el grupo concreto de epilepsias fotosensibles (2-3% de las personas). También pueden producirlas fenómenos naturales (el sol a través de los árboles) o artificiales (las luces de discotecas, tubos fluorescentes, pantalla de televisión, videojuegos y ordenadores).
• Epilepsias reflejas. En algunas personas, se identifican otros factores (un sobresalto, una canción, un patrón visual geométrico…) que provocan una crisis inmediata. Se llaman epilepsias reflejas y son raras.
• El estrés no causa por sí solo crisis epilépticas, pero puede actuar como factor desencadenante cuando se asocia a cansancio o alteración del sueño. Por eso, en épocas de estrés es importante evitar la falta de sueño o el olvido de dosis de medicación.