Un refuerzo necesario
- Las nuevas generaciones precisan el refuerzo de sus hábitos con mensajes de concienciación
15 junio 2021
Si nos pidieran citar las campañas de publicidad que han marcado nuestra vida, yo tendría bastantes: Cola-Cao, y su “yo soy aquel negrito del África tropical…”, hoy ya sin cabida, Coca-Cola y su mensaje musical planetario “Al mundo entero quiero dar….”, Colón, el detergente del ”busque, compare y si encuentra algo mejor…”, varias de la DGT como la jarra de cerveza derrapando en la curva de la barra de un bar, el “Si bebes no conduzcas” de Stevie Wonder, el de la nuez y el casco simulando el cerebro…, una campaña de la ONCE con música de Peter Gabriel…, el “Póntelo. Pónselo” del Ministerio
de Sanidad para fomentar el uso del preservativo o el gusano de FAD que se metía en la nariz para la prevención del consumo de drogas… De cada una recuerdo algo en especial (música, imagen, mensaje…), aunque creo que el gran éxito de las campañas, además del recuerdo, es el impacto emocional que nos provoca su recuerdo.
Publicidad y concienciación
Está claro que la publicidad invita a consumir un producto, un cacao soluble, un refresco o un detergente, mientras que las campañas de concienciación van más allá del producto y buscan desde crear hábitos seguros en diferentes ámbitos –vial (no beber al conducir), social (no consumir drogas), sanitario (usar preservativos)…– a remover conciencias para que se colabore en proyectos de ayuda a través de organizaciones, denunciar situaciones de vulnerabilidad social, prevenir situaciones sociales como maltrato, acoso, discriminación… Otra cosa es que lo consigan.
Si analizamos la evolución de los productos publicitados, vemos que se mantiene la mayoría, digamos que existen ‘clásicos’ en la publicidad. Además de los citados (cosméticos, perfumes), otros se han incorporado por la demanda –comida rápida, alimentación saludable, plataformas de telefonía, de televisión, coches, turismo…–. También se mantienen las campañas de la DGT, las de Sanidad… Pero han desaparecido productos que en su momento ocuparon espacios significativos, como cigarrillos y bebidas alcohólicas (por legislación), y se han incorporado nuevos mensajes de concienciación de igualdad de género, contra el maltrato, el acoso, dispositivos de telefonía... La ley de la oferta y la demanda. La evolución social, las legislaciones que se van incorporando y las necesidades determinan los contenidos de las campañas, como mera expresión social.
Razón de peso
Aunque han recorrido un largo camino, y adaptado tanto sus formas como sus mensajes a la nueva realidad social, existe una razón de peso para mantener las campañas de concienciación de seguridad vial: tanto las causas de los accidentes (exceso de velocidad, distracciones, conducción bajo los efectos del alcohol…) como el exceso de siniestralidad por la no utilización de los elementos de seguridad siguen vigentes.
¡A veces nos resulta tan difícil de creer que algunos usuarios no utilicen el cinturón, o los sistemas de retención infantil, o el casco!, pero los datos dicen lo contrario, que sigue siendo alto el porcentaje de víctimas de accidente que no llevaban puesto el cinturón, lo mismo que sobrepasan los límites de alcohol y drogas y, por supuesto, los de velocidad. El mensaje debe seguir en la sociedad, en los centros educativos, escuelas de conductores, y medios de información, y las campañas con las nuevas técnicas y tecnología aplicadas a la publicidad que ayudan a que se incremente su efectividad. Los mensajes siguen siendo necesarios, las nuevas generaciones precisan el refuerzo de sus hábitos con esos mensajes.
Un recurso más
No hay que olvidar que, en seguridad vial, la publicidad es un recurso más, una opción más de trasladar a la ciudadanía la información necesaria para que sus conductas sean más seguras vialmente… Estas campañas contribuyen a la educación del ciudadano, conductor o no, en valores para la convivencia vial junto a los medios de comunicación, las redes sociales, el aprendizaje del que nos dota cada día nuestra experiencia vital, la lectura, la propia sociedad, y curiosamente el fomento de la actitud crítica y capacidad de análisis de la información, campañas incluidas…
La fuerza de la publicidad se puede ejercer en la dirección que marca la RAE, pero, al tiempo, la publicidad y sus meta-mensajes también pueden confundir respecto a las posibilidades, características o beneficios del producto que venden. E incluso en ocasiones ir más allá en cuestiones más trascendentes,
las campañas de concienciación también fomentan nuestra capacidad para valorarlas, y esta es la paradoja. Aprovechemos todos los recursos disponibles, pero antes de nada “Aprendamos a aprender”.
Hablando de campañas de publicidad y de concienciación, la RAE (Real Academia Española) da la clave para diferenciarlas. La publicidad es: “2. f. Conjunto de medios que se emplean para divulgar o extender la noticia de las cosas o de los hechos”. O bien, “3. f. Divulgación de noticias o anuncios de carácter comercial para atraer a posibles compradores, espectadores, usuarios, etc”. Mientras tanto, la concienciación es para la RAE “Acción y efecto de concienciar” y define conciencia como “conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios”.