“El alcohol y la conducción son incompatibles”
- “Ir al volante requiere los cinco sentidos”
05 octubre 2023
Pronunciar el nombre de Pepe Rodríguez es evocar el programa de televisión MasterChef, con el que el jefe de cocina del restaurante El Bohío confiesa haber crecido “como persona y como cocinero”. En asuntos de seguridad vial, se muestra tajante y defiende a capa y espada las campañas que intentan concienciar de que conducir no es un juego. “Es un asunto muy serio”, dice el chef de Illescas.
Todos los españoles sabemos quién es Pepe Rodríguez. ¿Qué tal lleva la popularidad?
No pienso mucho en ello. Viene dado cuando sales en la televisión. Al principio choca, pero luego te acostumbras: yo hago mi vida normal.
¿Le gusta conducir? ¿Prefiere ser copiloto? ¿Le gusta hacer viajes largos? ¿Va relajado?
Siempre me ha gustado muchísimo conducir. Pero creo que me estoy haciendo mayor, porque cada vez me aburre más. Quizás porque con esto de la tele me he acostumbrado a que me lleven otros. Ahora ya no me importa ir de copiloto, sea en viajes cortos o no tan cortos.
¿Mima mucho el coche? ¿Está pendiente?
No lo mimo, pero sí lo cuido. Un coche vale mucho dinero y me gusta cuidarlo sin obsesionarme.
¿Imaginaba cuando empezó MasterChef que iba a hacer historia en la televisión y en la gastronomía española?
No, por supuesto que no. Nadie sabía hasta dónde podía llegar el programa.
¿Cuál ha sido la mayor lección que ha aprendido en este tiempo?
He aprendido muchas cosas en 10 años. Me ha enseñado un mundo que desconocía, el de la televisión, donde hay muchísima gente detrás, que es la realmente importante. Y he aprendido mucho de cocina, porque nos han visitado los mejores cocineros de España, que han compartido sus recetas. Y me han hecho crecer como persona y como cocinero.
¿Hay un Pepe Rodríguez pre y post MasterChef?
Seguramente sí. Yo pienso que soy el mismo, pero lógicamente las personas cambiamos con todo lo que nos pasa en la vida. Y seguro que lo que he vivido en MasterChef me ha hecho cambiar en algún aspecto. Ojalá que haya sido a mejor.
¿Tiene sentido tener coche en una gran ciudad?
Depende. Madrid o Barcelona tienen un gran sistema de transporte público, pero también depende de si vives o trabajas en el centro o en un pueblo de las afueras. Eso sí, si cogemos el coche por el centro, uno pequeño siempre será mejor.
¿Utiliza el transporte público?
Muy poco, casi no tengo oportunidad.
Además de MasterChef, gestiona un restaurante de alta cocina en Illescas, a 40 kilómetros de Madrid.
Así es. Los días que no grabamos estoy en mi restaurante, mejorándolo con la misma ilusión del primer día, pensando platos para que la gente se vaya contenta. Además, en Illescas todo lo puedes hacer andando si vives en el casco urbano. No es mi caso, porque yo vivo a 3 kms del centro, en una urbanización, y necesito el coche. La bicicleta puede ser una alternativa, pero no cuando llueve o hace mucho frío.
Dígame cuál es el ADN que circula por los fogones de El Bohío.
El ADN de El Bohío es hacer una cocina de la tierra, con sabores contundentes y muy castellanomanchega. A veces una cigala o una vieira se pueden disfrazar de Castilla-La Mancha. Me encantan los sabores populares y en eso la pringá de cocido es un clásico que yo no puedo quitar de la carta. Ni la ropavieja.
¿Alguna vez ha soñado con un plato cuando iba en coche?
Yo me paso toda mi vida pensando en platos, todos los días y cada hora. Y cuando voy en coche no es diferente, aprovecho para pensar en mejorar la carta o innovar algún plato.
Tiene una estrella Michelin. ¿Esta distinción aporta tranquilidad o estrés?
Cuando tienes un restaurante no hay nada tranquilo. Tengas una estrella Michelin o no. Siempre quieres llegar más allá y convives con la idea de mejorar.
¿Por qué hoy todos los cocineros quieren parecerse a Ferrà Adrià y no a Lucio, por ejemplo?
Quizá porque en las escuelas de hostelería no enseñan quién es Lucio y sí quién es Ferrà Adrià. Ferrà es un mito y un referente. Toca hacer alta gastronomía, pero siempre con la tradición muy presente, y ahí es donde entra Lucio. Ha crecido desde pequeño entre fogones.
¿Siempre quiso ser cocinero?
Fantaseé con ser cantante de rock e incluso futbolista. Pero ni una cosa ni otra. Jamás pensé en entrar en una cocina. Entré por obligación y me gustó.
¿Recuerda sus primeros pasos en bicicleta o en el coche?
Sobre todo en bicicleta, cuando era niño. Antes, tener bicicleta en los pueblos era o normal, te movías así. Yo la he recuperado de mayor. ¿Y el coche? Imposible no acordarse de cuando me saqué el carné y de las primeras veces que cogí el coche con mi padre.
Tiene tres hijos. ¿Siempre van (o han ido) bien atados con los sistemas de retención?
Sí, es una máxima. Hay que cumplir con la norma, sí o sí.
¿Qué pensaría su abuela Valentina? ¿Se sentiría orgullosa?
Alucinaría. Y mis padres también. Ellos fueron los que lucharon en un mesón precario. Hoy tenemos un restaurante de primer nivel en instalaciones, en estética, en personal, etc. Estarían muy orgullosos.
Sabemos de su faceta solidaria en relación con el no desperdicio de alimentos. ¿Cambia sus hábitos por el cambio climático?
Mi abuela ya luchaba contra el cambio climático sin querer. Ella nunca tiró nada. Un pico de pan era un bien preciado. Lo lógico es acercarse al máximo al desperdicio cero.
¿Se ha planteado alguna vez tener un coche eléctrico?
Sí, cada vez más. Los gobiernos deberían hacer un esfuerzo, porque deben existir más puntos de carga para incentivar la compra de eléctricos.
¿Qué representa para usted el pueblo de Illescas?
Es donde vivo y donde me he criado. Siempre digo que es el pueblo más feo de Toledo, pero donde más me gusta vivir. También es donde han crecido mis hijos, han ido al colegio... Para mí, Illescas lo es todo. Es donde me siento cómodo. Estoy muy feliz en Illescas.
¿No ha tenido la tentación, como otros cocineros, de instalarse en Madrid?
Creo que algunos cocineros han instalado su restaurante en Madrid porque no lo tenían en otros sitios. Yo toco madera. He tenido la suerte de poder vivir de lo que me ha gustado en mi pueblo, sin necesidad ni tentación de ir a Madrid.
¿Qué piensa de las campañas de la DGT? ¿Cree que son excesivas?
No sé cuál es la mejor manera para tomar conciencia de que ir al volante requiere los cinco sentidos. Tal vez deberíamos educar en ello desde el colegio. La seguridad vial es algo muy serio. Pero, si este tipo de campañas sirven para que disminuya el número de accidentes y de fallecidos, pues bienvenidas sean.
¿Alguna mala experiencia (o anécdota) en la carretera?
Por desgracia sí, por culpa del sueño. Nada grave, pero desde entonces prefiero parar si voy con sueño o cansado.
Es el momento de las confesiones: ¿Alguna vez ha cogido el móvil conduciendo? ¿Multas por exceso de velocidad? ¿Imprudencias?
Sólo tengo alguna multa por exceso de velocidad. Entono el “mea culpa”. No voy haciendo el loco, pero alguna vez me he pasado un poco del límite, porque con los coches nuevos no te das ni cuenta. Pero hay que ir con mucha atención.
¿Cree que todavía hay cierta permisividad social con el binomio alcohol-volante?
Yo creo que todos estamos concienciados ya con eso. Pero hay que seguir haciendo pedagogía. Aunque las multas sirven, hay que seguir diciendo a la gente que el alcohol y la conducción son incompatibles.