¿Son eficaces las restricciones temporales de límites de velocidad?
- La velocidad tiene impacto negativo en la contaminación, el consumo de energía y, sobre todo, en los accidentes.
05 julio 2016
La velocidad en la conducción conlleva impactos adversos, como contaminación, consumo de energía, crecimiento urbano descontrolado y, sobre todo, accidentes de tráfico. Los límites de velocidad son el instrumento fundamental en las políticas de gestión de la velocidad y se realizan frecuentemente investigaciones acerca de la implementación y efectividad de los denominados Límites de Velocidad Variables o Dinámicos (VSL). Su objetivo es avisar a los conductores (mediante paneles variables) para que ajusten su velocidad a las circunstancias concretas de la vía y la meteorología. A pesar de la resistencia inicialmente mostrada por los usuarios ante la implantación del sistema (por ejemplo, en EE.UU., Gran Bretaña y Alemania) los VSL pueden aportar beneficios a la seguridad vial, además de ahorros de tiempo en los desplazamientos, siempre que los límites variables establecidos sean obligatorios y no recomendados.
Por otra parte, investigaciones en el campo de la ingeniería muestran que la velocidad de los vehículos y los gases contaminantes emitidos a la atmósfera mantienen una relación no lineal en forma de “U” invertida: a velocidades bajas son elevadas; a velocidades moderadas alcanzan un mínimo y a velocidades elevadas se incrementan rápida y desproporcionadamente.
Investigadores de las Universidades de Sevilla y de Castilla-La Mancha realizaron una investigación para la DGT titulada Estimación Econométrica del Impacto de la Modificación de los Límites de Velocidad.
Impacto en los accidentes
En el estudio se aplican modelos de series temporales de componentes no observables, y el estudio investigó los efectos de la reducción coyuntural de los límites de velocidad máximos permitidos en autopistas y autovías, aplicado en España entre marzo y junio de 2011 (dentro del Plan Nacional de Ahorro y Eficiencia Energética).
El análisis demostró que dicha medida causó un limitado efecto positivo, próximo al 1,5%, aunque de escasa significatividad estadística, sobre la principal variable en la que se pretendía incidir: el consumo de gasolina. No obstante, provocó una reducción del 8%, en la siniestralidad en carreteras (que se redujo al 6,5% al tener en cuenta la siniestralidad total tanto en carretera como en vías urbanas).
También cuantifica que, de haberse mantenido la medida durante todo el año, se podrían haber salvado 137 vidas. Finalmente, tras estudiar los costes de la medida, los resultados cuestionan la idoneidad de estos cambios transitorios en los límites de velocidad.
La Conferencia Europea de Ministerios de Transporte del año 2006 definió la velocidad excesiva como aquella que supera los límites legales máximos y la velocidad inapropiada como la que, aun estando dentro de los límites legales máximos, se considera demasiado elevada en relación al estado de la vía, las condiciones climáticas o la congestión del tráfico.
La gestión de la velocidad incluye medidas dirigidas tanto a reducir las lesiones en caso de accidente como a mejorar la movilidad y calidad de vida de los ciudadanos. Uno de los objetivos pretendidos históricamente ha sido mejorar el medio ambiente y reducir la dependencia de energías contaminantes. Modificar los límites genéricos no es el único instrumento de gestión de velocidad. La gestión dinámica, en función de las condiciones de tráfico, meteorológicas y de seguridad de la vía, es la herramienta más efectiva. El debate ya no es tanto acerca de qué límites, sino de dónde, cuándo y por qué. La cuestión es sobre todo cómo usar la tecnología para cambiar comportamientos. Tecnología, eso sí, siempre acompañada de inteligencia.