Simple y económico
- Un vehículo eléctrico tiene menos averías, menor número de revisiones y menos complejas
06 octubre 2020
La electromovilidad se va abriendo camino poco a poco y una avanzada generación de coches eléctricos comienza a llegar al mercado. Modelos para todos los segmentos, mucho más evolucionados que los que habían aparecido con cuentagotas en los últimos años.
Los nuevos eléctricos disponen de plataformas desarrolladas específicamente, sobre las que adoptan nuevas baterías de una capacidad muy superior, con lo que consiguen aumentar considerablemente su autonomía. Además de conseguir un reparto de pesos óptimo, con lo que muestran un mejor comportamiento dinámico a la vez que aprovechan el espacio liberado para ofrecer unas cotas de habitabilidad muy superiores.
Al usuario, ante toda esta avanzada tecnología que aplican, a la hora de adquirir un coche eléctrico se le plantea una duda importante: ¿Qué mantenimiento necesitan? ¿Es superior al de un coche convencional? ¿Y su coste?
Más simple
La realidad es que, frente a los coches movidos por motores de gasolina y diésel, el funcionamiento de un eléctrico resulta mucho más sencillo y, en consecuencia, su mantenimiento y los costes que le repercuten. Un motor de combustión interna es mucho más complejo, con piezas sometidas a un mayor rozamiento y desgaste, y con diversos circuitos periféricos específicos para su lubricación, refrigeración, encendido y la evacuación de los gases.
Probablemente, la batería suponga el elemento más delicado en un vehículo eléctrico y el más costoso, con una vida útil, con un uso adecuado del coche, de 150.000 a 200.000 km.
De ahí, que los principales fabricantes ofrezcan una amplia garantía de al menos 8 años y entre 150.000 y 180.000 km.
Comparando el mantenimiento de un coche de combustión interna y uno eléctrico, hay elementos comunes a revisar y sustituir en ambos y otros que no lo son en un eléctrico.
Comunes. Neumáticos; amortiguadores; sistema de frenos (pastillas, líquido, latiguillos, discos), líquido refrigerante calefacción; filtro habitáculo; limpiaparabrisas; batería.
¡Ojo con neumáticos y frenos! Aunque sufren un desgaste similar en neumáticos y frenos existen diferencias por las características de cada uno. Un coche eléctrico pesa más que uno con motor de combustión, la forma lineal de entregar el par de su motor desgasta menos los neumáticos, aunque ese peso extra sí incide en la vida útil de los amortiguadores.
La frenada regenerativa de energía y los sistemas de retención inciden en un menor desgaste de los frenos. Con solo soltar el acelerador y sin necesidad de pisar el pedal del freno el coche reduce su velocidad, con lo que la vida útil de las pastillas puede durar toda la vida útil del vehículo. El líquido de frenos, eso sí, seguirá las pautas habituales de sustitución, en torno a cada dos años.
Solo para diésel y gasolina. Aceite motor; filtros del aire, gasolina y aceite motor; embrague; bujías; sistema de escape, catalizador y filtros de emisiones; correa de distribución.