Ciudades envenenadas por el tráfico
- Se ha comprobado, por ejemplo, que los niveles de NO2 se reducen hasta un 40% los días sin coches.
20 febrero 2017
Medidas temporales ante altos picos de contaminación, como las que ha aplicado Madrid varias veces en 2016, no son las más radicales. Este año, en Barcelona, los coches diésel de más de diez años y los de gasolina anteriores al 2000 no podrán circular durante los episodios de alta contaminación. A partir de 2020, esta prohibición pasará de ser temporal a permanente y se aplicará los 365 días del año. Precisamente, la DGT finalizará en el primer semestre de este año el envío de distintivos ambientales y hará pública la clasificación que afectará a las motos.
A pesar de estos esfuerzos, siguen siendo limitaciones muy modestas si las comparamos con las que llevan años aplicándose en otras ciudades europeas.
Salud pública
El continente europeo es uno de los más comprometidos con el medioambiente. Es más, la Eurocámara ha aprobado recientemente unos límites nacionales más estrictos en 2030 para los principales contaminantes del aire, una de las principales reclamaciones de las asociaciones ecologistas.
La calidad del aire en Europa ha mejorado notablemente durante las últimas décadas, con todo, no se ha erradicado el problema. Especialmente en lo que se refiere a contaminación por ozono, dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas (PM), que comportan graves riesgos para la salud. La contaminación causa al año 29.980 muertes prematuras en España, según los cálculos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, en su informe anual de 2015. La exposición crónica a estos gases son de gravedad variable, pudiendo abarcar desde afecciones leves hasta la muerte prematura, como asegura Elena Boldo, del Centro Epidemiológico Nacional del Instituto de Salud Carlos III. Se calcula que las partículas finas (PM2.5) presentes en la atmósfera reducen la esperanza de vida en la UE en más de ocho meses. El principal emisor en las ciudades es el tráfico rodado.
Receta "antipolución"
Xavier Querol, geólogo especializado en contaminación atmosférica del CSIC, explica que, para que la reducción de la contaminación sea efectiva, habría que realizar una estrategia permanente, que otras ciudades han aplicado ya, y que se basaría en cinco fases: “Un transporte público eficiente, rápido, económico y ecológico; una reducción del número de vehículos circulantes en la ciudad (mediante peajes urbanos o restricciones de acceso a plazas de aparcamiento), una renovación del parque de vehículos que tenga que acceder al centro (zonas de bajas emisiones, que son muy efectivas para reducir la concentración de partículas, aunque menos de NO2), y una mejora ambiental en la distribución urbana de mercancías (furgonetas y camionetas) y taxis, así como su logística”. Por último –concluye Xavier Querol–, “una vez aplicadas estas medidas anteriores, se debe transformar urbanísticamente la ciudad para alejar a los ciudadanos de las zonas más contaminadas”.
Ejemplo extranjero
En Londres, además de restringir el tráfico rodado al centro, también desde 2008, por medio de peajes (que funcionan con un sistema de identificación de matrículas), se ha establecido una Zona de Emisión Reducida (LEZ) que cubre la mayor parte del área metropolitana y otro peaje para entrar al centro –la llamada Congestion Charge–que incrementa el grado de restricción. Aún así, no se ha acabado con los atascos que colapsan la capital británica a diario. Este es el motivo por el que el nuevo alcalde, Sadiq Khan, especialmente comprometido con esta cuestión ya que padece asma, se haya propuesto, a partir de 2019, establecer una Zona Ultra Reducida de Emisión (ULEZ).
Las 8 ciudades europeas que van a eliminar los coches
Estas ciudades son algunas de las que planean eliminar los coches, según el Foro Económico Internacional.
17 años de aplicación de una política urbana sostenible en Pontevedra ha dado este resultado: un 70% menos de emisiones. Y, además, una mejora en los cifras de siniestralidad. De 1996 a 2011 se produjeron 33 accidentes mortales. Y durante los últimos 5 años, ni una sola víctima mortal. El secreto está en la aplicación de diferentes planes: peatonalizar el casco histórico; eliminar la ORA o ‘tráfico de agitación’ (circulación de vehículos buscando un aparcamiento); facilitar 600 plazas de aparcamiento gratuitas con un máximo de 15 minutos para carga y descarga; establecer caminos escolares seguros en todos los centros de enseñanza; cambiar la distribución de las calles para reducir el área destinada a los coche, etc. Pero la medida decisiva fue implantar una reducción del límite de velocidad a 30 km/h, que, curiosamente, ha conseguido aumentar la velocidad media de los vehículos permitiendo una mayor fluidez del tráfico.
Fue la Unión Europea la que fomentó la compra de vehículos con motores diésel, debido a que emitían un 20% menos de CO2, necesario para cumplir el objetivo de emisiones. Pero, aunque los vehículos diésel emiten menos CO2, expulsan partículas (PM) y óxidos de nitrógeno (NOx), dos contaminantes que casi no están presentes en la gasolina.