Del COVID-19 al estrés... y al accidente
- Los españoles han duplicado sus niveles de estrés en solo unos meses
11 junio 2020
Nuestra salud mental está en riesgo. La Universidad Obertá de Catalunya (UOC) lo asegura tras analizar los resultados de una investigación que comenzó en abril, en colaboración también con otras universidades de Italia y Reino Unido. En concreto, la salud mental del 46% de los españoles alcanza niveles peligrosos, por encima de italianos (42%) y británicos (41%). Mientras en 2017, según datos de la Encuesta Nacional de Salud en España (ENSE), “la prevalencia de trastornos emocionales, ansiedad y depresión rondaba el 7%, a finales de abril de 2020, en pleno confinamiento por el COVID-19, estos valores se han duplicado, encontrándose en torno al 15% en ansiedad y al 12% en depresión”, según el psicólogo Antonio Cano Vindel.
Causas
El aislamiento, la “destrucción de la vida cotidiana” –como define esta situación el psiquiatra Alberto Fernández Liria–, la inquietud por la salud, por la economía o la situación laboral, está influyendo en nuestro estado de ánimo: irritabilidad, insomnio, fatiga, falta de atención… El equipo que dirige el catedrático de Psicología de la UNED, Miguel Ángel Vallejo, está analizando el impacto psicológico del COVID-19. Aunque esta investigación aún está en curso, ya puede constatar que 1 de cada 3 participantes presenta un trastorno de ansiedad generalizado; 1 de cada 5 requiere intervención profesional para la depresión y los patrones de sueño se ven severamente alterados en 1 de cada 3. “Todo esto muestra un panorama preocupante”, dice Vallejo. Y advierte que “las medidas de protección frente al virus, personales, como el lavado de manos, o sociales, como mantener distancia física entre las personas, no reducen el malestar emocional, como tampoco lo hace el tiempo que se dedica a buscar información sobre la COVID-19”. Y es que, además del aislamiento hemos añadido otro factor causa de estrés y peligroso también al volante: la necesidad de estar permanentemente conectados a Internet. De media, según un estudio de Nielsen y Dynata, empleamos 79 horas a la semana, lo que supone el 47% de nuestro tiempo. Un 7% más que antes.
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Alarma: en esta fase el organismo detecta una situación ante la que no sabe responder y se activa, tanto a nivel físico como mental, para hacerle frente.
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Resistencia: si el problema no se soluciona rápidamente, el organismo se prepara para compaginar la energía que demanda el estrés y las necesarias para realizar funciones vitales.
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Agotamiento: es la fase en la que caemos cuando el estrés se alarga en el tiempo y es donde se manifiestan con contundencia los problemas de salud.
Un estudio realizado por Fesvial asegura que alrededor de un 20% de los accidentes de tráfico se relacionan –directa o indirectamente- con el estrés y sus síntomas. Estos son las conductas más peligrosas al frente de un vehículo:
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Agresividad y hostilidad: En esta situación las personas suelen ser menos pacientes y más impulsivas, generando numerosas conductas peligrosas por una deficiente percepción del riesgo.
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Menos tolerantes a la frustración: lo que da lugar a mayores problemas de relación y comunicación y menor tolerancia con las conductas de los demás usuarios de las vías.
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Conductas que aparecen en estados graves de estrés: aumento considerable de las distracciones, somnolencia o fatiga y mayor agresividad y otras alteraciones del ánimo. Todo esto puede inducir también al consumo de alcohol o de fármacos sin control médico.