Sueño+conducción: pesadilla en la carretera
- En 2021 el 7% de los siniestros viales mortales estuvieron causados por la somnolencia
05 octubre 2023
En la Jornada Sueño y Conducción de la Dirección General de Tráfico, su director, Pere Navarro, definió la somnolencia al volante como “un problema de salud pública” y “un asunto al que merece la pena dedicar nuestra atención”. La razón por la que el hábito de dormir poco o mal se ha hecho merecedor de este interés se encuentra en la siniestralidad vial. Es difícil estimar cuántos siniestros implican a conductores dormidos, pero la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil sospecha que, sólo en 2021, el 7% de los accidentes mortales podrían estar causados por este motivo. Es más, se calcula que desde hace una década al menos 75 personas pierden la vida y 250 resultan heridas graves cada año por culpa de la somnolencia al volante.
Muertos de sueño
El problema de base es que los españoles dormimos poco y mal. Valoramos escasamente un recurso natural que puede salvarnos la vida en la carretera. Según los datos de la Sociedad Española del Sueño, descansamos una media de 6,8 horas cada noche y eso en el mejor de los casos, porque la Sociedad Española de Neurología afirma que un 30% de la población padece algún tipo de trastorno del sueño (el 4% de forma crónica).
Todos esos problemas con la almohada pueden acabar en tragedia porque provoca una somnolencia diurna que se agrava si se consumen drogas o alcohol o cierto tipo de medicamentos (ver recuadro). El riesgo de sufrir un siniestro de tráfico de un conductor que ha dormido cinco horas es cinco veces mayor al de una persona descansada. Si se combina sueño y alcohol ese riesgo se multiplica por 30. “Una investigación estadounidense reveló que después del alcohol el sueño es, probablemente, el factor que más incide en los accidentes de tráfico”, resume el director de la DGT, Pere Navarro.
La influencia que la somnolencia ejerce sobre el cerebro de los conductores es demoledora. Por su culpa, la capacidad de respuesta y de concentración es baja, las maniobras se realizan de forma menos precisa, los reflejos se alteran y se conduce de forma más agresiva. “Pero, sobre todo, se reduce la percepción de riesgo, algo muy peligroso. Los siniestros viales se producen porque se toma una decisión incorrecta por una percepción de riesgo errónea”, asegura Luis Montoro, catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia y presidente de honor de la Fundación para la Seguridad Vial (FESVIAL).
Una apuesta de futuro
El siniestro vial típico provocado por el sueño es una salida de vía, que suele producirse de noche y en la que el conductor viaja solo e impacta contra un objeto. El resultado suele ser mortal porque la víctima no frena: estaba dormida. Para prevenir este final, la tecnología ha acudido al rescate. “Hoy en día ya tenemos Sistemas Avanzados de Ayuda a la Conducción (ADAS) obligatorios, como el frenado de emergencia, que tienen un impacto directo en la somnolencia al volante”, asegura Álvaro Gómez, director del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la DGT.
La idea es seguir avanzando en esta línea, pero queda camino por recorrer. “El protocolo Euro NCAP contempla que, ante la detección de señales de un estado adverso para la conducción (por ejemplo el sueño), el vehículo intervenga directamente, por ejemplo, aumentando la sensibilidad de otros sistemas ADAS, como podrían ser los relacionados con el mantenimiento del vehículo en el carril”, explica Cristina Periago, psicóloga del departamento de Factor Humano del grupo IDIADA, una empresa que chequea para fabricantes e investigadores si los nuevos sistemas que están desarrollando funcionan y cumplen los requisitos que exige la Unión Europea para su homologación. Pero ese futuro, en el que el coche pueda tomar decisiones en caso de que el conductor caiga dormido, aún está por llegar, e incluso cuando llegue los expertos tienen claro que esta batalla contra el sueño en la conducción no se va a ganar únicamente con tecnología.
Primeras ayudas
El conductor es más importante que ningún sistema ideado para protegerlo. Los primeros sistemas de detección de la somnolencia estaban relacionados, básicamente, con el tiempo que se pasaba al volante: cada dos horas una señal luminosa avisaba al conductor de que había llegado el momento de descansar. Una ayuda que provocaba cierto rechazo porque a veces aparecía cuando realmente quien estaba conduciendo no se sentía cansado. “Por eso, el 22% de los conductores confesaba haber desconectado este sistema en su vehículo”, explica el doctor Carlos Javier Egea Santaolalla. presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño.
Pero más peligroso que desconectar una alarma es la falta de concienciación sobre el riesgo que supone conducir con sueño que existe en la sociedad. Un problema tan complejo como el propio sopor que para muchos conductores resulta difícil de identificar. “Es muy importante que el conductor sepa qué síntomas tiene la somnolencia, porque algunos de ellos son imposibles de reconocer por los ADAS, con los que estoy de acuerdo, pero que aún hoy tienen limitaciones”, explica Luis Montoro.
Paradas que salvan vidas
Pocos conductores saben que el sueño no sólo se anuncia con bostezos y cabezadas. Que la mente divague, revolverse inquieto en el asiento o no recordar lo que ha pasado en los últimos kilómetros son también síntomas de que estamos a punto de quedarnos dormidos. Pero, peor aún son todos aquellos que, aun siendo conscientes de que están a punto de dormirse, prefieren seguir al volante. La Fundación Línea Directa presentó el pasado verano un estudio sobre accidentalidad durante los periodos vacacionales que recogía datos entre 2012 y 2021 y que se completaba con un cuestionario. El 61% de los encuestados reconocía no descansar cada 200 km o 2 horas, como recomienda la DGT, y 1,5 millones trataba de vencer el cansancio y completar su ruta porque lo preferían a tomarse un descanso. Aunque esa parada podría salvarles la vida.
“Se debe incidir en la formación y la concienciación, explicando a los conductores lo que hay que hacer ante una situación de somnolencia al volante porque muchos de ellos utilizan conductas que no sirven de nada. Poner el aire acondicionado, escuchar música, abrir las ventanas, acelerar, hablar con el copiloto… Estas medidas no tienen ningún impacto si las comparamos con lo que sí se debería hacer, que es parar y descansar o dejar que conduzca otra persona”, asegura Álvaro Gómez, director del Observatorio de Seguridad Vial de la DGT. Desafortunadamente, aún no tenemos cultura ni de lo importante que es dormir bien ni de lo necesario que es el sueño. Pero ha llegado el momento de rectificar. Se impone que memoricemos un nuevo lema que ayude a evitar ese 7% de fallecidos por culpa de la somnolencia al volante: “Si tienes sueño, no conduzcas”.
La jornada celebrada en julio no ha sido la primera vez que la DGT ha advertido del peligro que supone para la conducción la ausencia de un descanso reparador nocturno. En 2006 este organismo ya coordinó una campaña que llegó hasta las zonas de descanso de las carreteras españolas para informar a los conductores del riesgo que corrían al padecer apnea del sueño y conducir sin recibir un tratamiento adecuado.
Antes de aquella campaña, en los años 90, la Dirección General de Tráfico colaboró con la Spanish Sleep Network en un estudio pionero que acabó publicado en la revista científica más prestigiosa del mundo, el “New England of Journal of Medicine”. Esta investigación no sólo destapó la relación que existe entre la apnea obstructiva del sueño y el riesgo de sufrir un siniestro de tráfico, sino que también propició un cambio legislativo, el Real Decreto 772/1997, que Europa usaría casi una década más tarde para hacer la Directiva 2014/85/EU que regula la conducción en caso de sufrir enfermedades neurológicas y apnea del
sueño. Y en octubre de 1996, la revista “Tráfico y Seguridad Vial”, ya dedicó un primer reportaje (con portada incluida) a los peligros de conducir con somnolencia.
En la última memoria presentada por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses y Toxicología (INCFT), tras el análisis de las víctimas de tráfico del año 2022, un dato llamó la atención de todos: de las 1.214 víctimas mortales, el 14% había consumido psicofármacos siendo las benzodiazepinas (60%), los antidepresivos (40%) y los opioides (15%) los medicamentos más presentes.
“Los psicofármacos también están relacionados con la siniestralidad vial. Tomamos muchos medicamentos que afectan a la conducción”, aseguró el director de la DGT Pere Navarro al conocer los datos. Una aseveración que confirmó el director del INCFT, Antonio Alonso: “Hay un incremento de la presencia de todo tipo de psicofármacos respecto a otros años, especialmente los antidepresivos y los opioides. Lo estamos viendo en este tipo de muertes en accidentes de tráfico, igual que en los intentos de suicidio”.
“Los psicofármacos actúan a nivel cerebral, y en el mejor de los casos, su efecto es comparable al del consumo de alcohol, afectando de forma distinta a cada individuo por cuestiones fisiológicas y genéticas, pero siempre causando una alteración del funcionamiento normal del cerebro”, explica el doctor Antoni Esteve.
Ante cifras como estas es importante tomar conciencia, no sólo de la relevancia de la somnolencia fruto de la privación del sueño, sino también de la somnolencia inducida por los efectos farmacológicos de los psicofármacos. No podemos olvidar que, según los datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes publicados este año, España lidera el consumo mundial de benzodiacepinas, el psicofármaco de consumo más común, que se suele recetar, paradójicamente, para combatir el insomnio.
“El siniestro típico relacionado con la fatiga y el sueño es la salida de vía o la invasión del carril contrario, por lo cual, medidas como las bandas sonoras, la separación física de sentidos, las carreteras dos más uno o los márgenes clementes son medidas que la literatura técnica muestran que tienen un impacto previniendo entre un 20 y un 30% de los accidentes”, asegura Álvaro Gómez, director del Observatorio Nacional de la Seguridad Vial de la DGT.
Estas son las infraestructuras que pueden prevenir los siniestros en los que está detrás el sueño.
- ZONAS DE DESCANSO. Los estudios científicos sólo avalan un recurso contra la somnolencia al volante: descansar, pero para ello hace falta una nutrida red de sitios donde descansar, áreas de servicio y aparcamientos seguros.
- BANDAS SONORAS LATERALES. Sirven para advertir a los conductores, tanto auditiva como cinéticamente, de que su vehículo está a punto de salirse de la calzada. La estimación más optimista marca que las bandas sonoras evitan unos 255 siniestros viales por salida de vía al año, aunque otros apuntan a que es mucho más probable que esa reducción se encuentre entre el 5 y el 41%.
- SEPARACIÓN FÍSICA DE SENTIDOS. Consiste en instalar, en el eje de vías de calzada única, una barrera física para separar los flujos de tráfico que circulan en sentidos opuestos. Esta medida fomenta circular a velocidades más bajas y mejora el efecto de guiado nocturno. Se calcula un 38% de reducción de la siniestralidad.
- CARRETERAS 2+1. Están destinadas a evitar colisiones en adelantamientos en carreteras convencionales. Estas carreteras disponen de tres carriles: uno para cada sentido de la circulación, y otro central, destinado a los adelantamientos, que se alterna entre uno y otro sentido de la circulación. Además, ambos sentidos están separados por una barrera física. Se les calcula un potencial de reducción de la siniestralidad del 33%.
- MÁRGENES CLEMENTES. Un mejor conocimiento de los mecanismos de los accidentes por salida de la vía permite entender mejor las medidas técnicas para hacer que los márgenes de las carreteras resulten clementes. Una salida de la plataforma a los márgenes no significa, por sí sola, que resulte inevitable un siniestro. Aunque siempre hay un cierto riesgo, las probabilidades de recuperar el control del vehículo son muy buenas si el margen está razonablemente liso, sin grandes pendientes y exento de obstáculos y otros elementos no franqueables.