No sabes a quién avisas
- Estos grupos que funcionan en redes sociales evolucionaron más en 2020 con la pandemia.
15 octubre 2024
La noche del 23 de abril de 2022, la vida de una familia de Baleares de 5 miembros se vio trágicamente alterada al cruzarse en una carretera cercana a Llucmajor con un conductor que había bebido y que, en el momento del siniestro, triplicaba la tasa de alcohol permitida. El padre de la familia murió, mientras que la madre y las tres hijas de la pareja resultaron gravemente heridas. El juicio por este mortal siniestro tendrá lugar el próximo año. Estos dramáticos hechos podrían haberse evitado si el conductor en cuestión se hubiera cruzado en algún punto de su trayectoria con un control de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil (ATGC), ya que el vehículo habría sido inmediatamente inmovilizado y su conductor retenido.
Evitar esos controles, avisando de su ubicación, es precisamente el objetivo de los grupos que se han creado en redes sociales como WhatsApp o Telegram, entre otras. Los primeros comenzaron a aparecer en 2012, aunque el fenómeno creció más a partir de 2014 cuando surgieron aplicaciones como Social Drive o Waze específicamente dedicadas a la seguridad vial. Su aparición entonces se percibió como beneficiosa para la seguridad vial, ya que se informaba de incidentes en las carreteras, estado de la circulación o climatología. Sin embargo, pronto comenzó a incorporarse otro tipo de información: la ubicación de los controles de tráfico y de los radares de velocidad.
Con miles de conductores
“Todos estos grupos, que comenzaron como mera colaboración ciudadana, evolucionaron mucho en 2020 con la pandemia, cuando se establecieron limitaciones a la movilidad y había más controles, no sólo de tráfico. En estos momentos, el 90% de los mensajes que se cruzan en esos grupos son de tráfico. Son muy dinámicos porque van radiando los movimientos de las patrullas. En realidad, los guardias civiles hemos pasado de controlar a ser controlados y es la lucha que tenemos día a día”, afirma el teniente coronel Antonio Hidalgo Romero, máximo responsable de la ATGC en Galicia. “Este es un fenómeno extendido por toda España, aunque en Galicia lo sufrimos especialmente porque la población aquí está muy diseminada y nuestra red de carreteras es como una telaraña, con cruces continuos, por lo que es muy fácil evitar un control si estás avisado de su ubicación”, añade.
Ahora WhatsApp permite grupos de hasta 1.024 miembros, mientras que en Telegram pueden llegar hasta 200.000. En cualquier caso, nos explica el teniente coronel, esas limitaciones no son un problema porque cuando WhatsApp sólo permitía grupos con 256 personas, los usuarios creaban otro: “Y así podemos encontrar, por ejemplo, Grupo1, Grupo2, Grupo3, etc. de la misma zona”. Y agrega: “Son muy efectivos, muy estructurados y funcionan por comarcas”. Según apunta, esto es especialmente complicado con los más jóvenes por su mayor uso de redes sociales: “Pillar a alguien de entre 18-25 años en un control es casi un milagro. Antes, el tramo de edad en el que más denuncias había era el de 25-34 años. A partir de 2018, con el auge de estos grupos, todo cambió. Ahora el grupo entre 25-34 años es uno de los que menos denuncias tienen, pero los que contabilizan más muertes”.
Para el responsable de la Agrupación de Tráfico en Galicia, “el problema es que nos ven como recaudadores y no se dan cuenta de que los controles de la Guardia Civil lo único que recaudan son vidas. Con estos mensajes están dando libertad para beber cuanto quieran. Se sienten inmunes porque la probabilidad de detenerlos es muy poca”.
¿Qué hacer?
El teniente coronel Hidalgo tiene claro que mientras continúen funcionando estos grupos será imposible bajar la siniestralidad vial. Ya se han adoptado algunas medidas porque no tenía sentido establecer un control en un punto y que a los 10 minutos ya no pasase ningún vehículo.
La primera de ellas se centra en la concienciación de la ciudadanía. “Cuando pones un mensaje en unos de estos grupos, nunca sabes a quién estás avisando porque están llenos de delincuentes, de personas que han cometido delitos al margen de la seguridad vial y es la propia ciudadanía quien los tiene informados de la acción policial, ya no necesitan más colaboración”, asegura este miembro de la Guardia Civil.
Incluso la Guardia Civil, junto con una productora gallega, ha difundido tres vídeos (cortometrajes), con los que ha tratado de concienciar a la población de Galicia sobre los riesgos que implican estos comportamientos. Los títulos son muy elocuentes: "No seas cómplice", "¿Quién lo avisó?" y "¿Sabes a quién ayudas?".
A nivel operativo, se ha modificado la manera en la que se desarrollan las labores de vigilancia. Por un lado, se ha optado por los llamados “controles exprés”: el dispositivo se prolonga durante tan sólo 15 minutos (antes podía llegar a las 2 horas) a cambio de colocarlo en muchos más sitios. La ATGC también ha decidido jugar con el factor sorpresa al poner en marcha “controles dinámicos”, es decir, una patrulla para a un vehículo de forma aleatoria mientras va circulando. “Así transmitimos la idea de que podemos parar a la gente en cualquier momento”, explica el teniente coronel Hidalgo.
Cambios normativos
Paralelamente se están planteando medidas desde el ámbito legislativo, con modificaciones legales incluidas. De hecho, ya se están cursado algunas denuncias apelando al artículo 36.23 de la Ley de Seguridad Ciudadana, que prohíbe expresamente “el uso no autorizado de imágenes o datos personales o profesionales de autoridades o miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que pueda poner en peligro la seguridad personal”. Sin embargo, esta vía no parece ser suficiente para hacer frente a este fenómeno porque no todos los avisos incluyen imágenes de los controles.
En este sentido, el pasado 28 de mayo, la Comisión sobre Seguridad Vial del Congreso de los Diputados aprobó una Proposición no de Ley, a propuesta del PSOE, en la que se instaba al Gobierno a modificar el artículo 77 de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial con el fin de “sancionar a quienes proporcionen información que dificulte o impida la labor de control de los incumplimientos de las normas de circulación”.
Colusión de derechos
Es en esta modificación en la que está trabajando ahora la Dirección General de Tráfico. El responsable de la Unidad de Normativa, Francisco de las Alas-Pumariño, califica estas actitudes de “conducta reprochable” porque “entorpecen la labor de la Guardia Civil y policías e impiden que se detenga a conductores que han tomado alcohol o drogas o van a una velocidad excesiva porque pueden provocar accidentes con víctimas en la carretera”.
Además, explica que en esta modificación legislativa chocan dos derechos: el derecho a la libertad de información y el derecho a la vida y a la integridad física. Lógicamente este último prevalece sobre el primero. “Estamos trabajando -asegura De las Alas-Pumariño- para introducir una modificación en esta ley que declare ilícito el contenido que se difunde, determinar quiénes son los responsables (si la persona que envía los mensajes o los prestadores del servicio) y para tipificar las infracciones y establecer las sanciones”.
La semana del 19 y al 25 de agosto, la DGT llevó a cabo una nueva campaña especial de vigilancia y control de alcohol y drogas. En total, se controlaron a 225.946 conductores, de los que 3.801 dieron positivo en alcohol y/o drogas.
Esto supone que 543 conductores fueron detectados cada día al volante tras haber consumido alcohol y/o drogas, la mayoría de ellos (el 89,3%) en controles preventivos y el resto por infracciones, accidentes o por presentar síntomas.
Además, según la Memoria que el pasado julio presentó el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), el 53% de los conductores fallecidos en un siniestro vial en 2023 y sometidos a autopsia y análisis toxicológico, dio positivo en alcohol, drogas de abuso y psicofármacos aisladamente o en combinación.
El alcohol siguió siendo la sustancia más detectada en los conductores fallecidos, con un 32,7%, mientras que las drogas, predominantemente cocaína y cannabis, aparecen en un 22,7% y los psicofármacos en un 15,7%.
Un dato relevante es que la mayoría de los conductores fallecidos el año pasado con resultados toxicológicos positivos fueron hombres (90%) frente a mujeres (9,7%).