Decálogo del conductor cívico
- En el tráfico, las reglas están escritas, pero la actitud es, muchas veces, tan importante como las leyes.
17 diciembre 2024
La palabra civismo procede del latín civis (ciudadano) y se asocia en nuestros días al conjunto de valores que permiten a las personas compartir un espacio común respetando las normas de convivencia. En el tráfico, las reglas están escritas, pero la actitud es, muchas veces, tan importante como las leyes. Una cosa está clara, si cumples este decálogo, estarás apostando por tu seguridad y la del resto de usuarios. .
1. Conoce y cumple las normas
Las carreteras españolas están llenas de personas que no cumplen las normas, como demuestra el número de denuncias tramitadas por la Dirección General de Tráfico (DGT) al año (más de 5 millones en 2023). Ante esta realidad, nos preguntamos: ¿incumplimos por desconocimiento? Esta hipótesis tiene cierto respaldo si atendemos al estudio elaborado por el Instituto de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) en 2009, en el que reexaminó del permiso B a más de 2.000 conductores. El 96,5% suspendió, la mayoría con más de la mitad de las preguntas falladas. Más reciente (2024), es un informe de Línea Directa que asegura que casi la mitad de los conductores desconoce que ya no está permitido (desde marzo de 2022) sobrepasar en 20 km/h el límite de velocidad de la vía para realizar un adelantamiento en una carretera convencional.
María Collado, psicóloga del tráfico y la seguridad vial, y educadora en cursos de recuperación de puntos, añade un matiz: “Una cosa es conocer la norma y otra es entenderla. En muchos incumplimientos vemos un desconocimiento del para qué sirven algunas normas”. Por su parte, Patricia Pérez Fernández, psicóloga del Observatorio Nacional de la Seguridad Vial (ONSV) de la DGT, apunta a una desobediencia ‘consciente’: “Las normas se incumplen cuando se percibe que la medida no tiene una justificación adecuada o es desproporcionada”.
Ya sea por desconocimiento o por desconfianza, infringir las normas de tráfico es una decisión que no sólo afecta al que lo hace. Como recuerda la psicóloga María Collado: “Cumplir las normas es la única garantía de convivencia vial que tenemos. Si no lo hacemos, no podemos prever el comportamiento de los demás ni anticiparnos a situaciones de riesgo”.
2. Está concentrado al 100% en la carretera
Si las distracciones siempre han sido relevantes en la siniestralidad, las nuevas tecnologías han terminado por auparlas como factor concurrente más representado en los accidentes mortales. En 2023, estuvieron presentes en el 30%.
Y lo peor es que es un enorme problema que sigue creciendo. En la última campaña especial de control y vigilancia de la DGT dedicada a las distracciones (octubre de 2024), el porcentaje de conductores denunciados aumentó un 10% frente al año anterior. Casi la mitad de las denuncias fue por conducir con el móvil en la mano.
Para Luis Montoro, catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de València, hay tres grandes grupos de distracciones: “Las que provienen del entorno del conductor, cada vez más complejo; las que proceden del sujeto, como el estrés, los problemas personales, familiares o sociales; y, en tercer lugar, las que proceden de las nuevas tecnologías, tanto las que equipan los vehículos (navegador, ADAS....) como, especialmente, el teléfono móvil, un disparador mortal de distracciones. La formación y el conocimiento de las causas y los riesgos son la mejor estrategia para prevenirlas”.
3. Es respetuoso con todos los usuarios
La profusión de medios de transporte unipersonales y colectivos, privados y públicos, unido al funcionamiento de los algoritmos de las redes sociales, han impulsado una “guerra” de todos contra todos en el tráfico. Coches contra bicis, bicis contra coches, motos contra coches, peatones contra patinetes... A menudo se nos olvida un concepto básico para la seguridad: el respeto por los demás. “Debemos entender que todos tenemos el mismo derecho a circular por las vías”, advierte María Collado. Lo peligroso es cuando esa confrontación se traslada a la carretera, olvidando “nuestra obligación de apreciar el derecho a la vida de los demás”.
En el respeto mutuo se basa la campaña ‘CONvivencia Vial Urbana’, presentada por la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL) y la empresa de transporte de pasajeros Alsa, con el apoyo de la Dirección General de Tráfico. Para el vicepresidente de FESVIAL, Ignacio Lijarcio, “el tráfico representa las manifestaciones de la sociedad, y lo que vemos hoy con frecuencia son conductas muy individualistas. Yo como peatón, yo como usuario de patinete, yo como conductor... y todo lo que no sea mi derecho no me gusta”.
Todos esos ‘yo’ son incompatibles con la convivencia pacífica. “Tenemos que empezar a pensar en el ‘nosotros’, porque no siempre podemos segregar vías, tenemos que aprender a compartir los mismos espacios con diferentes tipos de usuarios”. ¿Cómo? “No es fácil, el modelo ha cambiado mucho en poco tiempo, pero hemos de hacer un trabajo conjunto como sociedad, y desde las autoridades, además de sancionar, concienciar con campañas dirigidas a todos los usuarios”, puntualiza Lijarcio..
4. No conduce de forma agresiva
El estrés, la ansiedad, la vida acelerada ... Son constantes de nuestra sociedad. Y cuando nos ponemos al volante, todo eso puede convertirse en hostilidad. El informe "Influencia de la agresividad en los accidentes de tráfico", publicado en 2018 por la Fundación Línea Directa, en colaboración con el INTRAS, afirma que la agresividad multiplica por 10 el riesgo de tener un siniestro vial grave con víctimas, y por 30 el de sufrir un accidente con heridos graves.
Para la psicóloga del ONSV, Patricia Pérez, la conducción puede disparar determinadas emociones y desencadenar más agresividad: “Puede empeorar esa situación emocional por elementos que pueden suponer una fuente de estrés, como los atascos o la dificultad para aparcar. El estrés enlentece tanto la percepción como la toma de decisiones y aumenta la probabilidad de sufrir una distracción o provocar una situación hostil”.
A menudo, en el origen de esa hostilidad -tan peligrosa para el tráfico- está la sensación de que la culpa es ajena: “Es más sencillo juzgar las acciones de los demás que hacer autocrítica, ya que si la hacemos el concepto de uno mismo puede empeorar”, explica Pérez Fernández.
La psicóloga del ONSV destaca la importancia de saber detectar esas situaciones que pueden condicionar nuestra conducción, y recomienda, para minimizarlas, “tener una higiene de sueño positiva, un estilo de vida saludable y organizar las salidas con margen suficiente”
5. Es empático con los demás
La empatía es la “capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”, según el diccionario. Pero, ¿por qué debemos ser empáticos en el tráfico? Para Patricia Pérez: “Es uno de los aspectos más importantes, ya que las conductas antisociales generan siniestros viales”. Ser empático es vital, sugiere María Collado: “Compartimos la vía, pero también la vida y los riesgos. De nuestros actos van a derivar consecuencias físicas, económicas, familiares, legales... quizás irreversibles”.
Si nos va la vida en ello, ¿por qué no somos empáticos? Según Patricia Pérez, “el vehículo, sobre todo el coche, genera un grado de anonimato y una distancia emocional respecto a los demás que permite que nuestros impulsos se expresen con menos autocontrol. Está demostrado que personas que en el día a día muestran niveles adecuados de empatía, en una situación de tráfico mantienen una conducta carente de ella”.
Ser empático es también ser comprensivo con las circunstancias ajenas: “Tal vez el de delante vaya más lento porque tiene una circunstancia personal que le impide ir más rápido, y que, en cualquier caso, deberíamos tolerar”, aclara Pérez.
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6. Tiene conciencia sostenible
La visión principal de la Estrategia de Seguridad Vial 2030 de la DGT es la de consolidar una cultura de la movilidad segura hacia el objetivo final de que ninguna persona resulte fallecida ni herida grave por siniestros viales en el año 2050. Esa estrategia se sustenta en varios principios, entre ellos el de la seguridad sostenible, entendida como el derecho de la ciudadanía a moverse en unas condiciones adecuadas y seguras, con el mínimo impacto ambiental posible.
Es necesario garantizar que todas las personas puedan desplazarse de una forma sostenible, activa y segura, sin que esa movilidad perjudique a su entorno natural. Pero la sostenibilidad es algo más: “Es asegurar un flujo de vehículos y personas que permita una movilidad ágil, y un reparto justo del espacio público, además de un consumo contenido de recursos”, advierte Ignacio Lijarcio, de FESVIAL. ¿Significa eso aparcar el coche? “No en todos los sitios -aclara- tienen más opciones. Pero en las ciudades y poblaciones de cierto tamaño, donde sí las hay, podemos empezar a pensar que no necesitamos el coche para todo, hay transporte público, podemos caminar, ir en bici, hay otras formas de desplazarse con las que podemos ahorrar e incluso llegar antes, no emitimos gases y no ocupamos espacio. Y lo mismo para ir al trabajo, donde hay opciones como compartir vehículo”.
7. Protege a los usuarios vulnerables
Según el balance de siniestralidad vial de 2023, el 53% de las víctimas mortales fueron usuarios de medios vulnerables, colectivos sobre los que la DGT -y otras entidades de la seguridad vial- lleva poniendo el foco durante años debido a la menor protección con que se enfrentan a las vicisitudes del tráfico. “En las ciudades, por ejemplo, compartimos espacios con bicicletas o patinetes de reparto que llevan una velocidad reducida. Por mucha prisa que tengamos, hay que cuidarlos de forma especial, porque cualquier percance puede tener consecuencias graves para ellos”, afirma Ignacio Lijarcio.
También son vulnerables las personas “que tienen movilidad reducida, o que van con un carrito de bebé, o que necesitan cualquier apoyo (bastones, andadores...) para moverse. Al igual que con las personas mayores que conducen y no tienen las mismas cualidades. Hay que llevar el cumplimiento de la norma a la diversidad funcional que puede tener cada uno de los perfiles con los que interactuamos. La tolerancia, el respeto y la solidaridad tienen que estar presentes en el tráfico”, concluye Lijarcio.
8. Practica la conducción preventiva
Más que un comportamiento cívico, es un ‘súper poder’. La conducción preventiva -o defensiva- nos protege a nosotros y, de paso, a los que están a nuestro alrededor. Como explica Juan Ignacio Serena, Coordinador Especialista de Formación de la DGT: “Es una conducción basada en la observación, en centrar nuestra atención en todos los estímulos que resulten relevantes y que puedan afectar tanto a nuestra seguridad como a la del resto de usuarios de la vía”.
La palabra clave es anticipación: “Adelantarse a posibles incidentes, que, con mayor o menor probabilidad, puedan ocurrir, y estar preparado para tomar la decisión correcta que nos ayude a resolver la situación para evitar problemas”.
La conducción preventiva requiere tener mirada corta y larga al mismo tiempo, concentración y capacidad para valorar diferentes escenarios a la vez. Serena nos pone un ejemplo paradigmático: “Si en una rotonda con varios carriles circulamos por el situado más a la derecha, es fundamental controlar los vehículos que se aproximen desde nuestro flanco izquierdo. Es probable que alguno abandone la glorieta desde los carriles interiores sin señalizar, cortando nuestra trayectoria, por lo que debemos llevar máxima atención a nuestro espejo izquierdo, por su velocidad y trayectoria podemos intuir lo que pretenden hacer”, concluye.
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9. Siempre intenta dar su mejor versión al volante
Si un día hemos dormido poco y mal, podemos rendir algo peor en el trabajo, olvidarnos de una cita en el dentista o faltar al gimnasio. Nada grave. Pero en la conducción, la falta de sueño puede costarnos caro. La somnolencia está presente en entre el 15 y el 30% de los siniestros viales, y en aproximadamente un 7% de los accidentes mortales. Eso, en un país en el que el 30% de la población sufre algún trastorno del sueño. En términos de capacidades al volante, el sueño o la fatiga significa que necesitamos mayor tiempo para reaccionar, tomamos peores decisiones, somos más agresivos y nos distraemos más. Mermas que podríamos evitar con alguna hora más de sueño.
Mención aparte merece el alcohol, segundo factor concurrente en siniestros viales mortales en España en 2023. Según los cálculos del INTRAS, desde 1950 a nuestros días, unas 100.000 personas habrían fallecido en nuestro país por culpa de la ingesta de alcohol en la conducción. El problema, dice Luis Montoro, es que “el alcohol está muy presente en nuestro entorno social; y pensamientos como 'yo controlo, aunque me haya tomado unas cervezas'; o ‘he conducido muchas veces después de beber y no ha pasado nada' son el preludio de una tragedia". “A esto se añade -puntualiza- un problema muy grave: es posible que en España tengamos unos cuatro millones de alcohólicos o bebedores excesivo-habituales. Estas personas son 'enfermos' a los que hay que poner en tratamiento”.
10. Es consciente de sus limitaciones
Todos hemos escuchado a algún ‘valiente’ fardar sobre sus cualidades al volante para llegar de un lugar a otro en menos tiempo que el resto. Puede que la mayoría, ‘obligados’ por las prisas, hayamos pisado el acelerador más de lo permitido más de una vez, creyendo que nada puede sucedernos. Ese exceso de confianza es fatídico. En 2023, la velocidad fue el tercer factor concurrente (24%) más citado en los informes de siniestros mortales. Un viejo problema, con nuevos argumentos: “La velocidad es un ‘valor’ en todas las facetas de nuestra sociedad. Y esto se mete en los vehículos, que por sus tecnologías y el buen estado de las vías no nos producen sensación de velocidad. No somos conscientes de las brutales fuerzas que desencadena la velocidad: a 50 km/h el impacto es como caer con el coche desde el tercer piso; o en un choque frontal a 80 km/h, lo más probable es que puedan morir todos”, explica Luis Montoro.
Demasiadas personas siguen sin darse por aludidas. ¿Por qué pensamos que no va a pasarnos a nosotros? “Tiene que ver con la supervivencia, sería inviable pensar constantemente que nos va a pasar algo. Y eso, que tiene su parte positiva, nos puede jugar malas pasadas en el tráfico si asumimos riesgos objetivos”, aclara María Collado, que encuentra más respuestas en la evolución humana: “Estamos diseñados para movernos a entre 4 y 15 km/h, a esa velocidad nuestro cerebro percibe todo. Hoy, la tecnología nos permite movernos a 120 km/h, pero a esa velocidad nuestro cerebro puede cometer errores. Sin embargo, mi sesgo cognitivo me hace creer que sí, que puedo correr a cualquier velocidad”.